Jana

Jana llegó en Enero. Era una bebé rosadita que dormía con sus pequeñas manitas hacia arriba. El sanatorio donde habían estado internadas era muy lindo y tuvieron muy buena atención.

Previa a la cirugía Julia se encontraba tranquila, con algo de temor pero sin mayores miedos. El lugar le inspiraba confianza, todo el embarazo había sido llevadero porque salía a caminar y abría el negocio a la mañana y a la tarde y también seguía yendo al taller de baile.

Tenía antojos de frutas, comía muchas naranjas y frutillas kiwis y melon. Dormía mucho y descansaba, sus amigas venían a visitarla de vez en cuando pero como casi al último tenia las piernas hinchadas ya casi no salía. A lo sumo dar una vuelta en auto, cuando tenía seis meses de embarazo se fue a Buenos Aires de su amiga Gaby, allí hizo un curso de estética y se vino con mercadería para el negocio y los insumos de el curso que había hecho. Había caminado todo Once y con gaby habían hecho una parada en un restoran para almorzar algo después de haber recorrido toda la mañana. Se quedó varios días, el papá de gaby tenía una pizzeria y a la noche cenaban allí, la mimaban mucho, ni la dejaron pagar un vaso de agua.

Julia extrañaba mucho buenos aires. No tenía ganas de irse, pero tenía que volver al pueblo con las cosas para armar el negocio y la estética. Tenía muchos planes de trabajo. Aunque sabía que después de nacimiento de Jana debería tomarse unos meses para recuperarse.

Tuvo que ir a cesárea porque no tenía contracciones ni dilatación así que hicieron una cirugía programada. Entró a la sala de cirugías, en la sala de espera estaba alejo con Gina y su pareja. La llevaron en silla de ruedas, le pusieron la peridural que de los nervios que ya se hacían presentes ni sintió el pinchazo. Era la primera vez que estaba en un quirofano. Los ruidos externos, la cirujana que le decía todo lo que le iban a hacer, diciéndole que se quede tranquila que todo estaba bien, pero cuando Julia empezó a sentir el tironeo de la bolsa saliendo de su vientre rompió en llanto, la quería ver, quería tenerla, el llanto de Jana era único, era su hija, no podía ser alguien más, el anestesista le acariciaba la cabeza y le decía que la bebe estaba re bien que se la habían llevado para limpiarla, y que ya la traían, esos segundos fueron eternos. Cosieron su vientre y la llevaron a la sala de maternidad donde estaban esperando Gina y Alejo, la pusieron sobre su pecho, y el corazón de Julia se murió de amor por esa criatura que había salido de sus entrañas.

Venían a cada rato las enfermeras para ver que empiece a tomar el pecho, pero a Julia aún no le bajaba la leche por lo que le producía un dolor inmenso, cada diez minutos la ponía de un pecho y luego del otro. También le daba mamadera pero no la quería, quería estar arriba de su mamá succionando aunque no saliera nada. Se quedaron en observación 48 hs, les dieron el alta y se fueron a su casa. Se fueron como dos y volvieron tres. En casa los esperaban la madre y abuela de Alejo que estaban enloquecidos por la nietita. Para todos fue algo emocionante y nuevo y el comienzo de una nueva etapa