Capítulo 6

—¡Detengan el ascensor! —gritó mientras corría tan rápido como sus piernas se lo permitían—, ¡por favor!

     De pronto, una mano se colocó en una de las puertas para evitar que el ascensor se cerrara. Con gran esfuerzo, Kanna logró entrar y tomó una gran bocanada de aire para recuperarse; notó que dentro había cinco figuras borrosas ante ella, agradeció a la persona que le había ayudado, sin embargo, no logró ver bien de quién se trataba, ya que sus ojos seguían hinchados después de haber llorado todo el día tras su encuentro con Jeremy. Por un momento había detenido su llanto, pero al ver el mensaje que él le había enviado, sus ojos se inundaron en lágrimas de nuevo; lloró tanto que no se dio cuenta del momento en el que se quedó completamente dormida.

     Suspiró al recordar aquello.

     Entonces se apresuró a colocarse en medio de dos personas que parecían estar cubiertas por unos recuadros verdes, y al observarlas más de cerca descubrió que eran dos de sus compañeras del área de planeación, quienes llevaban varias cajas que les bloqueaban la vista.

     —¿Les ayudo? —preguntó cortésmente.

     —Por favor —dijeron ambas, mientras Kanna se apresuraba a quitarles una caja a cada una.

     —¡Oh, por Dios! —gritó una de ellas, a quien reconoció como Mili—, ¿qué les pasó a tus ojos, Hanna?

     En ese momento, Kanna deseó que se les permitiera llevar una bolsa de papel en la cabeza para trabajar, porque antes de salir de su departamento se vio en el espejo y notó lo rojos e hinchados que éstos se encontraban; desgraciadamente, no pudo bajar la hinchazón antes de llegar a la empresa, se había dado cuenta de su problema demasiado tarde, y como no podía darse el lujo de faltar al trabajo y que le descontaran el día, decidió asistir así, esperando pasar desapercibida.

     Ahora se había dado cuenta de su gran error.

     —Oh mi… —dijo su otra compañera, llamada Amy—. Hanna, tus ojos se ven realmente mal.

     —Sí, sí —respondió sin ganas, no deseaba seguir escuchando lo mal que lucía; ya era suficiente con sentirse así, como para que alguien se lo recordara cada que podía.

     —¿Estuviste llorando?

     Y por un momento, Kanna casi se ahogó. Era estúpido el no creer que alguien no sospecharía que estuvo llorando todo el día, pero esperaba que nadie fuera tan insensible como para preguntarle si en verdad lo hizo. Entonces recordó que, en ese preciso instante, estaba lidiando con Mili y Amy; esas dos mujeres eran tan buenas en su trabajo como lo eran para chismorrear sobre todo lo que acontecía dentro de la empresa.

     —Sí, estuve llorando —respondió indiferente—. Ayer terminé de ver el drama que me recomendaron, y fue tan triste que terminé así.

     Ambas la miraron con ternura.

     —Lo sabemos —dijo Amy—, la historia era realmente conmovedora.

     —Sí —Kanna rodó los ojos sin que sus compañeras la vieran. En realidad, ni siquiera lo había visto, y esperaba que no le hicieran preguntas sobre éste—, mucho drama.

     —¿Drama? —soltó Mili—. Drama el que pasamos ayer cuando la señorita Moore enloqueció.

     —¿Ah? ¿Enloqueció? ¿A qué te refieres?

     —¿Recuerdas el proyecto con el señor Keneth? —le preguntó Amy. Y al ver que Kanna asintió, agregó—: Bien, pues el señor Keneth quiere que se comience ya… pero las personas, a las que se les designó el proyecto, llevaban sólo la mitad de la planeación.

     —Pero ese proyecto se comenzó más o menos en la fecha en la que entré a la empresa —explicó Kanna, preguntándose también por qué el ascensor tardaba tanto en subir—, y tengo entendido que ellos no tenían otros proyectos. ¿Qué estuvieron haciendo durante todo este tiempo?

     —¡Exacto! Por eso enloqueció la señorita Moore.

     —Ya, ahora entiendo.

     —Pero creo que exageró —soltó Mili mientras Amy asentía.

