La relación con José duró cuatro años, los últimos dos fueron los peores. Las peleas y la agresión física se volvieron habituales. Julia sentía que ella era problema y que debía tratarse. Sin dudas tenía su autoestima por el subsuelo y no creía poder dejarlo. Dependía de él económica y emocionalmente. Y aunque ella tuviera su trabajo, ya para ese entonces había conseguido un puesto administrativo en una fábrica de básculas industriales, donde ella podía pasar horas, más de las laborales haciendo extras. En esos últimos tiempos, estaba todo muy difícil en su casa. Rocío, la empleadora, fue la primera que se dio cuenta que algo no estaba bien con Julia. La veía llegar triste, tímida, con algunos moretones en los brazos a los que Julia les atribuía alguna caída. Fue un día en que la vio llegar, dejar su paraguas y fue directo al toilette porque llovía, tenía los ojos hinchados de haber llorado pero también los tenía violeta. Eso no era una caída. Eso fue un cobarde y vil puño en su rostro. Rocío la siguió y mientras se secaba la ropa mojada le dijo; - Yo no puedo hacer como si nada, no te puedo ver así, tenés que hacer la denuncia, no estás sola, yo te voy a acompañar.
Julia sintió como el fin se asomaba, pero en esos días de charla con Rocío se convirtió poco a poco en una amistad donde los sentimientos empezaron a involucrarse, y sus sentimientos que creía haber enterrado, o creía que había sido algo pasajero, volvían, para convertirse en lo que siempre fue, lo que había negado para poder sentirse normal. Era normal, solo que la educación que tuvo y la sociedad que no estaba preparada para muchas cosas presionaron a Julia para que encaje donde no iba. Y mucho menos en una relación con una persona violenta. En Rocío encontró contención, se escribían en el horario de trabajo por el chat interno. Su jefa también pasaba por una situación similar, así que empezaron a ser confidentes y la atracción entre ellas no tardó en aparecer. Julia, como siempre tan insegura de sí misma, no creía a Rocío le pasara lo mismo. Se preguntaba a sí misma si era ella la que confundía las cosas. Si su amiga le brindaba una amistad sincera y sentía culpa por sentir atracción por ella. Pasaban los días y Julia se quedaba después de hora para terminar el trabajo, pero también para no tener que volver a su casa y sobre todo porque sabía que cuando el resto de los trabajadores hayan cumplido su horario, Rocío bajaría a cebarle unos mates con limón y a ayudarla a pasar los tickets al sistema.
Llegaba la primavera, Julia ya no tenía intimidad con José, ella sabía bien que él ya tenía otra pero a esa altura no le importaba porque Rocío ocupaba su cabeza y algo más. Estaban cada vez más cerca, más tiempo juntas, Julia la acompañaba a hacer trámites e ir a reuniones a capital. Iban a restoranes y podían quedarse hablando durante horas.
Una tarde, la joven, que en ese momento ya tenía como treinta años, rubia, delgada y frágil, y aunque se sintiera gorda con todo el peso del desprecio con el que se lo decía José, así se sentía. Se cruzó en su horario laboral para comprarse un agua y algo para comer al kiosco de enfrente. Un ladrón la asaltó para robarle el celular y en el forcejeo le cortó la nariz, el cuello y el brazo. No fueron heridas de gravedad pero si un susto tan grande que Julia comenzó a gritar, y a correr, en su desesperación, al ladrón que se subía a un auto blanco, Rocío y Daniel, su hermano, escucharon los gritos y salieron en su auxilio. Rocío cuando vio a Julia llena de sangre se desesperó, Julia pudo ver en su rostro la expresión de desesperación, la abrazó y la llevó dentro de la fábrica para asistirla. Las heridas eran superficiales pero de la nariz sangraba mucho, la hizo sentar en el baño y le ponía desinfectante con una gasa, Julia veía su preocupación en la expresión que tenía.
"Hacía mucho que alguien no se preocupaba tanto por mi" - pensó.
La llevaron al hospital, donde la curaron y el cosieron el brazo. También a la comisaría para hacer la denuncia del robo, donde Julia proporcionó la patente del auto blanco y resultó ser un vehículo robado. Le tomaron declaración e hicieron un identikit de el ladrón. Rocío llevó a Julia a su casa para que se tome el resto del día para que descanse. La llamo a la noche para saber como estaba y se quedaron un par de horas al teléfono, escuchar su voz la tranquilizaba. Se escuchaba preocupada y conmovida. Rocío le propuso que se tome un par de días, pero Julia insistió en ir a trabajar al día siguiente.
