Capítulo 14

Aunque Kanna no hubiera leído la novela original, era muy obvio que Elizabeth, descrita como una joven pura y buena, fuese incapaz de engañar al hombre que amaba; y más aún, que se atreviera a hacerlo el día de su boda. También, no era necesario ser Sherlock Holmes para saber quién le había tendido la trampa, ya que todos, absolutamente todos, sabían que su madrastra y media hermana la odiaban… así que, si alguien se ponía a analizar todos los hechos, sabría que la protagonista había sido inculpada.

     Por supuesto, ninguno de los personajes extras en “Atrapada por el CEO dominante” poseía la astucia para investigar más allá de los hechos; por tal razón, Kanna no podía pensar en una excusa lo suficientemente lógica y sencilla para que Jeremy no sospechara de ella.

     «Da igual, no hay forma de que él me crea», se dijo a sí misma al pensar en esa posibilidad.

     —Basándome en su personalidad, así como la amistad que tuvimos —fue lo primero que se le ocurrió decir, y trató de que sonara lo más convincente posible—. Para Elizabeth, tú eras su vida… su gran amor —notó que Jeremy, al escuchar esas palabras, dio un respingo—. Y, desde que la conocí, ella siempre fue honesta… así que no la veo yendo por la vida, engañando al hombre que amaba justo el día de su boda.

     Vio como Jeremy dibujaba una mueca de dolor y angustia en su rostro, para luego llevarse la mano al cabello y halar de éste; inclinó su cabeza hacia un lado y la miró fijamente. En ese instante, Kanna sintió un pinchazo en el corazón, algo que atribuyó a la culpa, porque sabía que tal respuesta había hecho más grande la herida…

     —Así que es verdad, fui una basura con ella y no le creí.

     Notó que los ojos de Jeremy se cristalizaban, como si en cualquier momento fuera a llorar; entonces, ante esa expresión, quiso abrazarlo y decirle que no se preocupara, que todo estaría bien. Pero eso no sería así, ya que, en la trama original, debido a su desconfianza, Elizabeth no logra perdonarlo por completo; y al final, ésta termina casándose y viviendo un “felices por siempre” con otro hombre.

     —No es así —respondió ella—. Al principio, yo tampoco le creí…

     Obviamente eso era una mentira, porque la Hanna original siempre lo supo: Elizabeth amaba tanto a Jeremy que sería incapaz de estar con otro hombre. Pero ella la odiaba y quería arrebatarle todo, por lo que jamás hizo algo para defenderla de aquellos rumores; sólo hizo oídos sordos y dejó que afrontara todas las burlas y críticas, mientras disfrutaba de su sufrimiento. Y a pesar de que ahora se había convertido en Hanna, tampoco pensaba intervenir; lo único que le importaba era su supervivencia y alejarse del drama de los personajes principales.

     Además, tenía la certeza de que Elizabeth, con la ayuda de Derek y Jeremy, limpiará su nombre y hará que los verdaderos culpables paguen por sus crímenes.

     «Una de las ventajas de ser la protagonista: al final, todo se resolverá fácilmente para ti», pensó.

     —Pero yo debí creerle —dijo él para después darse un manotazo en la frente.

     —Lo hecho, hecho está —respondió Kanna, mientras removía la comida de su plato con los cubiertos; no quería que él se siguiera atormentando—. No puedes hacer nada para cambiar el pasado… pero lo que sí puedes, es hacer algo a partir de ahora.

     —¿A qué te refieres?

     —A que, si ya descubriste que hay algo extraño en lo que sucedió aquel día, debes averiguar la verdad. Encontrar a los culpables y buscar justicia para Elizabeth.

     Kanna esperaba que así, Jeremy se mantuviera lo suficientemente ocupado para no acercarse a ella por bastante tiempo; porque cada vez que él aparecía, su corazón latía desbocado, y la esperanza de que ambos estuvieran juntos surgía de nuevo. Para que al final, la voz en su cabeza le dijera que él pertenecía a la protagonista y que, por lo tanto, jamás la amaría.

     —¿Me ayudarás? —le preguntó; y al escuchar eso, casi se atragantó. No esperaba que él le pidiera ayuda—. Por favor, no puedo hacer esto solo.

     Sabía que, si aceptaba su proposición, no lograría alejarse de él; pero también sabía que, si se negaba, sería muy sospechoso.

     —Yo no creo ser de ayuda —sentenció.

     —Lo eres —dijo él, y le tomó la mano mientras sonreía dulcemente—. Gracias a ti he logrado saber que Eli no me engañó.

     Ante aquel gesto su corazón comenzó a latir rápidamente, y su rostro enrojeció; miró de reojo a Jeremy, esperando encontrar en él segundas intenciones, pero no fue así. Entonces, supo que todo eso era provocado por el encanto natural que tenía como segundo protagonista masculino y que, si ella no tenía cuidado, terminaría cediendo como lo haría la verdadera Hanna…

     —Está bien —respondió ella, y de inmediato quiso darse una bofetada.

     —¡Gracias! —soltó él mientras se levantaba de la mesa.

     —No, aguarda. Quise decir que…

     Empero ya no pudo terminar su frase, ya que Jeremy la había rodeado con sus brazos y acercado a él. Y ante aquel acto, ella no supo cómo reaccionar, no sabía si debía empujarlo con fuerza para que se alejara o, con la misma intensidad, aferrarse a él. De pronto, ambos se miraron fijamente a los ojos, y todo el sonido a su alrededor se apagó…

     —¿Puedo besarte? —preguntó Jeremy.

