Capítulo 9

Al principio, cuando Matt le ofreció un puesto dentro de la empresa de Derek Wright, no respondió de inmediato. Todo lo que quería hacer en ese momento, era regresar a su vida normal, por muy terrible que esta fuera; por tal razón, había decidido que evitaría, a toda costa, estar en el radar de dicho personaje. Así que le pidió más tiempo para pensarlo con detenimiento.

     Fueron varios días de meditación, de comparar los “pros” y los “contras” que conllevaban el trabajar para el personaje que detestaba y que un día la mataría, sin embargo, se dio cuenta de que el sueldo que ganaría podría ayudarle a pagar la deuda de la verdadera Hanna en los seis meses que había pactado con Jack; así que, teniéndolo claro, decidió que eso era más importante que todo lo demás.

     Asimismo, sería sencillo eludir a Derek; sólo debía evitar los lugares que él frecuentaba, no destacar entre sus compañeros (ni siquiera hablarles). Entonces, cuando pasaran los seis meses y pagara la deuda, renunciaría de inmediato… e iniciaría una nueva vida.

     Claro que se trataría de una vida siendo Hanna Doe, pero haciendo lo que Kanna deseaba al fin: estudiar la universidad y encontrar un trabajo que amara.

     Sin embargo, ahora el personaje principal la había despedido, condenándola a repetir las mismas acciones que Hanna en la trama original; y ella, no pudo hacer nada para evitarlo. Y aunque Sylvie le había dicho, antes de que abandonara la oficina, que no se preocupara…  no podía hacerlo.

     —Debes estar contenta.

     Aquella frase por parte de Matt la volvió a sus sentidos. El hombre se había detenido a unos cuantos pasos de ella, con una expresión contrariada, la señaló con su dedo índice de la mano derecha; luego dio unos pasos hacia ella…

     —Por tu culpa me han despedido.

     —¿Disculpa? —soltó Kanna, completamente indignada—, ¿acaso no estuvimos en la misma oficina? Porque, si no me equivoco, el CEO te ha despedido por contratar a mujeres para después pedirles favores sexuales… ¿qué pinto yo en ello?

     —¡Cállate! —gritó él, tomándola del brazo con fuerza—, ¡es por tu culpa que me descubrieron!

     —Se puede saber qué está pasando aquí —ambos escucharon una voz femenina detrás de ellos e inmediatamente voltearon, encontrándose con Sylvie Moore—. Señor Taylor, ¿quiere que llame a la policía y lo saquen arrastrando de aquí?

     Entonces, sin esperarlo siquiera, Sylvie golpeó el brazo del hombre para que éste la soltara. Kanna estaba maravillada ante la actitud de aquella mujer…

     —Nadie tiene la culpa de sus acciones más que usted mismo —sentenció Sylvie—, y si vuelve a utilizar la violencia contra la señorita Doe, me encargaré de que jamás vuelva a ver la luz del día.

     «¡Cielos, la amo!», pensó Kanna para sí misma. No podía creer que la Sylvie que admiraba estuviera delante de ella, defendiéndola cuando ni siquiera eran amigas; y entonces deseó que siempre se mantuviera así, sin perder su orgullo ante Derek Wright. Porque era sumamente triste que un personaje tan hermoso y genial como ella, no consiguiera su amor y cayera en el camino del mal para después tener un trágico final.

     —¿Todo está bien, señorita Moore? —preguntó Joe Davies, quien salía de la oficina de Derek con un extraño objeto que no podía distinguir pues se encontraba dentro de una bolsa y envuelto en un pañuelo.

     —No, ya que el señor Taylor está armando un alboroto —respondió Sylvie—. Culpa a la señorita Doe de su despido.

     —Creí que le había quedado claro, señor Taylor —los cuatro voltearon hacia atrás al escuchar aquella voz, y se encontraron con el ceño fruncido del CEO—. O acaso quiere que exponga los motivos delante de todos —sentenció.

     Y Kanna notó como el nombrado se ponía pálido; después miró a su alrededor, encontrándose con los rostros sorprendidos de todos sus compañeros que parecieron haber escuchado el alboroto provocado por Matt.

     —Señor Taylor —dijo Kanna, tenía que decir algo o de lo contrario, los demás creerían que ella en verdad había causado el despido de ese hombre—, ambos hemos sido despedidos…

     —¡Ella es una espía! —gritó de repente, y en ese instante, Kanna quiso golpearse en la frente.

     No podía creer que ese tipo se atreviera a decir semejante cosa por la desesperación, sin saber que él también terminaría incriminándose; sólo esperaba que Max y Alex se hubieran deshecho de los documentos y de la evidencia en su computadora, de lo contrario, ella terminaría en la cárcel…

     —No sé de qué habla el señor Taylor —se defendió, debía ganar más tiempo mientras tanto.

     —¡Estás robando información de la empresa! —gritó el hombre; y Kanna pareció escuchar el murmullo de todos sus compañeros.

     —¿Tiene alguna prueba? —preguntó el CEO.

     Por un momento, Matt dudó; pero después la miró, dibujando una sonrisa perversa en su rostro.

     —La vi con unos documentos mientras los transcribía en su computadora.