     —Está loca… —dijo Amy—, sólo fue un pequeño atraso.

     Kanna apretó los dientes, al escuchar las tonterías que decían sus compañeras, y no podía comprender por qué sus compañeras, que llevaban más tiempo en la empresa, no entendían la razón por la cual Sylvie había actuado así; claro que, probablemente, eso se debía a que ellas no habían leído la novela como lo había hecho ella.

     En la trama original, Sylvie Moore era una de las villanas. Ella estaba enamorada de Derek desde el primer día que lo conoció en la universidad; había quedado impactada ante su gran atractivo e inteligencia. Por eso razón, cuando se enteró que él dirigiría esta empresa, no dudó en seguirlo; y para estar a su nivel, tuvo que volverse meticulosa y exigirse así misma para que él no la viera como un elemento innecesario y que así pudiera estar a su lado por siempre, esperando el día en el que se diera cuenta de lo hermosa y valiosa era… pero eso nunca sucedió, ya que desde el momento en el que Derek y Elizabeth estuvieron juntos, no había lugar ya para Sylvie.

     Gracias a esto, termina convirtiéndose en uno de los villanos que confabula para que ellos se separen; e incluso traicionando a Derek para que pierda su empresa. Al final de la novela, Sylvie Moore va a la cárcel mientras la persona que ama la mira con desprecio.

     A Kanna, ese personaje le provocaba sentimientos encontrados. Por un lado, sentía gran admiración por lo hermosa y empoderada que era; pero, por otro lado, le pareció una mujer patética que, sólo por conseguir el amor de un hombre que jamás la vio más que un simple elemento, traicionó sus propios principios. Sin embargo, pese a todo, si tuviera que escoger a uno de los personajes femeninos de esa novela como su favorito, la elegiría sin dudar.

     Por todo esto, le molestaba que sin comprender el peso que tenía que cargar aquella mujer, sus compañeras hablaran tonterías… aunque, tal vez, seguía sensible por su encuentro con Jeremy.

     —La señorita Moore es alguien exigente —soltó de repente, sin poder contenerse—, y tenía toda la razón para actuar así.

     —¿La estás defendiendo? —preguntó Amy—. Pero la señorita Moore te odia.

     Kanna ni siquiera se sorprendió ante tal revelación.

     —Sólo digo la verdad —explicó ella—, el señor Keneth es un cliente importante, y ese proyectó debió estar terminado para esta fecha —Kanna se dio cuenta que no podía dejar de hablar—. ¿Exageró? Podemos perder a ese cliente sólo por esas personas que estuvieron perdiendo el tiempo —notó que Amy y Mili se habían dado cuenta de su error—. Y si nos ponemos a analizar, ¿acaso a ustedes no les pasaron las asignaciones de esas personas para que se pudieran concentrar en el proyecto del señor Keneth?

     —Ahora que lo dices…

     —Y sobre el otro tema, entiendo la postura de la señorita Moore; yo entré a esta empresa con un puesto superior al que, la mayoría de ustedes que tienen más tiempo, no llegan. ¿A caso eso no molestaría a cualquiera?

     —Hanna, tranquila…

     —Joder, incluso, si pudiera, me gustaría ser su amiga —agregó Kanna, aunque sabía bien que eso no era posible, Sylvie era una de las villanas y eso significaba caminar hacia su fatídico final—. ¿Quién no quisiera ser amiga de una mujer hermosa, inteligente y empoderada?

     Estaba tan exaltada que no podía detenerse, las palabras salían de su boca sin control; y el ascensor parecía tardarse años en llegar a su destino.

     —¿Y por qué este ascensor no se mueve? —preguntó por fin.

     De pronto alguien tosió detrás de ellas, con la intención de que se dieran cuenta de su presencia, y cuando las tres voltearon hacia atrás, las cajas casi se les caen debido a la impresión; entonces Kanna supo que era su fin, pues en ese mismo lugar, se encontraban Derek, Joe y una Sylvie sonrojada que habían escuchado toda la conversación.

     Las puertas del ascensor se abrieron y ellas no supieron qué hacer.

     —Sylvie —dijo Derek mientras miraba a la nombrada—, no sabía que eras tan querida.