Eran las siete de la mañana cuando entró a la oficina y prendió su computadora para comenzar su jornada, llamar a los bancos y recolectar las fichas de los empleados. Rocío entra por la puerta, con un vestido floreado. Comiendo una galleta de arroz y le dejó un turrón en su escritorio. Le dijo que en un rato suba, que tenía que hablar con ella. Necesitaba una opinión de una ropa que necesitaba medirse, de la planta de arriba no había llegado nadie así que subió, y ahí estaba ella, con su cabello rizado largo, una sonrisa de dientes perfectos, un perfume de jazmín y el bolso de ropa. Vení, le dijo. Cerró la puerta de su oficina, y empezó a desvestirse. Julia no quería mirar. Era ropa interior la que necesitaba probarse. Rocío le pidió que le cierre el sostén y Julia puso sus manos en la prenda. Rocío tomó sus manos con las suyas y se las llevó a la cintura, apenas se dio vuelta y se miraron, Julia se puso enfrente de ella, y fue el momento que tanto habían esperado, empezaron a besarse con una efusividad incontrolable, tenían que apurarse porque llegarían el resto del personal, así que fue un encuentro muy apasionante pero no conforme, necesitaban más tiempo para estar juntas. La gente empezó a llegar y tuvieron que dejarlo para después. Julia volvió a su escritorio con la cabeza y el corazón hecho añicos. ¿Qué era lo que acababa de suceder?
Los días posteriores, esperaban a que las oficinas queden vacías. Ese era su punto de encuentro, a veces las ganas las podían más que no median consecuencias. Tal fue así, que Rocío llamó por el interno a Julia para que vaya a su oficina. Estaban las dos besándose furiosamente, con una mano dentro del pantalón de Rocío y la otra en su cola, contra la pared con las camisas desabrochadas, se besaban los pechos y la boca, pero un pequeño detalle, ya vivido por Julia en el pasado hizo un deja vu. La puerta se abrió por Belén, de facturación, sobrina de Rocío. Abrió los ojos grandes y cerró la puerta como si no hubiera visto nada.
Julia tenía tanta vergüenza de volver a su lugar por miedo que Belén le dijera algo, pero no.
Tenían que encontrar otro lugar para verse, aunque trabajar juntas se complicaba porque no podían esperar para amarse. Se dejaron llevar durante ese año. La empresa era familiar y pequeña por lo que los chismes corrían rápido. Pero todos los trabajadores respetaban mucho a Rocío, era buena, mediadora, pacífica y sobre todo siempre por derecha. Creo que a nadie le importaba con quien se acostara mientras estuviera bien y contenta, era una persona fácil de querer, no tenía medias tintas y era muy directa y transparente. Su sueño mayor era ser mamá. Con su pareja anterior no había podido, hasta había perdido un embarazo al enterarse que el padre de su futuro hijo la engañaba y le robaba. Terminó esa relación, pasó mucho el tiempo hasta que se puso de novia con Gabriel. Con quien tenía algunas diferencias al principio, pero después empezaron a llevarse mejor.
Julia en su casa estaba incomoda con la presencia de José. Otra vez la agresión, otra vez los golpes. Se enojaba si la mesa estaba sucia. Se enojaba por todo. En una pelea Julia logró escaparse y fue hacia el balcón donde José la agarró para tirarla, pero fue ese día que justo estaba su madre, Susana quién presenció la disputa y en ese momento en el que José iba a tirar a Julia por el balcón, le pegó en la espalda con un palo de escoba para que la suelte. La soltó. Se tomó varias pastillas y se acostó a dormir. Hablaba incoherencias, de un abuso de cuando era chico y no se cuantas cosas más.
Fue a trabajar a la mañana síguiente, Rocío volvió a verla llegar con moretones y golpes. Ese día fueron juntas a hacer la denuncia por violencia doméstica, con todo el miedo que tenía que tome represalias, algo si tenía bien en claro y era que no quería terminar muerta por las manos de un psicópata. Había llegado el fin de José.
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Updated 71 Episodes
Comments
Celeste Medina
las pruebas de la vida... /Frown/
2023-12-18
0
Gina Mora
Hasta que se decidió. Que bueno
2022-08-10
0