Capítulo 13

Como en toda novela romántica, dramática y cliché, Edward Wright era el integrante bastardo y malvado de la familia del protagonista masculino, el villano que quería quitarle todo a su medio hermano, como si todo aquello le perteneciera sólo por llevar su sangre y apellido. Él fue quien conspiró con otros personajes para hacerle la vida imposible a Derek y a Elizabeth, incluso al punto de casi matarlos; pero al final, como siempre, ambos protagonistas lo vencen y éste muere.

     A Kanna, tal personaje no le importaba, porque serían los protagonistas quienes sufrirían gracias a sus acciones, hasta que recordó que Edward Wright era uno de los tantos villanos que manipulaban a Hanna para que se vengara de Elizabeth.

     Al recordar todo eso, quiso tomar la bufanda roja que tenía delante de ella y ahorcarse. Ahora entendía por qué razón a los demás clientes, así como las otras empleadas de la boutique, se les había cortado la respiración cuando tocó a ese hombre.

     —Jo-der —soltó ella, completamente cansada.

     —¿Te encuentras bien, Hanna? —le preguntó su compañera, quien la estaba entrenando—, te ves un poco pálida.

     —No es nada, Lilian —respondió, intentando forzar una sonrisa—. Sólo me preguntaba si lo estaba haciendo bien.

     Por un momento, la otra mujer se quedó callada y miró la prenda que sostenía entre sus manos. Ambas se encontraban doblando algunos pantalones de mezclilla para después acomodarlos en su sitio correspondiente, ya que, a esa hora, la tienda se encontraba algo vacía; y mientras sus demás compañeras habían ido a comer, la gerente había aprovechado para que Lilian le enseñara sobre el acomodo de la mercancía.

     —Claro que lo estás haciendo muy bien —a Kanna, el tono de voz que ella había usado le pareció falso—. Aprendes muy rápido.

     Creyó que había sido su imaginación, porque no era posible que en el primer día le cayera mal a una de sus compañeras cuando sólo tenían unas horas de conocerse.

     —¿O lo dices por lo que pasó con el señor Wright y su chica? —preguntó Lilian.

     —Sí, creo que no debí intervenir.

     —No debes preocuparte por eso —explicó su compañera, mientras agitaba sus manos en el aire—. Realmente nadie quiere atender a las parejas del señor Wright, son muy pesadas y arrogantes. Y parecen haber sido cortadas con la misma tijera —de pronto miró a su alrededor, y luego se acercó más a ella—. Y al señor Wright ni siquiera le importan, así que, si llegan a molestarse con una de nosotras, es más probable que él se enoje con ellas… porque no le gusta que armen escándalos a su alrededor.

     —¿Es un cliente habitual?

     —Sí, pero acaso, ¿estás interesada en él? —preguntó Lilian, y a Kanna definitivamente le pareció que su compañera se había molestado—. Porque… es imposible.

     —¿Disculpa?

     —Bueno, ya habrás visto —dijo la mujer, colocando un mechón de cabello detrás de su oreja, y sonriendo dulcemente—, el señor Wright está interesado en mujeres hermosas. Y tú, admitámoslo, no eres tan bonita.

     Kanna no supo qué decir, todavía no procesaba las palabras que había dicho aquella mujer. Y aunque ya había visto que Hanna tenía pecas en el rostro, ojeras, estaba demasiado delgada y su corte de cabello tenía la forma de un hongo; es decir, no era tan hermosa como los demás personajes… eso no significaba que podían hablar así de ella. Entonces apretó su mano en forma de puño y rechinó los dientes, conteniendo las ganas de abofetear a la mujer que, hasta ese momento, se había comportado decentemente.

     Pero la sola idea de que la corrieran de su nuevo trabajo y tener que empezar a buscar otro, la hizo calmarse.

     —Es cierto —soltó Kanna, y su compañera asintió con la cabeza—, así como tú.

     —¡¿Qué?!

     —Sí, ya sabes —explicó Kanna, sin dejar de doblar el pantalón que tenía en las manos—. Si fueras hermosa, ya hubieras llamado su atención. Pero aquí estamos las dos, doblando pantalones de mezclilla…

     —¡Eres una…!

     —Oh, chicas, ¿cómo van? —ambas voltearon a ver a la mujer que les hablaba, y se encontraron con la gerente que se acercaba, amistosamente, a ellas.

     —Bien —dijo Kanna, dibujando una gran sonrisa en su rostro—. La señora Lilian es una gran maestra.

     —Señorita —soltó Lilian, alzando un poco la voz.

     —Oh, lo siento, Lilian —Kanna se tapó la boca, fingiendo sorpresa—. Es que, como eres mayor que yo… bueno, ya sabes.

     —Qué genial que se estén llevando bien.

     Y al escuchar tal oración, Kanna no supo si la gerente era muy ingenua como para no darse cuenta de lo que sucedía, o si aquello le divertía.

     —Bueno, sus compañeras ya están regresando, así que vayan a comer.

     —Claro, Anabeth. Pero Hanna me ha dicho que le gusta comer sola, así que…

     —¿En serio? —le preguntó la gerente, y no quiso negarlo para darle el gusto a Lilian.

     —De hecho, mi amigo vendrá por mí —mintió, esperando que no preguntaran por ese amigo que se estaba inventando—, quedamos de comer juntos.

