El silencio que significaba pues para unos era un momento en el que podían descansar, otros disfrutar de lo sencillo, sin presiones sin tener que ser más. Pero que pasa cuando realmente te quedas así justo así en silencio. Puede que haya cosas buenas como malas, las buenas es que te permite disfrutar de un momento en tranquilidad sin que haya nada alrededor gritando, estar dentro de discusiones que nunca entiendes porque las palabras brotan sin control, sin ningún filtro y al final te das cuenta de que nada de lo que dijiste tenia lógica, también podías aprovechar para darte mimos a ti misma, por ejemplo ponerte bailar, cantar a voz y canto sin que importe realmente nada, poner la música a topes sin que te interesen que dirán los vecinos por un instante pasas de ellos o leer algún libro que has dejado a medias en la estantería. Pero he ahí la diferencia entre el silencio por mutuo acuerdo y el silencio impuesto.
El mío era un silencio impuesto, un silencio que me permitía escuchar mis latidos, que cada ves que me movía de lugar se escuchaba el rechinar de las tranquillas de mi cama, hasta las discusiones de mi vecina escuchaba las paredes se habían convertido en hojas. El primer día que grite, que llore, que pedí que no se fuese, que se quedase, tuvieron que hospitalizarme porque decían que era un ataque de pánico.
Pero yo decía que estaba rota. Que no podía haberse acabado así nuestra historia que se suponía que apenas estábamos en el se conocieron, vivieron juntos, nos faltaba el se casaron y años después tuvieron hijos, se suponía que nuestro cuento tenia que terminar así. Habíamos vivido juntos si, lo habíamos hecho, habíamos hablado de traer pequeños al mundo casi siempre, él decía que quería disfrutar un poco más de nuestra compañía.
–Permite que sea un egoísta y que solo te quiera para mi.
Yo me reí porque ¿era egoísta quererse tanto?, ¿era egoísta disfrutar un poco de la compañía del otro?, ¿era egoísta no plantearse nada a futuro vivir del día?. Supongo que no, supongo que a veces el amor te hace egoísta y codicioso, dicen que es así durante los primeros años luego cambia y se convierte en uno bondadoso, de esos que crean lazos que nunca se rompen. Muy en el fondo agradecí no tener hijos porque entonces como le explicas que su padre ya no volverá, que ya no volverá a cruzar por el umbral de la entrada, que ya no habrá mas cuentos que papá cuente… creo que muy en el fondo sabia que no podía llevar la situación aunque dicen que también las mamás sacan fuerzas de donde no queda ninguna.
Pero yo estaba hundida. Y no encontraba el camino, ¿que ritmo debería ahora llevar?, ¿qué debería rescatar de todas esas cosas que vivimos juntos?, ¿qué debería haber hecho realmente?, ¿por qué todo pesaba?, ¿por qué sentía que la casa, la vida, se me caía encima a trozos pequeños?.
Quería detener toda la caída, cuando grite que no se vaya se había empezado a rajar, abrir aberturas en las paredes, cuando salieron la primeras lágrimas las grietas empezar a desportillar la pintura, cuando caí de rodillas el techo se me vino abajo, cuando me llevaron al hospital mi casa, mi hogar, mi sitio en el mundo, se había caído a pedazos, de lo que fui, de lo que fuimos, de lo que queríamos llegar a ser solo quedaron escombros. Fue cuando el silencio se instalo poco a poco a mi alrededor, me abrumaba tanto silencio, tanto gris, porque los colores también se habían ido perdiendo, el brillo que tenia se había ido apagando.
A lado de la cama solo tenia su ropa amontonada. Que cuando despertaba me acercaba a ellos para sentir su aroma, aunque no fuese el calor que desprendía su cuerpo al menos quería sentir su aroma, pero hasta eso se iba evaporando, lo había notado la primera nevada de agosto ya habíamos pasado ya tres meses sin estar juntos, tres meses sin sentir su tacto sobre mi piel, tres meses en los que el frío se instalo en nuestro apartamento.