     Kanna trató de no desmayarse, pero podía sentir como las paredes a su lado se cernían sobre ella.

     —Si vamos a su escritorio, los documentos y los archivos deberán estar todavía ahí.

     —Está bien, muéstrenos —dijo el CEO, y Kanna no pudo decir ni hacer nada más que asentir.

     En completo silencio caminó hacia su escritorio, y al llegar los cinco a éste, se encontraron con Max y Alex, que estaban sentados dando vueltas en las sillas; al verlos llegar, se detuvieron.

     —Miren, esos son los documentos —dijo Matt, señalando las hojas que tenía Max en sus pequeñas manos antes de arrebatárselas—. Estos son los documentos que ella estaba transcribiendo…

     Pero ya no pudo continuar, ya que, al revisarlos, lo que había en esas hojas era una especie de escrito sobre los animales de la selva.

     —¡¿Qué demonios?! —soltó—, esto no son los documentos…

     —Es mi tarea —dijo Max mientras le arrebataba las hojas al hombre—, le pedimos a Hanna que nos ayudara a transcribirla.

     —Entonces, ella se deshizo de los documentos… pero deben estar en la computadora—desesperado, comenzó a buscar los archivos que esperaba encontrar, pero no había nada de ello—. No, no están.

     —Soy inocente —habló Kanna, guiñándoles el ojo, sin que nadie más la viera, a los pequeños.

     —¡Ellos deben estar ayudándola! —enojado, señaló a los niños— ¡malditos niños!

     «Eres un estúpido», pensó Kanna al escuchar la maldición que había lanzado a los pequeños; él mismo se había puesto la soga al cuello al ofender a los hijos del CEO.

     —Te atreves a hablarle así a mis hijos —dijo Derek, alzando la voz—. Llamen a seguridad y sáquenlo —le dio la indicación a uno de sus empleados, quien se apresuró a cumplir la orden—. Quiero que te vayas de aquí inmediatamente…

     —¡No! ¡Señor, disculpe!

     —¡Largo!

     Y Kanna sólo contempló como aquel hombre, que hacía unos minutos no dejaba de agredirla, se apresuró a salir como un animal asustado. Luego miró a los niños, esperando que no se hubieran puesto mal al escuchar tales palabras; sin embargo, ellos parecían más divertidos por la situación… y al ver tal reacción, quiso reír con ellos.

     —Señorita Doe, termine su jornada en este momento y retírese.

     «Joder, maldito Matt», pensó Kanna, mientras intentaba ocultar su cara de enojo ante los presentes.

     —Entiendo, Ceo…

     —¿Pero por qué Hanna se va? —preguntó, consternado, el pequeño Alex.

     Pero lo único que ganó, fue una mirada desaprobatoria de su padre. Ambos niños bajaron la cabeza mientras Derek les daba la espalda.

     —Todos regresen a sus puestos —sentenció antes de regresar a su oficina.

     «Maldito, Derek… tengo ganas de darte un puñetazo», pensó Kanna, entrecerrando los ojos al verlo alejarse de la escena. «Son niños y son tus hijos», dijo en su mente, sin entender cómo es que al final, junto a Elizabeth, podían ser una familia feliz.

     —¿Entonces no vas a jugar con nosotros? —preguntó Alex.

     —Lo siento, no podré hacerlo —respondió Kanna, mientras se apresuraba a tomar sus cosas del escritorio.

     Para su fortuna, no tenía objetos personales en éste, por lo que sólo tomaría unas cuantas cosas antes de salir de ahí, o antes de que el CEO se arrepintiera y decidiera revisar la computadora con la ayuda de un técnico para buscar archivos que hubiese borrado.

     —Gracias por ayudarme, no sé cómo lo hicieron, pero muchas gracias… —dijo ella—. Y lamento no poder cumplir con nuestra promesa. Tal vez, sea para la próxima.

     Pero ella sabía que no la habría.

     —¡Eres una mentirosa! —dijo Max antes de salir corriendo de ahí.

     —¡Hermano, espera! —soltó Alex, siguiendo a su hermano.

     Aquellos dos pequeños personajes no le agradaban en nada; sin embargo, al escuchar aquellas palabras, no pudo evitar sentirse mal.

     —Sí, soy una mentirosa —susurró.

     Y, entonces, caminó hacia el ascensor; entró y esperó que las puertas se cerraran. Ya no había nada más que hacer.

^^^C o n t i n u a r á . . .^^^

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Comments

Laura Álvarez

Laura Álvarez

Que más descarado y cínico Matt Hanna no es culpable de que te corrieran fuiste tu Sylvie también la amo ojalá y esta ves no ande tras Derek es una gran mujer merece que la quieran también que bueno que los gemelos pudieron ayudar a Hanna y no encontraron nada en su contra pero pobre de Max Hanna rompiste una promesa 🥺

2024-11-22

0

👻😈 EKX 😈👻

👻😈 EKX 😈👻

al leer animales entendí anime jajaja estoy traumada

2022-06-23

2

🤗Finita💖💫🇲🇽

🤗Finita💖💫🇲🇽

O que mal, que cumpla la promesa con los niños.

2022-06-13

2

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