     Entonces, como si alguna entidad la hubiera escuchado, se abrió la puerta de la boutique y por ahí entró Jeremy, que no dejaba de mirar por todos lados como si estuviera buscando a alguien. Kanna supuso que no se trataba de ella, ya que él no sabía que ahora trabajaría en ese lugar; aun así, pensó en aprovechar la oportunidad que se le había presentado. Así que levantó su mano, para que él se diera cuenta de su presencia, y al hacerlo, éste sólo sonrió y también la levantó, en forma de saludo.

     —Acaba de llegar mi amigo —dijo, volteando a ver a las dos mujeres—. Ahora me iré a comer, gerente.

     —Claro, claro. Y disfruta de la compañía.

     Kanna sólo asintió, y se apresuró a caminar hacia Jeremy para que Lilian no se enterara que él estaba buscando a otra persona…

     —Hola, Jeremy —le dijo una vez llegó a su lado.

     —Hanna, ¿trabajas aquí? —preguntó él, y, por un momento, a Kanna le pareció muy exagerada su actitud—. No sabía.

     —Suenas muy sospechoso, Jeremy —dijo, entrecerrando los ojos.

     —¿En serio? —él se rascó la cabeza, mientras desviaba la mirada hacia otro lado.

     —Y más aún…

     —Okey, la verdad, es que te vi desde hace un rato —confesó, sonriendo nerviosamente—. Y quise invitarte a comer, esperando que no te negaras.

     Al escuchar eso, Kanna miró hacia atrás, en donde se encontraba Lilian, mirándola fijamente.

     —¿Todo está bien? —preguntó él, mirando hacia la misma dirección que ella—. ¿Tienes algún problema con ella?

     —Para nada…

     —Suenas muy sospechosa, Hanna —agregó él, acercando su rostro a ella—. ¿O acaso me usaste como excusa? ¿Tal vez que soy tu novio?

     —Eh, sólo mi amigo —respondió, evitando su mirada inquisidora—. Necesitaba darle una lección.

     —Bien —dijo él, volteándose hacia la puerta y levantando el brazo, ofreciéndoselo—. Hagamos que esto sea real.

     Ante esta acción, Kanna no supo qué hacer. Si se negaba a aceptar la invitación de Jeremy quedaría como una mentirosa frente a Lilian, y eso era algo que no permitiría; pero si aceptaba irse con él, no podría cumplir su promesa de no acercarse a alguno de los personajes principales que tarde o temprano la llevarían a su trágico final.

     —Ok —respondió; porque también estaba consciente de que, ahora que él sabía dónde trabajaba, no podría evitarlo.

...* * *...

     —Ahora que te veo bien —comenzó a decir Jeremy—, noto que estás muy delgada y que incluso tienes ojeras.

     —¿Tú también? —preguntó Kanna, completamente indignada mientras dejaba caer los cubiertos a su plato—, ¿vas a decir que no soy tan bonita?

     —¡¿Qué?! ¡Espera! —soltó él, sorprendido ante aquella pregunta—¿quién te ha dicho eso?

     —Nadie, olvídalo —le respondió, y tomó nuevamente los cubiertos para seguir comiendo.

     Debía aprovechar la oportunidad de comer gratis y así no gastar tanto dinero.

     —Hanna —le llamó, y ella lo volteó a ver—, tú eres bonita. Muy bonita.

     Y al escuchar eso último, casi se atragantó. Inmediatamente, Jeremy le pasó un vaso con agua y le golpeó un poco la espalda; mientras Kanna lo miraba de reojo, intentando encontrar un rastro de burla en su expresión. Y al analizarlo detenidamente, supo que él no estaba mintiendo, aquellas palabras habían sido sinceras.

     —Gracias.

     Por una extraña razón el hambre se le quitó. Y también, ya no supo hacia dónde mirar, ya que cada que sus ojos se encontraban con los de Jeremy, no podía evitar el ponerse nerviosa; mientras él, no dejaba de reír…

     —Bien —dijo ella—. Supongo que esta invitación a comer no sólo es porque te gusta alimentarme… ¿qué es lo que tienes que decirme?

     Y al decir eso, Jeremy inmediatamente se quedó en silencio.

     —Sólo quería preguntarte, ¿cómo lo supiste?

     —Saber qué —preguntó Kanna, sin entender de lo que él hablaba.

     —Que Elizabeth no me había engañado.

     Y ante aquella revelación, Kanna no encontró las palabras adecuadas para explicar por qué razón lo sabía…

     —Pedí que se hiciera una investigación de lo que sucedió el día de la boda, por lo que mi gente fue al hotel donde ésta se realizaría —explicó Jeremy, completamente serio mientras entrelazaba sus manos—. Y descubrieron que las grabaciones de las cámaras de seguridad desaparecieron. Por lo que es obvio que nadie quiere que se sepa qué sucedió aquel día.

     —Yo no…

     —Por eso dime, ¿cómo supiste que Elizabeth no me engañó? —soltó él—. Porque no te dejaré ir de aquí hasta que me des una buena explicación.

     Y en aquel instante, Kanna supo que había sido un error el aceptar su invitación.

^^^C o n t i n u a r á . . .^^^

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Comments

Claudia Andrea Gallardo Leon

Claudia Andrea Gallardo Leon

uuuuu dile que es jn idiota un tarado por no crer en su amor

2024-11-25

0

Laura Álvarez

Laura Álvarez

Muy bien Hanna no te dejes me gustó eso de “así como tu 🤭” señora Hanna no quiere estar cerca de Jeremi pero la comida es gratis🫣

2024-11-22

0

🤗Finita💖💫🇲🇽

🤗Finita💖💫🇲🇽

Mmm y ahora?

2022-06-13

2

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