     «Por favor, mátenme ya», pensó Kanna, sintiendo que las mejillas le ardían. Notó que la nombrada la miraba, con el rostro teñido de carmín, pero luego recobró su compostura, sacudiéndose el hombro y acomodándose el cabello.

     —Este no es el lugar para sus conversaciones de amigas de preescolar, señoritas —soltó Sylvie antes de salir apresurada del ascensor—. Favor de regresar a sus puestos de trabajo.

     —¡Sí! —dijeron las tres al unísono.

     —Nunca la había visto tan tímida —habló Derek, y Kanna le miró.

     Por un breve instante, ambos se miraron a los ojos. Y ella no pudo evitar sentir de nuevo ese resentimiento que surgía cada vez que él aparecía, en cómo decía aquellas palabras con un tono dulce en su voz, como si lo hiciera apropósito para que las mujeres a su alrededor cayeran a sus pies; y lo sabía bien porque en ese momento, sus compañeras estaban ahí, embobadas ante su presencia.

     —Permiso —dijo antes de salir del ascensor.

     —Señorita Ka-hanna…

     Al escuchar el tono de voz que empleó para dirigirse a ella, le produjo una sensación que no le agradó en nada. Supuso que así se sentiría uno cuando una voz salida del mismísimo infierno le llamara. Pero al verlo dibujar esa media sonrisa que le fastidiaba, quiso darle un golpe en toda la cara.

     —Más tarde, necesito que vaya a mi oficina.

     Y por unas milésimas de segundo, la respiración se le cortó. No entendía por qué la estaba citando en su oficina.

     —En-entendido.

     Dicho esto, salió del ascensor junto a sus compañeras, sintiendo como sus piernas se le convertían en gelatina; ni siquiera podía escuchar las preguntas que Amy y Mili le hacían sobre por qué el CEO la había citado.

     —Es mi final.

...* * *...

     Su mente estaba en blanco, ni siquiera recordaba qué estaba escribiendo en la computadora, tuvo que leer varias veces el documento que tenía sobre el escritorio para descubrir qué es lo que debía hacer, aun así, no podía concentrarse por completo. No dejaba de pensar en lo que, probablemente, pasaría en esa oficina; en el peor de los escenarios, Derek la señalaría por hacerle daño a su amada Elizabeth, y después la arrojaría a una manada de lobos que tenía bajo una trampilla.

     —Debo estar loca —se dijo al darse cuenta lo ridículo que sonaba que alguien tuviera unos lobos escondidos bajo trampilla en su oficina—. Pero es un loco multimillonario… así que es posible.

     De pronto, notó que varios de sus compañeros se apresuraban de un lado a otro, llevando consigo dulces, globos y algunos juguetes. Al ver todo eso, se levantó de su asiento y camino en la misma dirección que ellos; no entendía por qué llevaban todos esos objetos hacia una de las salas en lugar de seguir trabajando. Entonces los vio y supo que ese día definitivamente era su final…

     Sentados en un sofá, divirtiéndose al tratar a los empleados como sus sirvientes, estaban dos personajes que de verdad le fastidiaban: los hijos gemelos de Elizabeth y Derek.

     —¡Oye, tú! —gritó uno de ellos cuando la vio—, ¿por qué no te apresuras y nos traes lo que pedimos?

     Pero si ese era su final, por lo menos no se iría sin quedarse callada…

     —Porque no me da la gana —sentenció.

     Y el silencio que provocó aquella frase fue abrumador.

^^^C o n t i n u a r á . . .^^^

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Comments

Laura Álvarez

Laura Álvarez

Sylvie creo como Hanna es una gran mujer mira que logro tantas cosas solo para estar al lado de Derek y el ni la miraba ojalá esta vez piense diferente y no se convierta en la villana y pueda sobrevivir también Hanna qué suerte tus ojos hinchados de tanto llorar y encontrarte con tu jefe 🫣

2024-11-22

1

Claudia Andrea Gallardo Leon

Claudia Andrea Gallardo Leon

siiiiiiii jajajajaka

2024-11-24

0

🤗Finita💖💫🇲🇽

🤗Finita💖💫🇲🇽

En que momento llegaron los gemelos?

2022-06-13

2

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