Podría pasarme horas aquí encerrada dentro de estas cuatro paredes donde compartimos tantas cosas. La primera ves que entramos en este apartamento que con el tiempo se convertiría en nuestro hogar. La primera cena una pizza y un buen vino. El primer desayuno tostadas, tortitas y una taza de café, La felicidad que se escondía tras esos ojos marrones que me miraban en complicidad esperando a que dijese que me parecía nuestra casa. La primera fotografía que mostraban nuestros pies pisando la moqueta él decía:
–Así como enmarcaron la primera ves que el hombre piso la luna nosotros debemos hacer lo mismo en nuestra casa.
–Estas loco respondí. Me acerque a él juntamos nuestro pies y él tomo esa instantánea, de nuestros pies pisando por primera vez nuestra casa.
Hay demasiado recuerdos, demasiadas cosas que quedaron por hacer, quisiera poder volver en el tiempo decirle que seria yo la que vendría a su oficina a visitarlo o que iba a tener una reunión y me seria imposible salir a comer. Creo que si volviese en el tiempo haría cualquier cosa con tal de evitar que él sufriese ese accidente, con tal de que ahora él estuviese aquí conmigo. Que su espacio en la cama este aún cálido, impregnado de su perfume, pero la realidad me azota al volverme al lado hay un montón de prendas amontonadas de cualquier forma una encima de otra ocupando su espacio, es el intento de rellenar el vacío que ha dejado él.
Me abrazo a ese montón de prendas porque es todo lo que tengo que sea tácito de él. Él se llevo todo, la esencia, el brillo, los colores, las fotografías, el silencio cómodo, la complicidad… Y todo lo que quedo fueron colores grises, desde que lo enterraron no ha parado de llover, afuera siempre llueve aunque el sol siempre pretende salir pero es como si se rindiera y no pudiese luchar contra las nubes grises, negras, que anuncian que ha venido para quedarse me recuerda al día que decidieron enterrarlo.
Ese día todo el dolor que estaba acumulándose, el nudo en la garganta se deshizo entre gritos y lágrimas, aún recuerdo el pequeño gemido que salió de mi. Las lágrimas que rodaban silenciosas por mejillas, no las sentí, como tampoco sentí que una manos que no eran mías rodeaban mi cintura para dejarlo ir.
El padre que dirigía la misa para que lo enterrásemos decía:
–…Que nuestro creador te acompañe y en encuentres la paz, que tus seres queridos encuentren el consuelo por haber partido antes que ellos… – Santifico su ataúd. Dos hombres que habían estado excavando, se acercaron hacia nosotros para avisarnos que ya estaba todo preparado y que podíamos enterrarlo. Cuatro hombres se acercaron a su ataúd pusieron dos cuerdas una arriba y otra abajo.
Yo no reaccione no hasta ese momento. Mamá a mi lado no había parado de llorar, no paraba de repetir.
–Vas a estar bien mi niña, Vas a estar bien…, Él te cuida donde sea que este en este momento él te protege… – Para mi su voz se había ido perdiendo cuando los cuatro hombres se acercaban a su ataúd. Entonces ya era hora, era el momento en que se lo llevarían de mi lado para no volver a verlo más. El corazón me golpeaba fuerte, el nudo en el estomago se iba cerrando un poco más.
–Aún no pueden llevárselo. – dije. En un susurro. – Por favor no se lo lleven. – Yo estaba apunto de volverme loca, mamá se me acerco no paraba de decir.
– Cariño ya es hora.
–No puede ser hora aun no. Por favor que no se lo lleven. – Mamá acuno mi rostro entre sus manos me pidió que la mirase.
–Cariño debes ser fuerte, pase lo que pase debes serlo. Superaras todo esto. Pero ahora debes soltarlo. Cariño no te aferres déjalo ir. – El nudo crecía más. No pude decir que sí porque no tenia el valor de hacerlo. Los cuatro hombres que se habían detenido ante mi pedido volvieron a acercarse. Agarraron su ataúd por las cuatro manivelas que había en los costados cuando llegaron a la fosa donde lo enterrarían las sogas que habían colocado antes empezaron a acomodarlas, entonces su ataúd fue deslizándose un poco más abajo.
Fue cuando quise correr tras él, pero dos manos me sujetaban por la cintura. – ¡Por favor no se lo lleven¡, ¡Raí no te vayas!, ¡No me dejes por favor!, – gritaba histérica. Todas lágrimas que habían estado acumulándose fueron deslizándose una a una.
–¡Por favor suéltenme debo ir a abrazarlo debe tener frío!, ¡Suéltenme!, ¡Tengo que ir con él!, ¡Por favor no lo alejen más de mí! – Mamá se me acerco yo había caído de rodillas. – Cariño por favor cálmate.
–¡No puedo calmarme es el amor de mi vida! – Mamá me abrazo en ningún momento soltó mi mano, ni cuando la tierra que estaba aún costado comenzó a ser llenado pala a pala, de pronto una montaña de tierra a su alrededor, de él solo me quedo:
“Aquí hacen los restos de un hombre que fue amado por su novia, su familia y sus seres queridos, que se encuentra en descanso eterno Rai Miller 1991 – 2021”.
Desde ese día han pasado dos meses, dos meses en los que el aroma a café ya no desprende como todas las mañanas, dos meses en los que su perfume se ha ido desvaneciéndose, dos meses en los que ya no escucho buenas días, buenas noches cariño, dos meses en los que las lágrimas siempre pugnan por salir.
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 58 Episodes
Comments
Adoración del Carmen Martinez sonni
🥹🥹🥹🥹🥹🥹🥹🥹🥹🥹🥹🥹🥹
2024-09-22
0