El primer día que ya no sentí su aroma creo que me dio otro ataque de pánico. ¿hace cuanto que ya no tenia estos ataques? Así desde que lo conocí. En la situación en la que encontraron fue penosa, la mirada de quienes asistieron a mi segundo ataque les daba pena, lastima, lo veía en sus ojos. Mamá había llegado a casa sin previo aviso. Cuando pasaba por mi cuarto venia me abrazaba, acariciaba mis cabellos hasta quedarme dormida.
–Jhell ya llegue ya desayunaste. – había preguntado. Pero nadie dijo que si, solo el silencio. Entonces la puerta de mi cuarto se abrió. Yo estaba apoyada contra la cabecera de mi cama, los brazos alrededor de mis piernas, la cabeza entre ellas, no podía dejar de moverme adelante y atrás, adelante y atrás. Había montón de prendas a mi alrededor.
–Ya no huelen a él. – decía una y otra ves.
Mamá se quedo ahí parada esperando que decir. Pero salió de mi cuarto supongo que está escena ya la había visto años atrás. Escuche que llamaba a los médicos. Y entonces volvió a entrar.
Intento ordenar las ropas que tenia a mi alrededor. –No te lo lleves mamá, seguro que juntas pueden oler aún a él. – decía con la voz rota.
Ella se me acerco, acuno mi rostro entre sus manos, –Tienes que soltarlo Jhell.
–No puedo mamá.
–Yo se que puedes. Por favor deja de moverte así.
–Mamá no quiero soltarlo.
–Tienes que hacerlo. En un momento llegaran los médicos.
–No estoy loca mamá. ¡No quiero médicos aquí!, ¡no quiero enfermeros en mi cuarto!. – Gritaba porque el aura que desprendían de esperanza, de paz, no me gustaba. Me recordaban mucho a esa noche a ese día.
Pero mamá se empeño a que tenían que venir. Una hora después aparecieron ellos. Uno de ellos se acerco a mi mamá mientras los otros dos se me acercaban me empezaron a listar para inyectarme algo.
–¿Hace cuanto es que se encuentra así? – pregunto el médico?.
–Hace ya una hora. – respondió mamá. .
–¿Paso algo que sea traumático para que reaccione así?
–Si… su novio acaba de fallecer.
–Ya veo ¿señora ella ya ha sufrido otros ataques de este mismo modo o es la primera ves?.
–Si, el día que lo enterraron.
–Solo fue esa única ves.
–No… –Mamá respiro hondo y soltó el aire entrecortado – También cuando mi hijo pequeño murió pero eso fue hace años.
–¿De cuanto tiempo estamos hablando?
–Hace seis años. Pero dejo tenerlos el año siguiente.
–Ya veo. Mire tenemos que llevarla al hospital. Quizá estar en una zona donde habitaba con su pareja este ejerciendo cierta conducta. Por el momento la ingresaremos y le haremos algunos análisis…
Yo no escuchaba nada ya sus voces fueron silenciando. Cuando desperté estaba en una camilla del hospital. La luz lastimaba mis ojos por que era mucho blanco.
–Al fin estas despierta decía mamá.
–Si… cuanto tiempo llevo así.
–Dos días.
–¿Qué?
–Creo que tu cuerpo necesitaba estar más tranquilo. Jhell tenemos que hablar.
–Mamá quiero irme a casa.
–Jhell… no te vienes a vivir conmigo y tu padre.
–No quiero mamá yo quiero estar en mi casa.
–Jhell escucha es mejor que te vengas a vivir un tiempo con nosotros. Lo que paso hoy podría empeorar.
–Mamá no voy a hacer nada.
–Jhell no quiero decir que no confíe en ti, que lo hago es solo que hubiera pasado hoy, si yo no venia a casa. – se quedo callada esperando a que respondiese algo. – Jhell me da miedo que te suceda algo y yo no este. El médico cree que no es bueno que te quedes en tu casa. – se acerco a mí tomo mis manos. – Se que va ser difícil pero te ayudara aunque sea por un tiempo. Y ya que despertaste podemos irnos a casa – antes de que responda – Ya traje tus cosas. Te vienes a casa hoy.
