El regreso de Julia a vivir con su padre en su ciudad natal con todos los prejuicios que conlleva una sociedad pequeña, significó para todos un impacto, Julia no sabía que imagen tenían de ella que podían censurarla, que no tenga perros, que no lleve "hombres a su casa". El refugio que ella encontraba eran sus amigos de Buenos Aires, con quien mantenía contacto a diario y les comentaba de su situación. Allí conoció por medio de un amigo a Deborah, quien le devolvió una parte de su ser.
Viajó a conocerla, y el entusiasmo por ello la llevó también a sentir un poco más por el hecho de volver a la ciudad donde ella había elegido vivir. Donde aprendió a valerse por sí sola. A tener responsabilidades y ser independiente. Cosa que en ese momento como dependía de su padre, le traía mucho malestar. Debh era todo lo que Julia anhelaba. Vivía sola, tenía su trabajo, estaba conforme con su sexualidad y con su entorno, era abierta políticamente y con una personalidad avasallante. Rubia, de tez blanca, porte androgina. Si bien a Julia le atraían las mujeres femeninas, Debh no dejaba de serlo aún vistiéndose con smoking. Empezaron afianzar su relación de a poco, Julia tenía esperanzas de volver a ser quien siempre fue, libre.
Con Debh podía hablar de cualquier cosa, Julia con ella era la niña mimada que nunca fue. La tapaba cuando tenía frío o se encontraba enferma, le llevaba el café al sofá que con tanto cariño le preparaba, Julia se pasaba horas mirando la televisión, mientras su novia trabajaba desde la casa o desde la sede. Julia cocinaba, se adueñó de todo lo que Debh tenía en la cocina, los ingredientes y los utesillos así su muestra de amor para con ella, esperándola con una exquisitez. Iban a comer sushi al restoran preferido de Julia que se encontraba sobre la calle Tucuman, con un vino y a la vuelta siempre esperaba en la heladera algún vino para seguir la noche. Fue una noche donde volvieron del restoran, pusieron la TV y el vino se descorcho. Jugaron a las prendas pero Julia ganó Debh tenía que meterse en el closet y salir, como algo simbólico y gracioso.
Estaba tan a gusto que el hecho de tener que volver la estresaba. Tenía que volver por Caro. Que había considerado ponerla en una guardería por si volvía a Buenos Aires a vivir lo cual en ese momento era lo mas posible. No pensaba en deshacerse de Caro. Hasta habían llegado a un acuerdo para buscar un departamento para que pudieran estar las tres. La idea de volver era algo factible. Hasta casi tenía fecha. Fue cuando Julia tuvo que volver cuando él desastre retornó a ella como un imán.
En buenos aires se había acostumbrado a salir a correr o a caminar por Puerto madero, mientras Debh no estaba, a su regreso quiso retomar su actividad física que por un lado la ayudaba a no estar en la zona de guerra. Caro ya tenía más de siete meses y la empezaba a seguir donde Julia iba.
Fue una tarde donde Julia se preparo para ir a caminar por donde el camino se había llevado la vida de Lorenzo. Como todos los días se puso un buzo viejo, y como nunca sin sus auriculares dispuesta a que Caro la acompañe. Un kilómetro y medio hicieron casi llegando donde su cuñado había perdido la vida, cuando un automóvil a alta velocidad pasa por su lado. El segundo en el que Julia vió a su compañera en el medio de la ruta queriendo seguir un perro que iba en dirección contraria y las luces del auto supo lo que pasaba. Arrastró a Caro unos metros y siguió. Julia, en su desesperación, no socorrio a caro, si no que se paro en el medio del camino para pedir ayuda cuando una camioneta paro y ayudo a trasladar a su perrita a la veterinaria. Caro temblaba cuando llegaron. - No te vayas-le pidió Julia mientras la sacaban y la veterinaria la sacaba de la parte de atrás de la camioneta.
Caro se fue. Se fue con Lorenzo, se fue con los ángeles, se fue. Julia sintió de repente esa soledad que invade y tritura todo lo que tenía a su paso.
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Comments
Celeste Medina
Ay noooo
2023-12-18
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