Capítulo 18

En la trama original, Jeremy se había convertido en un experto mentiroso, claro que esas mentiras eran dichas cuando la situación lo ameritaba o, mejor dicho, cuando se trataba de salvar o proteger a Elizabeth de algo que ella misma se había provocado. Como cuando ingresó a un bar, sin pensar en las consecuencias, para provocar a unos maleantes que eran secuaces de su media hermana y así hallar pistas sobre lo que sucedió el día de su boda; obviamente, no había sido una buena idea, porque terminó siendo arrastrada por ellos hasta que Jeremy hizo acto de presencia y fingió ser un policía… así que gracias a su habilidad para mentir y su buena actuación, lograron averiguar un dato importante que sirvió para desenmascarar a aquella mujer ante la sociedad.

Supuso entonces que, en su situación, la ayudaría a salir de semejante embrollo provocado por Alex y Max; pero al ver sus ojos desconcertados, la boca abierta y el sudor bajando por su frente, se dio cuenta de que él no haría nada por ayudarla ya que no era la protagonista. Y aunque por un momento sintió una punzada en su corazón, sabía que no podía culparlo… después de todo, él estaba escrito así: para vivir sólo por Elizabeth.

—¿Mamá? —preguntaron ambos niños, al unisonó.

Y aquello bastó para despertarla por completo. Miró a su alrededor, y notó que las personas estaban atentas a ese drama, en espera de una explicación…

—Sí él es su padre a quien habíamos creído muerto después del accidente de auto —dijo en automático, sin hacer ninguna pausa, como si se tratara de un robot—, y ahora que nos ha encontrado podemos ser felices juntos —se agachó un poco y cargó a Alex para dárselo a Jeremy, mientras ella se apresuraba en tomar en brazos a Max—. Así que vamos a casa para comenzar una nueva vida juntos. Adiós, bye.

Al terminar aquel diálogo, y sin que nadie lo esperara, haló del brazo a Jeremy para que los dos salieran corriendo lo más rápido que pudieran de aquella multitud; ambos corrieron sin dejar de soltar a los niños y se alejaron del lugar.

...* * *...

—Intento encontrar el parecido, pero no puedo… —dijo Jeremy, mirando fijamente a ambos niños que se encontraban sentados en la misma mesa que ellos—, ¿segura que son tus hijos?

—Te lo he dicho por enésima vez, no son mis hijos —respondió ella mientras se llevaba un pedazo de pan a la boca.

Los cuatro habían logrado huir de aquellas personas, y ahora se encontraban en un restaurante a punto de almorzar. Al principio, Kanna quiso deshacerse de los pequeños, pero por más que buscó a su alrededor, no encontró al chofer -según la novela- que siempre los acompañaba a todas partes; y dejó de hacerlo cuando Jeremy comenzó a preguntar si eran sus hijos…

—Son los hijos de mi exjefe, pero no comprendo porque dicen que soy su mamá —explicó, sin dejar de observar a ambos niños que le sonreían dulce y falsamente—. Tal vez es su venganza…

De pronto la ligera risa de Jeremy explotó en una sonora carcajada que causó la sorpresa de ella y de los pequeños; entonces se vieron unos a otros, sin saber qué le había parecido tan gracioso, y esperando a que se detuviera para que les explicara la razón. Pero él siguió riendo fuertemente, sujetándose el estómago e inclinándose hacia delante.

—¿Por… por qué… por qué se vengarían de ti? —preguntó Jeremy con gran esfuerzo para no estallar en otra carcajada—. Son unos niños, ¿qué tendrían en tu contra?

—No lo sé —respondió ella, avergonzada después de analizar lo tonto que había sonado su respuesta anterior—, pero tampoco tiene sentido que me digan “mamá” cuando no lo soy. Ni siquiera convivimos tanto como para que ellos se encariñaran conmigo a ese nivel.

Los había visto una vez y había estado con ellos poco tiempo, de hecho, ni siquiera les había brindado alguna palabra bonita como para que se obsesionaran con ella como lo habían hecho con la protagonista; claro que con Elizabeth estaba justificado porque, después de todo, eran madre e hijos, por lo que era natural que sintieran ese “no sé qué” que los atraía a ella. Como la luz a las polillas. De pronto pensó en su padre, que en la primera oportunidad que tuvo la abandonó para huir de una deuda que él mismo se había generado, y cuando por fin se habían reencontrado después de algunos años, sólo sintió repulsión… y huyó de aquel restaurante sin mirar atrás, mientras él no dejaba de gritar: ¡Hanna!

