Única Oportunidad

Isamar Macip

Dejo que Juan hable todo lo que quiera, que piense tranquilamente y cuando quiera se retire de mi escritorio sin apurarlo o presionarlo, pero antes de que él se levante, Salvador y Violet, salen de la oficina riendo, pasan por nuestro lado sin mirarnos y suben al ascensor, conversando de algún tema que supongo es interesante.

El asistente los mira y se le notan los celos, aunque sabe la verdad de esa relación. Sin embargo, no hace nada y ni siquiera pronuncia una palabra. Se levanta de mi silla y va al escritorio que, aparentemente, empezará a usar él, enfocándose únicamente en la computadora, haciendo quién sabe qué.

Tampoco quiero decirle algo, así que lo dejo en paz, ya que supongo que interiormente está enojado y no quiero ser receptora de insultos. Aunque sí considero innecesario que Salvador no nos dirigiese la palabra, puesto que es nuestro jefe y deberíamos saber a dónde va.

Particularmente, creo que su plan de ser cupido no estaría funcionando o tenemos ideas muy diferentes de lo que consideramos correcto para lanzar a Juan a los brazos de la modelo.

Después de unos minutos nos damos cuenta de que ellos no volverán a la empresa,o por lo menos no será aparentemente pronto.

El rubio me invita a salir para comer algo en algún restaurante y asegura que él pagará la cuenta de ambos. Acepto porque, sinceramente, tengo hambre y, al mismo tiempo, puedo aprovechar de que no gastaré mi dinero.

El restaurante elegido por Juan es, justamente, uno que está a pocos pasos del edificio; entramos y él habla con la recepcionista pidiéndole una mesa para dos. Aquí mismo y cerca de la que nos brindan, encontramos a mi jefe y a su falsa novia, ambos hablando y riendo, otra vez.

Parecen felices... MUY felices. Tanto, que realmente parecen una pareja consolidada. Mi acompañante, nuevamente, cierra sus manos en puños, encima de la mesa. Se huelen los celos; se siente el clima tenso que el mismo ha creado en este espacio, y las ganas que tiene de interrumpir dicha interacción.

Según entiendo, Salvador y la modelo son amigos; tal vez los mejores. Así que aún me parece increíble que Juan se sienta inseguro, pero vuelvo a entenderlo. Comprendo que no solo es algo económico, sino también físico.

Y sí, puedo confesar en mis pensamientos que el CEO es atractivo. Sin embargo, nunca lo diré en voz alta.

Su ropa, su porte, su personalidad, pero más que nada, sus ojos, son capaces de captar tu atención y enredarte en ellos. En todo lo que él significa.

Una moza se acerca nuestra mesa y nos tiende dos cartas de menú, pero... la chica es demasiado descarada, preguntándole al asistente cuál es su nombre y sí le pasaría su número telefónico.

— No lo hará—respondo por él, ya que las palabras de esa mujer han encendido las alarmas de la modelo, quién nos mira, al igual que nuestro jefe.

Raramente, Juan solo me observa y sonríe, sin responderle a esa mujer, ni contradecirme.

Y pienso que eso mismo es raro porque, legalmente y socialmente, él está soltero, dándole todo el derecho de responder libremente y brindarle lo que la mesera desea, aunque no lo hace, a pesar de que pasan los minutos y ella sigue de pie frente a nosotros.

— Está comprometido y, prontamente, será padre—dice Salvador, dejándonos a todos sorprendidos.

A Juan, porque este jamás creyó que él diría algo así delante de Violet; a la mencionada porque, prácticamente, estaba revelando cuál era su deseo; y a mí me sorprendió porque libremente anunció nuestro plan. Claro, sin decir con palabras puntuales lo que estamos haciendo o la idea que tenemos.

Aunque creo que fue lo apropiado, ya que a la rubia se le notó un sonrojo, la frente arrugada y la respiración acelerada cuando escucho a la empleada. Aparentemente, furiosa.

—Me disculpo, no lo sabía y él no respondió.— indica la moza con una ceja levantada e incredulidad en sus gestos.

—Lo qué dijo es cierto— habla y asiente Juan.

Para cortar el ambiente problemático, pido lo que deseo comer y le indico al rubio que haga lo mismo, así ella puede irse con nuestro pedido. Salvador vuelve a prestarle atención a su amiga y, nuevamente, nos ignora, pero no nos preocupamos, y, esta vez, tampoco nos enojamos. O al menos hablo por mí, aunque Juan parece no demostrar algo así.

Cuando nos traen nuestros platos, lo hace un hombre, por lo que me siento un poco mejor para no volver a pasar por el conflicto anterior.

La comida realmente es deliciosa y mi elección creo que fue la mejor, pero no lo discutiré con mi compañero o las personas que tengo a nuestro lado. Cada uno está brindándole la atención a quién lo acompaña, supuestamente.

Sin embargo, he volteado a ver a Violet, notando cómo observa al rubio de ojos celestes, y tranquilamente, puedo decir que falta muy poco para que se le caiga la baba.

La modelo tiene una sonrisa enorme en su cara y los ojos brillantes, otra vez. Como cuándo Juan entró con la bandeja y las tazas de café a la oficina del señor Toledo.

Lo mejor de todo, es que antes de terminar nuestros alimentos; Salvador nos une a la conversación que están teniendo, supuestamente queriendo saber si estaríamos de acuerdo con su opinión, lo que le da la oportunidad a ambos rubios de conversar entre ellos con tranquilidad. También pueden observarse fijamente y sonreírse, sin pena ni disimulo.

Los gestos de Violet son solo para Juan y viceversa.

—¿Qué es eso de que estoy comprometido y seré padre?— le pregunta a Juan a su jefe, directamente.

—Tú lo sabes, te lo dije en la oficina el día de ayer cuando estuvimos a solas.

—Y creo haberte respondido negativamente.

—No puedes. Tu semilla debe germinar en el lugar correcto.— responde Salvador sonriente.

Esta vez entiendo rápidamente y puedo ver qué la modelo se ha sonrojado de vergüenza.

Y no es para menos...

El CEO está diciendo, clara y directamente, que Juan debe tener hijos con la rubia.

El asistente se cruza de brazos sobre la mesa y recarga su cuerpo contra ellos, para mirar fijamente a Violet y hacer su siguiente pregunta, prestándole su completa atención.

—¿Eso cree la señorita Sanders?

Puedo notarlo, su mirada es intensa y expectante, puesto que le agrada la idea y quiere la respuesta afirmativa de quién sería la madre de su hijo, pero también y más importante aún, su mujer y futura esposa.

Si yo, que no soy nadie, me he puesto nerviosa; no quiero imaginar lo que siente la modelo.