—Es mi culpa que la despidieran, señorita Doe…
Al escuchar eso, Kanna dejó, por un momento, de llevar los trozos de carne y verduras a su boca; miró a sus otras acompañantes y notó que también ellas se habían detenido, esperando a que Sylvie Moore continuara de hablar.
—Yo le conté a Derek que usted no había sido contratada legalmente, es por eso que se indagó sobre cómo llegó a la empresa.
Aquella revelación no sorprendió a Kanna, pues sabía desde un principio que, si se descubría su situación laboral, sería gracias a Sylvie Moore. Claro que en la trama original esto no sucedía debido a que Hanna, inmediatamente al ingresar a la empresa, se humilló y ofreció como sirvienta para la villana; y ésta, al ver lo que era capaz de hacer con tal de complacerla, la dejó en la empresa para utilizarla cuando se requiriera… como cuando le ordenó que hiciera algo para que Elizabeth no llegara a una cena de la empresa; entonces Hanna, a escondidas, desgarró el vestido de la protagonista y le dio la dirección equivocada, sin embargo, todo se arruinó gracias a la aparición de Derek, quien la salvó y la escoltó a la fiesta como si se tratara de una princesa.
De pronto, ante tal escena en su cabeza, se imaginó el rostro convulsionado de Sylvie, quien esperaba convertirse en la acompañante de Derek como lo había sido otras veces.
—No es así… —respondió.
Y era cierto, pues todo había cambiado gracias a que ella no era la Hanna original, y prefirió mantenerse oculta en la empresa para obtener sólo lo que necesitaba y después marcharse sin que nadie se diera cuenta.
—Usted tenía razón en exponer lo de mi contratación. No voy a fingir inocencia, porque desde un principio supe que mi contratación no era legal —explicó, mirando seriamente a Sylvie—, sobre todo cuando Matt no tenía ese poder —se encogió de hombros mientras cerraba los ojos, después los abrió y la miró fijamente de nuevo. Luego añadió—: Así que hizo lo correcto. Y es por eso que usted es la mujer asombrosa que admiro…
De pronto, notó que las mejillas de Sylvie se sonrojaban mientras carraspeaba para evitar que ellas se dieran cuenta lo tímida que era. Sonrió ante ese lindo gesto. Luego observó el cabello rojo y ondulado que caía sobre sus hombros, la piel blanca como la leche, sus ojos ocres y almendrados y, también, sus labios rojos bermellón. Aquella imagen era la de una femme fatale, y entonces se preguntó cómo es que Elizabeth pudo ganarle, pues -definitivamente- Sylvie era más hermosa que ella; aunque debía admitir que, lo único en lo que perdía, es que mientras la protagonista tenía una imagen de alguien frágil y angelical que necesitaba ser protegida… ésta era todo lo contrario, una mujer fuerte y decidida que no necesitaba a un príncipe que la salvara, y que estaba decidida a obtener todo lo que quería.
«¿Por qué Sylvie no fue la protagonista?», se preguntó; pero sabía que, por más que preguntara, jamás obtendría una respuesta.
—Así que olvidemos eso y sigamos comiendo.
Entonces continuaron su almuerzo entre platicas y risas, como si fueran grandes amigas…
...* * *...
—Necesito decirte algo, Hanna —soltó Erin de repente.
Estaban levantándose de la mesa, y Sylvie las había invitado a una cafetería a ir por una taza de café antes de despedirse. De pronto, ante la frase de su compañera, tanto Sylvie como Amy y Mili se quedaron calladas; después se miraron entre sí y las dejaron a solas, mientras se adelantaban a la cafetería a hacer el pedido.
—¿Todo bien, Erin? —preguntó intrigada.
Desde que la conoció, su compañera había sido alguien muy callada que sólo hablaba cuando la situación lo ameritaba; y tampoco recordaba haberle hecho algo o que ésta se lo hiciera como para que ahora quisiera pedir u ofrecer una disculpa. Entonces asintió, y volvieron a tomar asiento en la mesa, pero ahora más cerca de lo que estaban durante la comida…
—Yo también fui contratada por Matt Taylor.
Al principio no entendió por qué tanta seriedad en aquella revelación, pero al recordar el modus operandi de aquel hombre, supo qué era lo que ocurría con su excompañera.
—¿Acaso…? —no se atrevió a preguntar, pero ya suponía lo que debió haber pasado.
—Sí, tuve que pagarle el favor que me hizo —respondió, mientras se abrazaba a sí misma—. Le entregué mi primera vez y…
—No tienes que contármelo si no quieres —dijo al ver sufrir a su compañera, sobre todo, porque no sabía qué hacer para consolarla. Nunca se había tenido que preocupar por otra persona más que por ella misma.
