La oficina del amor

Si había algo o un lugar donde Rocío y Julia podían estar juntas era la oficina de Rocío.

Era un lugar muy amplio, tenía varios escritorios y pc de diferentes sectores, la sala de auditorias donde Julia recibía los auditores del ministerio de trabajo o de las empresas con quienes tenían contrato, y que para renovarlo se hacían las audiciones y Julia era la encargada de tener la documentación de la fábrica y de presentarla en cuanto vinieran, de tener las fechas al día y todos los requisitos que eran indispensables para mantener los contratos y la empresa en funcionamiento. Si bien era un trabajo muy exigente, tener el calendario lleno de fechas, la documentación de los empleados, las fichas de ingreso y egreso, a Julia le apasionaba trabajar bajo presión. La sala era grande de las típicas mesa ovaladas de vidrio con las sillas alrededor, bien acomodadas, saliendo por un pasillo entrabas a las oficinas donde estaba el contador, calidad y la oficina apartada de Rocío.

La de ella era bastante grande, tenía un futon donde ella solía recostarse despues de los días largos y de muchos trámites. Al entrar olía a rosas o a jazmines. Ibas a encontrar un florero con flores de tela pero casi naturales que no se notaba la diferencia. Los bibloratos estaban minuciosamente organizados por fechas y por catálogo, los estantes impecables de limpios y una felpa que olía a blem sobre un rincón. No digo que haya sido una maniática de la limpieza pero mantenía su lugar muy organizado. En la pared había un televisor Led donde podía poner música o ver algún programa. No le gustaba la radio, solo disfrutaba de tener el TV prendido. Muchas de las noches largas antes de irse a su casa solía cenar sola en ese lugar. Era como su bunker, su lugar, su refugio. Julia tenía su escritorio en planta baja y se comunicaban por un interno.

La tensión entre ellas iba en aumento y había que decidir quién iba a dar el primer paso, aunque creo que fue mutuo. Rocío llegó ese día, comiendo como todos los días un turrón, con la cartera dorada en un brazo y con un bolso grande que pesaba.

-¿Te ayudo? Dijo Julia. Agarrándole el bolso, más que una pregunta fue una afirmación porque la siguió hasta su oficina y por las escaleras para ayudarla.

Rocío le dijo - Traje un montón de ropa interior, que me dio una amiga para que me mida ¿Querés ver si te gusta algo? Julia asintió. Era horario de trabajo pero como la orden la daba la jefa no había problemas. Rocío llamó para que les alcancen un café, negro, sin azúcar mientras abrían el bolso y sacaban los paquetes. Era como una juguetería, nunca había visto tanta ropa interior junta. Iban a estar un rato muy largo viendo y encontrando los talles. A Rocío no le importaba. Solo quería la compañía de Julia.

Por el interno, llamó Belén de facturación, ofuscada.

-¡Está la gente del ministerio en la puerta y Julia no baja!, Julia bajó, la sala de audiencia estaba preparada y el café para los auditores estaba preparado. El bibliorato con la documentación que iban a pedir estaba en orden, como siempre. Mientras Julia hablaba con las personas del ministerio que pedían los documentos de la empresa, uno de los auditores , le pidió a uno de los apoderados que le haga un recorrido por la fábrica. Los apoderados eran Rocío y Martin que eran hermanos.

Martin le hizo el recorrido, pero cuando el auditor le preguntó sobre la puesta a tierra no supo que responder y fue inmediatamente a buscar a Julia que lo único que tenía en sus pensamientos era a su jefa en ropa interior. Más allá de las horas que parecían no pasar nunca, la reunión finalizó con un acta por la jabalina que el dueño no sabía dónde se encontraba. Julia tenía que hacerse responsable de hacer el descargo de la incompetencia de su jefe y eso la puso de muy mal humor.

Rocío sabía muy bien que su hermano era un maltratador, por momentos lo ignoraba, otras lo enfrentaba. A veces se sentía abatida, agobiada, siempre a la defensiva con sus familiares, como si ellos siempre le reclamaran algo y ella tenga la obligación de cumplir. No se llevaba con su madre, era una mujer difícil y de mal carácter. Cada vez que Julia recibía su llamada, podía sentir su aliento entabacado con una tos persistente y una voz penetrante e impertinente. Por pedido de Rocío, la mayoría de las llamadas las rechazaba.

-"No está"

-¡ Dale nena que no soy pelotuda, pásame con mi hija!

Julia pensaba, que si no era pelotuda debería darse cuenta que Rocío no quería hablar con ella.

Se acercaban las fiestas y también los balances, los cierres, las auditorias, las llamadas de la señora maleducada, el hermano que no pasaba de molestar y no hacia nada productivo, los contratos que se cerraban, mucho para los hombros de una mujer tan sola.