     Ella no respondió, sólo asintió. Así que, lentamente, él fue acercando su rostro; mirándola a los ojos, luego a sus labios, hasta que estos se tocaron.

     —Hanna, me lastimas —soltó él, en voz baja.

     Cuando Kanna abrió los ojos, se dio cuenta que todo lo anterior había sido un sueño y ella permanecía aferrada a él, enterrándole los dedos en las costillas; mientras éste intentaba despegarse un poco de ella. En ese momento, deseó que la tierra se la tragara y que Jeremy no notara su rostro enrojecido; trató de pensar en una excusa lo suficientemente buena que la salvara del ridículo que estaba haciendo.

     —Eso te enseñará a no abrazar a la gente sin su consentimiento —lo regañó mientras lo soltaba de su agarre, esperando que él creyera todo eso—, no me gusta que las personas se me acerquen de esta forma.

     —Sí, discúlpame —contestó, rascándose la cabeza, un poco avergonzado—. Estaba feliz de contar con tu ayuda.

     Por un momento, al ver su gesto como de un cachorro regañado, quiso disculparse con él y decirle la verdad…

     —Con un apretón de manos estará bien.

     … pero era demasiado cobarde para hacerlo.

     —Bien, ya debo regresar al trabajo —explicó mientras se apresuraba a tomar el vaso de agua que estaba junto a su plato—. Gracias por la comida.

     —Fue un placer —respondió él—. Déjame acompañarte a la boutique.

     —No, gracias. Debes tener otras cosas que hacer —dijo mientras se apresuraba a marcharse—, además, me sirve para bajar la comida. Nos vemos. Contáctame cuando tengas nueva información sobre aquel día.

     Y sin esperar a que Jeremy refutara, se apresuró a salir del restaurante.

...* * *...

     La observó alejarse sin mirar atrás, y no supo qué hacer o decir para detenerla y preguntarle por qué parecía huir de él. Entonces miró sus manos, las mismas que la habían abrazado con fuerza, y recordó lo delgado y frágil que era su cuerpo, como sin en cualquier momento fuera a desvanecerse.

     De pronto, a su mente llegó un recuerdo de sus tiempos de preparatoria: el cumpleaños de Hanna. En aquella época, ni siquiera sabía que ese día era el cumpleaños de ésta; lo descubrió en el momento en el que Elizabeth apareció en la escuela con una pequeña bolsa de regalo que le entregó de inmediato. Al abrirlo, los ojos de Hanna se iluminaron y sonrió felizmente, para después abrazar a Eli… cuando vio el objeto, se dio cuenta de que era una pequeña botella de perfume, la misma botella que su novia había recibido de su media hermana.

     Días después, cuando llegó a la preparatoria, encontró a unos de sus compañeros burlándose de Hanna mientras Elizabeth se apresuraba a defenderla; al acercarse, notó el fuerte olor a perfume que provenía de la amiga de su novia.

     —¡Yo se lo regalé! —gritó Eli con fuerza.

     —Elizabeth, siempre estás cubriendo a tu “amiga” —le dijo una chica—. Pero ella va por la vida presumiendo sus cosas finas, cuando lo único que tiene son copias como este perfume tan corriente.

     Y entonces todos los demás se rieron con fuerza. Notó que Hanna no dejaba de morderse los labios y apretar los puños.

     —Debería conocer su lugar. Si no fuera por tu familia, ella no podría estar en esta escuela.

     De repente, Elizabeth abofeteó a la chica, y él se apresuró a protegerla en caso de que los otros quisieran regresarle el golpe.

     —Eso es algo que no te importa —soltó él—. Así que vayan a hacer lo que siempre hacen, perder el tiempo con sus celulares.

     Y sin más nada que decir, todos ellos se alejaron del lugar.

     —Lo siento, Hanna —le dijo Elizabeth a la nombrada—. No sabía que era una copia… por favor, perdóname.

     Al escuchar las disculpas de su novia, quiso decirle que no se preocupara, porque él y Hanna sabían que no había sido su intención. Sin embargo, al mirar a su amiga, notó la mirada de enojo que le dirigía a Elizabeth...

     —Sí —Hanna hizo una pausa, como si quisiera decir algo más—, lo entiendo.

     Y así terminó aquel día.

     Pero ahora que analizaba la situación, supuso que lo que Hanna quiso decirle a Elizabeth en aquel momento, era lo mismo que ahora -si la tuviera frente a frente- quisiera preguntarle: ¿por qué le diste un regalo que habías recibido de tu media hermana, la misma que desde siempre te había odiado, a tu mejor amiga?

^^^C o n t i n u a r á . . .^^^

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Comments

Laura Álvarez

Laura Álvarez

Así que Elizabeth no parecía una buena amiga que abra pasado unen verdad por que darle algo que sabias que te regalo alguien que no te quiere a tu mejor amiga a menos que 😲tu amistad no sea sincera también la verdadera Hanna la envidiaba será que Elizabeth sentía lo mismo 🥺🤨

2024-11-22

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Claudia Andrea Gallardo Leon

Claudia Andrea Gallardo Leon

elizabet aparentaba lo que no era

2024-11-25

0

Laura Álvarez

Laura Álvarez

Pensé en verdad que jeremi la iba a hacer besar pero solo fue un sueño pobre Hanna 😐

2024-11-22

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