—Eres la única a quien deseo contárselo —le respondió, mordiéndose los labios para evitar llorar—. Porque hasta el día de hoy, no me había atrevido a decirlo en voz alta… y no lo volveré a hacer.
—¿No vas a denunciarlo? —preguntó Kanna.
—¿De qué servirá? Sólo me expondré ante todos para que, al final, él no sea castigado —le explicó Erin, apretando los puños con furia—; mientras yo seré juzgada, y si un día asciendo todos creerán que es porque me acosté con otra persona.
—Entiendo.
Y no eran palabras vacías, porque lamentablemente se encontraban en un mundo ficticio donde las mujeres eran estigmatizadas; un ejemplo de esto es lo que sucede con la protagonista en la novela original, que al ser una madre soltera, es juzgada por las personas sin saber sus circunstancias y, sobre todo, como si tuvieran derecho a hacerlo. Obviamente, todo se resuelve gracias a la intervención del protagonista masculino, quien utiliza su poder y recursos para hacer respetar a Elizabeth; sin embargo, el caso de Erin sería muy distinto, y todo lo que ella había descrito hacía unos segundos, se haría realidad.
De pronto se la imaginó, caminando por la empresa y siendo observada por todos sus compañeros mientras susurran a sus espaldas. Luego recordó que eso no hubiera sucedido si se hubiera mantenido como la Hanna original, acostándose con Matt para tenerlo contento y que no hiciera nada en su contra.
—¿Estás bien? —la pregunta de Erin la sacó de su ensimismamiento—. Creo que no debí contarte…
—No, no es así… —dijo ella, tratando de buscar las palabras adecuadas que ofrecerle—. Es sólo que, entiendo que no quieras denunciar; y está bien. Lo importante aquí es como te sientes, así que gracias por tenerme la confianza de contármelo.
Sabía que no merecía eso, después de todo, si ella no se hubiera negado en seguir su papel original, tal vez Erin no tendría que sufrir ahora, y correr el riesgo de ser expuesta ante los demás; así que trató de aguantar las lágrimas que estaban a punto de salir a borbotones, se mordió los labios y le pidió disculpas mentalmente…
«Pero no quiero morir», se dijo a sí misma mientras sujetaba con fuerza la mano de su compañera, mirándola fijamente en silencio. Ésta también la miró y después le sonrió ligeramente.
—Creo que ya tardamos demasiado —dijo ella, apresurándose a levantarse—, probablemente estén preguntándose en dónde estamos.
—Así es —le respondió, avanzando a su lado—, y no quiero perderme de lo que la señorita Moore nos invitará. Voy a pedir un gran trozo de pastel y un frappé.
—Es cierto lo que dijo la señorita Moore, Hanna —soltó Erin—, tu punto débil es la comida.
Ante aquella frase, ambas rieron divertidas, y el gran peso que ella cargaba debido a la culpa se alivianó un poco…
...* * *...
Habían pasado dos días desde su almuerzo con Sylvie, Amy, Erin y Mili, y aunque intentó ignorar los mensajes que después le llegaron, decidió ya no evitarlas; por primera vez en su vida, se había sentido bien al estar con otras personas que no fueran sus jefes o compañeros de trabajo, y hablar de otras cosas como lo harían las chicas de su edad. Y aunque aún la atormentaba lo ocurrido con Erin, decidió que, si llegaba a encontrarse con Matt Taylor, lo haría pagar por esto.
Miró al cielo y notó la gran nube que lo surcaba, trató de encontrarle alguna forma mientras esperaba sentada en una banca de concreto a un lado de la boutique, deseando que el tiempo transcurriera lo más rápido que pudiera. Aún faltaban veinte minutos para que Jeremy llegara y fueran a almorzar juntos, sin embargo, su jefa le permitió salir media hora antes; y aunque aquello le extrañó, decidió obedecer sin hacer preguntas.
«Pero se suponía que hoy vendría una de las socias», se dijo a sí misma, mientras miraba aquella nube. Después visualizó unas aletas y el caparazón.
—Es una tortuga —se dijo y después suspiró.
De pronto, una multitud comenzó a formarse a algunos metros de distancia. Luego escuchó dos voces infantiles y que después se echaban a llorar; también notó que algunas personas estaban afligidas, otras se secaban las lágrimas y, otras -enojadas- exigían que apareciera la madre de los pequeños. Aquello le causó curiosidad, por lo que se levantó del banco y caminó hacia el gentío; se abrió paso poco a poco, tratando de ver qué es lo que sucedía…
Y no hubo necesidad de acercarse a ellos para darse cuenta de quienes eran los dos niños que, hincados en el suelo, se restregaban los ojos mientras lloraban a moco tendido. Entonces giró sobre su pie para alejarse de aquel lugar…
—¡Mamá! —gritaron ambos niños antes de abalanzarse sobre ella—, ¡mamá, por favor no nos abandones!