En una oportunidad Rocío le contó a Julia sobre la pérdida de un bebé de 8 meses en su panza, producto de la violencia de su ex sobre ella. Ese era su peso mayor, la culpa y el dolor. Pero sobre todo ya no tenía ganas de soportar malos tratos de nadie. Era decidida y había comenzado a gritar. Pronto se notaria su buen humor, el rumor de un nuevo amor se correría entre los empleados en la fábrica.

De repente, el ambiente olía a perfume, la jefa se maquillaba y en el escritorio de Julia siempre había un turrón o un chocolate. La sonrisa la delataba.

-¿Subís? Tengo algo para vos. Algo que te va a gustar

Era casi la hora de almuerzo, Julia subió entusiasmada y con una intriga terrible. Belén se percató del suceso. El fin de semana palpitaba y Rocío estaba cansada de todo lo que tenía que ver con lo laboral y si bien cumplía con su empresa, había empezado a vivir más. O mejor.

La puerta se abrió y la esperaba con un vestido muy escotado, corto y se podían ver sus hermosas piernas largas. El cabello rubio ondulado suelto, de un perfume tan dulce, como lo sería su boca.

Charaaaaan! ¡Sorpresa!

En el escritorio había una gran tabla de sushi, la comida favorita de Julia, quien se sentó en el futón mirando la tabla con un hambre voraz, la mañana había sido larga. Se sentaron una al lado de la otra, Julia vio las piernas doradas de Rocío y no pudo evitar posar su mano sobre una de ellas. En la comisura de la jefa, quedó una gota de salsa de soja, mientras hablaban del trágico año. Fue una de las pocas veces que Julia se dejó llevar por su instinto, se acercó a ella y le pasó su lengua por sus labios. Esas palabras que se habían tragado ahora lo estaban poniendo en hechos, las manos de Julia sobre sus piernas abriéndolas con tanta delicadeza como quien abre una ostra para ver su hermosa perla. Una perla que se cubría con una lencería de encaje blanca, Julia se arrodilló a ella, le quitó la ropa interior y le subió el vestido, con sus dos manos le tomó los pechos acariciándole mientras besaba con furia su sexo, como si tuviera sed, no paró hasta que Rocío llegó al éxtasis, sus gemidos eran suaves pero intensos, el cuerpo le temblaba, el pecho donde se apoyaban sus cadenitas de oro estaban empapadas de transpiración, levantó a Julia y la encimó sobre su cuerpo, le bajo el brassier y comenzó a besarla mientras que con una de sus manos se metía en la vagina de Julia, que denotaba excitación llevándose Rocío los fluidos de Julia a su boca.

¿Quién es? - preguntó rocío después de que golpearan la puerta y después de haber tenido sexo con Julia. Mientras se vestían, y aún no podía abrir.

Carla, necesito que me firmes unos informes. Dijo, con tono seco.

-Ahora no puedo, en una hora bajo. Le respondió sin dar explicaciones, haciéndole una seña pícara a Julia de que tenían que seguir con el almuerzo.

Habían tomado un poquito de vino y en un minibar que había en la oficina Rocío había guardado postre. Ya habían pasado como dos horas y media y el interno empezaba a sonar. Rocío no atendía. Golpean la puerta y era Belén

¿Estás bien? Dijiste que bajabas en una hora.

Estoy almorzando, luego bajo. Respondió, y entre dientes a Julia murmuró - "Me tienen los ovarios rebalsados '

Rocío bajó, con su sexy atuendo dejando a la mayoría boquiabiertos pero sin decir una palabra, firmó lo que tenía que firmar y Julia volvió a su puesto de trabajo.

Podía sentir las miradas entre las empleadas porque lo que había ocurrido a a la vista del resto había sido muy evidente.

A la tarde la situación seguía siendo incómoda. Las miradas de Belén que no podían ocultar que sabía lo que pasaba. A Julia le entró el pánico cuando el interno sonó.

-Cuando puedas, subí. Le ordenó su jefa.

OK, respondió con cara de "acá no pasó nada pero bueno, si pasó todo".

Julia atravesó la sala de audiencia con la mirada de Karen encima, "¿habrá escuchado?" pensó.

Rocío estaba sedienta de más, Julia también, ¿Quién podría resistirse a ese perfume y a esos labios, a esos rulos rubios, a esa lengua dulce y a todo ese ser tan femenino hasta el último poro, cada gota, cada célula que eran como terciopelo donde hundir el rostro hasta ahogarte.

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Comments

Celeste Medina

Celeste Medina

🤯

2023-12-18

0

Gina Mora

Gina Mora

Huy no se aguantaron las ganas y quieren mas

2022-08-10

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