Desde ese día pasaron ya veinte días, veinte días en los que me obligo a comer según ella estaba en piel y hueso, veinte días sin él, veinte días en los que ya no tenia una camiseta suya que me recuerde a él, veinte días sin tener su cálido cuerpo junto al mío, veinte días en los que me daba la vuelta en la cama y no había nada en el.
El proceso no fue fácil. Porque tenia que retomar el trabajo, tenia que retomar mi rutina. Se sentía bien estar en casa de mis padres por que por momentos era estar de nuevo cobijada, arropada, sin el silencio y el eco de mi voz.
Y ahora me encuentro aquí dentro de está cafetería. Él había dicho que deberíamos volver a esta cafetería, la primera ves que vine sola fue casualidad yo me iba a mi trabajo caminando. Estaba a dos cuadras de distancia yo no me di cuenta la primera ves que vinimos. Cuando entre esa mañana había nevado. Entre en ella, se escuchaba por los altavoces a un señor cantando creo que era pablo alboran la locutora decía:
–Y estrenamos la nueva canción de Pablo Alboran Castillos de arena…
Por la noche quiero que me duerma
Cada recuerdo de tu risa y de tu compañía
Con el mundo apagado y la piel encendida
No se debe, no se puede,
que sabrán los demás del dolor que se siente…
Seguía oliendo como el primer día a café recién hecho, el mismo jaleo que ese día, nuestro lugar aún no estaba ocupada era como una señal de que quienes estuvieron ahí un día ya no existiesen se los había llevado el tiempo. A mi alrededor todo daba vueltas, tenia que salir de ahí, el pecho me dolía, mi cabeza empezaba a estar mareada, me daba náuseas, el estomago se me cerro, todos corrían a mi alrededor, algunos reían como podían reírse y no entender que yo había perdido a él que me miraba como si fuese la única mujer en la faz de la tierra el mundo seguía girando fui yo la que se quedo recluida en una burbuja, salí a trompicones de ahí di media vuelta sobre mis pasos, no paraba de llorar, de auto abrasarme jamás en mi vida había sentido tanto frío como ese día. Exceptuando esa noche en la que todo, todo se había roto.
Cuando abrí la puerta de casa, mamá estaba ya cocinando algo, yo pase de ella, subí escaleras arriba, mamá vino tras de mi, yo estaba tendida sobre mi cama abrazando a mi almohada.
–¿Qué paso Jhell? – pregunto mamá.
–No puedo mamá, no puedo estar sin él, no puedo avanzar no sin él. – Sollozaba. Mamá no dijo nada solo se quedo ahí abrazándome hasta que me quede dormida.
Y ahora estoy aquí dentro pensando en como todo cambio, con una simple llamada, con un simple despiste, aun dolía, dolía estar ahí dentro. Pero creo que fue las palabras de papá que me hicieron reaccionar. Esa noche papá llego del trabajo mamá le había contado sobre lo que había pasado.
–¿Jhell como estas? – dijo con voz grave.
–Estoy mejor.
–¿Qué sucedió hoy?
–Yo… no podía respirar, no podía avanzar…– el nudo en la garganta crecía, mis ojos picaban quería volver a llorar. Papá acerco sus dedos sobre mis mejillas y las borro.
–Viste algo que te recuerde a él verdad. – yo solo asentí. – Imaginaba que algo así podía pasar pero Jhell tienes que reponerte no lo digo por mi o por que a mamá le duela verte así. Si no porque no te hace bien, aquí dentro podremos recluirte de los recuerdos, de las cosas que pasaron juntos, pero dime que pasaría cuando decidas volver a tu casa. Y no te estoy diciendo que queremos que te vayas está casa siempre eres bienvenida. Pero no puedes recluirte, algún día vas a tener que afrontar todo esto, los recuerdos duelen sí, duelen, pero hay que vivir con ellos. Con lo bueno, lo malo son pequeños procesos que pasamos y nos han llevado hasta aquí, tuviste una vida plena a su lado y me hace feliz que te haya hecho feliz, que te haya vuelto hacer brillar, que te haya hecho tener ese brillo en los ojos.
