Encuentro

¿Cómo haz estado? - preguntó Génesis mientras se acercaba a mí con una canasta entre sus brazos, yo estaba practicando mi puntería así que le respondí.

- Bien, hasta que llegaste ¿Me has traído algo? - dije mientras soltaba mi flecha y le daba al blanco.

Ella me observó detenidamente y me dijo.

– Sí, te he traído algo de comida y ropa. Hoy iremos al pueblo así que tendrás que bañarte, apestas a perro - todos los lobos la miraron tras su comentario - sin ofender.

No tenía ganas de ir, pero si le decía que no, ella insistiría hasta convencerme. Así que dejé mi arco y flecha y le respondí.

- Iré contigo, pero no me pondré zapatos, no me gustan.

Ella asentó la cabeza y muy feliz dijo.

- De acuerdo, te espero hasta que te bañes, hasta eso te ensillare el caballo para poder marcharnos.

Subí a mi habitación y tomé un baño, me puse la ropa que me había traído Génesis, que en su mayoría eran vestidos. Tomé el vestido negro ya que era el más cómodo, después salí a su encuentro. Mientras salía pensaba por qué que ella no me temía, todos en el pueblo decían que yo era una pequeña salvaje y que era hija lobos y muchas cosas. En el fondo no me ofendían, lo contrario me alagaban y mucho, al saber que yo les daba miedo y entre más lejos estén de mí, mucho mejor. Bajé a su encuentro.

Ella ya estaba lista con los caballos y observándome me dijo.

- Vaya, haz tardado una eternidad en llegar. Démonos prisa antes de que caiga la noche.

- Tranquila estás conmigo y no dejaré que nadie te lastime, ha demás mi manada nos acompaña ¿Quién sería tan bruto para querer atacarnos? – le respondí con ironía.

- Tienes toda la razón – dijo ella.

Mientras íbamos cabalgando, junto con mi manada que siempre me escoltaban le pregunté.

- ¿Por qué sigues sin tenerme miedo?

- Fácil - dijo ella mientras hacía una pausa - tú podrás imponer mucho miedo, pero nadie te conoce tanto como yo. Esos cuentos de que eres una mujer lobo son falsos, todos en el pueblo se equivocan, además tus lobos son mansos, bueno conmigo lo son - dijo mientras sonreía.

Llegamos al pueblo junto con mi manada y mi amiga. Todos nos observan y murmuran a mis espaldas, no era la primera vez que ellos me veían llegar, no me importa en lo absoluto, entre más miedo les dé mejor. Algunos de mis lobos me esperan afuera y solo decido entrar con uno.

- Vaya al parecer sí que les das miedo - dice Genesis, mientras se reía al ver los rostros de pánico de los demás.

- Sí, me encanta - le dije dando una sonrisa irónica.

- Vamos te mostrare algo - se apuró Génesis a decir.

Me llevó hasta donde se encontraban algunas personas danzando con alegría. Ella comenzó a bailar y me llevo consigo al centro. Al parecer a los demás no les importó que yo estuviera ahí, debido a que están tan concentrados en aquel baile y la melodía.

Yo siempre estaba descalza y disfrutaba mucho del baile, así que decidí unirme a ellos. Bailé como nunca al ritmo de los tambores junto con mi amiga, sentir la música en mis venas me llenaba de vida, era una sensación exquisita, hasta que de un momento a otro choqué de espaldas con una persona y ella al reconocerme gritó con todas sus fuerzas y retrocedió sin dudarlo. La música paró de inmediato y todos me observaron muy nerviosos y con miedo en sus rostros. Mi lobo que estaba muy cerca notó lo ocurrido y se acercó a defenderme. Las personas comenzaron a temblar así que les dije con una voz firme.

- Adelante, sigan bailando, yo me retiro – caminé dejándolos solos, todos me quedaron observando, podía sentir sus miradas, Génesis al ver que me marchaba me alcanzó y me dijo.

- ¿Por qué te vas? Creí que te la estabas pasando bien – ella estaba algo triste.

- Esta oscureciendo y lo mejor será que me vaya, antes que empiece a aullar mis lobos - le respondí muy seria, no quería que ella notará mi disgusto de hace un rato.

- Está bien, te acompaño hasta la entrada.

- Ni hablar, te llevaré a tu casa.

- De acuerdo - dijo ella mirando al cielo.

Fui a dejarla, ya era algo tarde, el sol se estaba ocultado, así que me dispuse a marcharme. Al ir por mi caballo, alguien salió de entre los arbustos y me tomó del brazo.

- Hola pequeña salvaje – respondió aquel señor de aproximadamente 48 años, era alto, algo obeso, sus ojos eran dorados como la miel, de tez blanca, tenía barba y se le notaban sus canas blancas en su cabello negro. Tenia una vestimenta común a los del pueblo.

No era la primera vez que se me acercaba, siempre trataba de poseerme cada vez que entraba al pueblo. No podía aventarles a los lobos, aunque quisiera, debido a que ese territorio no nos pertenece y no quería que se iniciara una cacería de lobos por mi culpa. Un ataque de lobos en el bosque es entendido, pero en el pueblo es un crimen.