—¡Hey, Hanna! —le llamó Jeremy, sacándola de su ensimismamiento—. ¿Estás bien?

Al escuchar eso no supo qué responder, pues no comprendía por qué él le hacía tal pregunta, ni por qué los niños la miraban preocupados, y mucho menos entendía la razón por la cual el mantel de la mesa estaba manchado de sangre. De repente sintió que algo le escurría de la nariz, se llevó la mano a esa zona y tocó aquel líquido caliente; luego bajó su mano y al mirarla, descubrió la gran mancha carmesí…

—Estás sangrando —dijo Max, mientras Jeremy se apresuraba en pararse y tomar la servilleta que le había ofrecido Alex—. Siéntate derecho e inclínate hacia adelante para que no tragues sangre.

Rápidamente, Jeremy dobló la servilleta y, con mucho cuidado, se la colocó en la nariz; luego le hizo de señas al camarero para que se acercara, y pudo escuchar que le pidió que trajera un paño húmedo.

—Ahora presiona los lados de tu nariz con los dedos pulgar e índice —siguió explicando Max al mismo tiempo que imitaba los movimientos para que ella viera como hacerlos.

—Etoy bien —respondió al ver el alboroto que comenzaba a generarse, sin dejar de apretar su nariz—, sólo ed una hemodagia nadsal.

—Esto no es normal, Hanna —respondió Jeremy, alzando su voz—. Te pusiste pálida, tus ojos se nublaron y tu cuerpo se inclinó hacia un lado, como si te hubieras desmayado… ni siquiera respondías a mis llamados.

—¿Marcamos a una ambulancia? —preguntó el camarero que llevaba consigo el paño húmedo, que le pidió Jeremy, sobre un plato—, ¿o podemos preguntar a los comensales si hay un doctor?

—Hermano, ya le mandé un mensaje a Ali para que venga con el chofer —dijo Alex, agitando su celular—, y llevemos a Hanna al hospital.

Y al escuchar la palabra “hospital”, Kanna se levantó rápidamente de su asiento, evitando que Jeremy le colocara el trapo húmedo sobre su frente; y sin dejar de apretar su nariz, se alejó un poco de ellos para que lograran escucharla con claridad. Trató de pensar en una respuesta acertada para calmarlos, pero por más que lo intentaba, no se le ocurría ninguna lo suficientemente creíble... sobre todo porque ni ella misma sabía que es lo que le había sucedido.

—Deténgandse todos —soltó, procurando no alzar su voz—. Edtoy bien, ya dejé de sand… grar —dejó de apretar su nariz para pudieran observar que la hemorragia se había detenido—. Calmémonos todos, sólo es estrés…

—¿Fue por lo que hicimos hace rato? —preguntó Max, mordiéndose los labios mientras que con sus pequeñas manos apretaba los laterales de su short—, que mentimos y dijimos que eras nuestra mamá.

—¿Por eso te enfermaste? —agregó Alex, conteniendo las lagrimas que se asomaban de sus ojos.

Al ver que ambos niños se encontraban afligidos y apunto de llorar, negó rápidamente con su cabeza; luego se agachó para estar a su altura y, por una extraña razón, los rodeó con sus brazos y los acercó a su cuerpo en un vago intento de consolarlos. Suponía que esa situación tenía algo que ver con su estado actual, no podía simplemente decir la verdad y hacer que se sintieran mal; y aunque eran personajes que le caían mal gracias a la manipulación que ejercían sobre la protagonista, en ese momento, sólo podía ver a dos cachorritos que parecían haber sido regañados por su dueño.

—No es así. Estoy estresada por mi trabajo.

Entonces notó como el cuerpo de Jeremy se tensó y que apretó su mandíbula.

—Debo hablar a la boutique —dijo, tomando su celular que tenía guardado en el bolsillo del pantalón—, esto no puede quedar así…

—Espera, espera —le interrumpió. Aunque no entendía qué es lo que podría hacer Jeremy para arreglar su situación con una simple llamada.