–Papá…
–Pequeña no permitas que el dolor nuble todas esas cosas bonitas que vivieron. Es tiempo ya de que afrontes esta nueva realidad, siempre nos tendrás a nosotros para sostenerte. Así como él lo hizo un día. No te voy a negar que yo también lo hecho de menos. Porque lo hago hay días en los que pienso que vendrá a visitarnos, que golpeara la puerta. O que diga algo como: –Marc deja ya ese cacharro y cómprate uno nuevo. Porque me veía siempre arreglando a mi querido Gerardo.
–Tú le soltabas una de tus sandeces siempre. Y se reían juntos mamá venia con la jarra de agua con limón en mano y les decía siempre que ni siquiera habían comido y ya estaban con las pullas. – llore y sonreí al mismo tiempo.
–Pero te digo algo se que donde sea que esté él te cuida. Cariño es tiempo ya pararte firme, ser fuerte, confió en que los recuerdos ya no te duelan tanto como ahora.
– Papá… ¿Cómo lo llevas tú? – pregunte. Sabiendo a que me refería. Se quedo pensativo.
––No te voy a negar que no me duele, aunque hayan ya pasado doce años y me sigue doliendo. Sigue estando aquí la culpabilidad, pienso que si no los hubiera dejado solos ese día quizá él estaría aquí, ya tendría cuánto veinte años…
–No fue tu culpa papá fue mía, yo le dije que deberíamos…
–No, no fue tu culpa. Fue un accidente quien nos iba a decir que ese día nevaria tanto, nadie Jhell. Pero he aprendido a vivir con ello, con su ausencia. Y tu también lo lograras, primero debes caminar, luego empezaras a correr. – Dijo para si mismo. Aun lo recuerdo el día que enterramos a Jhimi solo estaba yo. Mis padres no estuvieron. Creo que es lo que más le duele no haberse despedido de su pequeño.
–Papá el te quería mucho eras su héroe.
Papá soltó una risa seca recordando a su pequeño. – Yo también lo quise. Sabes que pienso que quizá Rai y él se conocieron ahora juegan a las escondidas como ustedes lo hacían antes.. – Se me acerco un beso en la frente, luego me arropo. – debes descansar mañana allá afuera te espera la vida. – se acercaba a la puerta.
–Papá. – dije él cedió la vuelta. – Gracias. – Él me miro con una sonrisa que no le llegaba a los ojos, asintió con la cabeza, y salió. Aun con veintiocho años mis papás sabían arroparme, sentirme cuidada.
No fui rápido a la cafetería fue un fin de semana cualquiera, un jueves entre en el pedí un café simple, ocupe mi lugar, el mismo que la primera ves, imaginaba que él estaba ahí sonriéndome, antes de que saliese de ahí sonaba una canción el que siempre le había gustado Alphaville – Forever Young no pude quedarme mas tiempo así que cuando salí hablaba con él.
–Rai hoy he ido a la cafetería te habría gustado estar ahí conmigo hoy pusieron tu canción favorita, Rai estoy empezando a vivir sin ti. Así fue los primeros días de mi vida sin Rai entonces llego el sábado había nevado mucho la noche antes. Dentro de ella seguía tocando castillos de arena de Pablo Alboran. Había pedido una café simple, estaba sentada en el mismo lugar, imaginando que él estaba en ese lugar, miraba por el ventanal, entonces un par de ojos grises me miraban estudiándome, estaba acompañado con dos chicos uno vestido con ropas oscuras, y el otro con colores, y él era una mezcla entre lo oscuro y la luz. Gael, Gael colándose en el silencio que había a mi alrededor, Gael tomando fuerza por los dos, Gael sosteniéndome la mano para que salga de la oscuridad, Gael gritando, Gael tirando abajo todo lo que quisimos ser, Gael yéndose, Gael con los ojos vidriosos, Gael reprochando, Gael rompiéndonos. Gael… fue una pauta de los que se nos avecinaba. Entre el dolor y la rabia, el amor y el odio, el reproche y el consuelo, la esperanza y el refugio. Fue así como lo conocí. Quien me iba decir que mi vida se uniría de un modo tan doloroso. Permitiendo que el dolor hablase por mi. Y todo lo que vino después.
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Comments
Esther
Las canciones que mencionas me emocionaron mucho! por favor sube un nuevo capítulo, amo tu novela!
2022-01-16
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