Me zafe de su agarre y le aruñe la cara, mi peludo amigo había visto todo y le ordené que se mantenga alejado.

- Maldita salvaje, me has lastimado ya estoy cansando de que siempre me rechaces - dijo entre dientes mientras se topaba la cara.

- Yo ya estoy harta de ti, tienes la maldita suerte de estar en el pueblo, pero si algún día sales al bosque, no dudes que te aventaré a los lobos – le dije, mientras lo miraba directamente a sus ojos llena furia, furia que corría por mis venas.

El me tomó de la cintura y acariciando mi rostro me dijo

– Hoy vas a ser mía, salvajita - yo traté de soltarme y lo mordí en la mano, el chilló de dolor, me tomó del brazo y con la mano que tenía desocupada me dio una bofetada haciéndome caer al suelo. Me enfurecí, estaba dispuesta a lanzarme sobre él y hacerlo comida para lobos.

Mi lobo quien había visto todo se disponía a atacar, y en ese momento un joven muy apuesto se acercó y con una potente voz dijo.

- NO TE ATREVES HACERLE DAÑO – su mirada era realmente fría, no mostraba reacción alguna y lo miraba fijamente, se podía notar su furia en sus ojos, esos ojos vacíos. Él era realmente hermoso, de tez blanca, pelo castaño y largo, ojos azules como el cielo, muy alto, tenía un cuerpo atlético y musculoso. Vestía un lujoso traje color negro, con muchas insignias en su pecho, botas brillantes de color negro, un cabello bien arreglado y peinado.

- No te metas en lo que no te interesa – respondió el hombre con bastante furia– anda y juega a los saldaditos, esta mujer me pertenece.

El joven se puso al frente de aquel hombre y tomándolo del brazo le dijo.

– Creo que no has entendido ¿sabes quién soy?

- Un pequeño insolente que se mete donde no le corresponde – respondió el hombre.

- Soy el Conde Sebastián Palacios - dijo haciendo una media sonrisa - así que te pido que te largues y dejes a la muchacha en paz, sino quieres que te lleve a la celda por faltarme el respeto – esto último lo dijo con mucha seriedad

El señor se puso blanco como papel, sin saber que responder. Al parecer no esperaba ser enfrentado por el Conde.

- ¡MARCHAOS! – volvió a gritar el joven conde.

- Pero señor, ella es una muchacha salvaje, no vale la pena, deje que yo me la llevé - dijo suavizando la voz aquel hombre.

-HE DICHO QUE TE MARCHES - Volvió a decir el conde, haciendo que su voz se escuchara por todo el callejon, esa voz era potente y profunda.

El señor hizo una reverencia y se fue corriendo sin mirar atrás. El conde se agachó para ayudarme. No tomé su mano porque no quería ser intimidada por el conde, no me importa si era una persona poderosa. Decidí levantarme sin su ayuda y sobretodo sin quitarle la mirada.

- ¿Te encuentras bien? - Preguntó el conde algo molestó por no tomar su mano.

- Sí, estoy bien –respondí mientras calmaba a mi amigo que no paraba de gruñir. Temía que aullara y llamará a los demás.

- No es bueno que pasees hasta esta hora de la noche - dijo el mientras miraba al lobo.

- No me preocupa, se cuidarme - respondí muy seria.

- Eso no parecía que hicieras hace rato - dijo mientras doblaba sus brazos y dejaba escapar una sonrisa resplandeciente de su rostro.

- Me tomó por sorpresa esta vez. Siempre lo hace y sale lastimado cuando nos enfrentamos.

Sentí que algo rodaba de mis labios, me topé y al mirar lo que era, me enfurecí ya que del golpe que me dio me sacó unas gotas de sangre.

- Maldito - dije entre dientes, mientras me limpiaba.

El conde saco un pañuelo y me lo ofreció. No quería tomarlo porque no lo conocía así que me negué. Él, al ver mi rechazo, tomó el pañuelo y lo pasó por mis labios.

Nos miramos fijamente por un pequeño tiempo. Acarició mis labios con sus dedos, una chispa salió dentro de mí. Lo que me sucedía era raro, se sentía como una pequeña electricidad que recorría por todo mi cuerpo, el corazón me latía más de lo normal. Nuestras miradas no dejaron de verse, hasta que mi lobo volvió a gruñir. Volví en mí, me alejé de él, tomé a mi caballo y me marché de aquel lugar sin decir nada.

Cuando salí, toda mi manada estaba por entrar, pero me vieron y comenzaron a correr tras de mí. Yo hice que me caballo corriera con más fuerza, haciendo que este se alzará de sus patas traseras, era noche de luna llena y fue imposible no aullar en lo alto de la colina con el resto de la manada.

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Comments

Irma Ruelas

Irma Ruelas

🥰🤩❤️🌹🌹

2025-03-05

0

Yanet Cristina Vilugron Salazar

Yanet Cristina Vilugron Salazar

wuuuuaaauuu

2025-03-04

0

Francisca Miranda Garcia

Francisca Miranda Garcia

se nota bonita su historia

2024-10-07

1

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