Al principio le costó entender la situación, sobre todo si las personas que los rodeaban sólo la miraban fijamente, con los ceños fruncidos y las bocas torcidas, susurrando y señalándola acusadoramente; pero al ver la sonrisa maliciosa que los dos niños dibujaron en sus redondas caritas, comprendió lo que pasaba…
—Hijos de… —no terminó la frase al darse cuenta de lo que pasaría si se atrevía a atacarlos, y supuso que, también, negar que ambos fueran sus hijos empeoraría la situación—. ¡Hijos míos!
Y sin que Alex y Max lo esperaran, los rodeó con sus brazos y los atrajo más a ella mientras fingía que lloraba; después besó sus mejillas y los apretó más a su cuerpo.
—Yo no los he abandonado, mis niños —dijo, subiéndole el tono a su voz—; pero debo trabajar para pagar la comida, nuestro hogar, su ropa, su escuela… por favor, perdonen a esta pésima madre.
Y al terminar de decir aquella oración, discretamente dibujó media sonrisa y levantó su ceja para que los dos pequeños supieran que a ella no la iban a poder manipular como lo harían con su verdadera madre, Elizabeth; luego miró de reojo a las personas a su alrededor, esperando que hubieran creído su actuación, sin embargo, los vio sorprendidos, sin saber qué hacer…
—Pero mamá, nos das muy poca comida —dijo Max, con ese tonito de malicia en su voz.
—¡Qué pésima madre! —gritaron dos mujeres, señalándola con sus dedos índices—, fue una puta y ahora quiere hacerse la desentendida con sus criaturas.
Por un momento, al escuchar la palabra “puta”, notó que Max y Alex apretaban su agarre, como si les molestara que la ofendieran a tal grado. Entonces trató de calmarse y no causar un alboroto, porque estaba muy cerca del trabajo y quería evitar que el escandalo llegara a oídos de su jefa.
—¿Quiénes se creen ustedes para ofenderme de esa manera? —preguntó, rechinando los dientes.
—¿Se ha enojado? —preguntó una de ellas, llevándose la mano a la boca a causa de la impresión—. Soy una mujer decente que tiene derecho de dar su opinión ante tal escena vergonzosa… ¿en lugar de hacerse la ofendida, debería crías a sus hijos o aprender a cerrar las piernas?
—¡¿Por qué insultas a nuestra mamá…?! —gritaron ambos niños—, ¡anciana fea!
Y ante aquella ofensa, la mujer levantó su brazo, dispuesta a darles una bofetada a ambos niños. Entonces Kanna los cubrió con su cuerpo, y notó que éstos se aferraron con fuerza a ella mientras mantenían los ojos cerrados; así que ella levantó su mano de inmediato, para regresar el golpe que estaba a punto de llegar… hasta que alguien detuvo aquella mano a pleno camino.
Volteó ligeramente la cabeza, encontrándose con los ojos disgustados de Jeremy, quien no dejaba de sostener el brazo de la mujer.
—¿Qué se supone que está haciendo, señora? —preguntó él, y Kanna notó el tono de enojo en su voz.
—¿Y tú quién eres? —preguntó la mujer, halando de su brazo para liberarse del agarre—, ¿eres el papá de estos niños?
—¡Así es! —gritó ella, de repente, sorprendiendo a todos los presentes y a sí misma al darse cuenta de la tontería que estaba a punto de cometer—. Niños, díganle hola a su padre.
Y ante aquella revelación, hubo un silencio abrumador.
...* * *...
C o n t i n u a r á . . .
¡Hi! Son la 1:40 a.m. del 12/04/22 y por fin terminé este capítulo. Espero les guste. No olviden dar su "Me gusta" y/o "Comentar".
Nos vemos en el siguiente. Recuerden que esto va lento, pero seguro.
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Comments
Laura Álvarez
Pobre de Erin ese Matt es un desgraciado aprovecharse de esas pobres mujeres por que necesitaban el trabajo aún que Hanna no siguió la trama no puede evitar sentirse mal por Erin 🥺 ojalá y lo refundan de por vida en la cárcel al infeliz ese 😠 hay Hanna ya descubrieron tu punto débil y Max y Alex querían vengarse de Hanna pero no pudieron que pensara Derek cuando se entere que esos diablillos tienen nueva mamá y papá que hará jeremi y iba a comer y ya tiene dos hijos 🤭😊
2024-11-23
1
Ophelia Palafox
jajaja los niños por hacer maldades ya cambiaron de papás jajajaja
2024-11-23
0
🤗Finita💖💫🇲🇽
Que divertido, que divertido, los niños ya cambiaron de papá y de mamá.
2022-06-13
6