Aún así, tenía que decir o hacer algo para evitar que eso se hiciera más grande, de lo contrario, la terminarían corriendo de su trabajo por levantar falsos. Su trabajo no le provocaba ninguna especie de estrés, ni siquiera cuando ahí mismo conoció a Edward Wright (el medio hermano de Derek) y a su detestable novia; al contrario, el ambiente era agradable a comparación de la empresa del protagonista masculino, porque en ese lugar, tenía que tener mucho cuidado para no encontrárselo y que la terminara asesinando.

—¡Mentí! —vociferó y después, muy a su pesar, añadió—: en realidad es porque desde hace unos días, sólo he comido una vez al día.

Y ante aquella revelación, notó como poco a poco, la expresión de preocupación en el rostro de Jeremy se transformaba a una de enojo.

—Te refieres a una comida aparte del almuerzo que tenemos juntos, ¿verdad?

—No, sólo nuestro almuerzo y ya.

—Pero, ¿qué te pasa? ¿qué es lo que pretender lograr con eso? —preguntó Jeremy, sumamente enojado—, ¡mira como estás por hacer eso!

El tono de su voz la asustó por un momento, ya que nunca, desde que lo conoció en persona, le había hablado de esa forma; luego miró a los niños y notó que ellos también se habían asustado, así que se armó de valor para interrumpirlo…

—Podemos hablar de esto en otro lado, Jeremy.

Y antes de que él pudiera dar su respuesta, la puerta del restaurante se abrió de repente.

—¡Niños! —gritó la voz de una mujer.

Al regresar a ver en la dirección de donde provenía, ella y Jeremy se quedaron congelados al observar a la mujer que entraba y corría hacia ellos, abriendo los brazos y llorando escandalosamente. Kanna no necesitaba que alguien le dijera quien era aquella persona que, a unos pasos de distancia, se agachaba para inmediatamente abrazar con fuerza a Max y a Alex, pues su apariencia con facilidad la delataba: Elizabeth. Ante su presencia, la respiración se le cortó, y trató de no mover ningún musculo para evitar que ésta se diera cuenta de su presencia, luego miró a Jeremy, que había enmudecido y no dejaba de observar cada uno de los movimientos que aquella mujer hacía; viendo esa escena, se preguntó cuántos segundos pasarían para que el amor que él había suprimido por tantos años surgiera de nuevo.

—Por favor, no desaparezcan así —dijo la mujer, limpiándose las lágrimas con el dorso de su mano—. Moría de angustia al no saber en dónde se encontraban.

—¡Ali! —gritaron ambos niños mientras correspondían a su muestra de cariño.

Algo que le pareció sumamente extraño, porque ahora que lo analizaba, así no era el encuentro que se suponía pasaba la trama original. Y si no se equivocaba, Elizabeth debía llegar a trabajar como colaboradora en la empresa de Derek, y ahí mismo era donde se daba el encuentro con éste y con sus hijos; entonces, no entendía porqué razón ahora ella era la cuidadora de ambos niños y, sobre todo, porqué la llamaban “Ali”.

—¿Elizabeth? —preguntó Jeremy, desconcertado.

La mujer sólo los observó, después se levantó y sonrió. Y aquel gesto aterró a Kanna, como si se tratara de una señal del mismísimo infierno que le avisaba que no le quedaba mucho tiempo antes de que Derek la buscara y la matara; de repente quiso huir de la escena, y deseó con todas sus fuerzas que Jeremy se hubiera equivocado de persona, una persona que tenía un terrible parecido con Elizabeth.

—Eli, ¿eres tú? —dijo él, acercándose a la nombrada e intentando tocar su rostro.

Y la respuesta que ella dio, conmocionó a los dos.

...* * *...

C o n t i n u a r á . . .

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Comments

Laura Álvarez

Laura Álvarez

Que paso como que no estaba desaparecida Elizabeth y resulta que es la niñera de sus hijos que pasará con jeremi y Hanna y que les dirá ella 🤔🤨

2024-11-23

0

🤗Finita💖💫🇲🇽

🤗Finita💖💫🇲🇽

Cómo es que ella no se quedó con los niños al principio y los tenía el CEO, como que me confundí.

2022-06-13

4

~√{©£¢%}✓¶🌟💖

~√{©£¢%}✓¶🌟💖

Que intriga....

2022-05-16

2

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