Destino

Martín: Tu cuenta está saldada. Cuando traigas a Alana, procederé a realizar un depósito adicional en tu cuenta para finalizar el pago. Ahora puedes retirarte.

Juan le extiende la mano y le responde: Estaré aquí con Alana a las 7 de la noche. Luego, sale de la oficina y se dirige a la casa donde reside Alana con su madre. Al llegar, toca la puerta, pero no obtiene respuesta. Vuelve a tocar, pensando que probablemente estén trabajando. Sin embargo, decide asomarse y al notar la sala vacía, se dirige a la casa de la vecina.

Juan se acercó a la puerta y, al tocarla, la vecina le respondió amablemente:

—Buenas tardes.

—Buenas tardes, señora. Disculpe la molestia. ¿Sabe a qué hora regresan Ana y Alana? —preguntó Juan.

—¿Usted es? —inquirió la vecina.

—Soy Juan, el padre de Alana. He venido a visitarla, pero creo que he llegado demasiado temprano —contestó Juan.

—Ah, usted es Juan. Lamentablemente, debo informarle que ellas ya no viven aquí. Ayer se mudaron. Espere un momento, le traeré las llaves que le dejaron.

Juan, sorprendido y preocupado, pensó: ¿Se han ido? ¿A dónde? Esto no puede estar sucediendo; debo entregarle a Alana hoy mismo a Martín.

La vecina regresó con las llaves y la carta que Ana le había dejado. Juan le agradeció y se dirigió a su casa. Al abrir la puerta, revisó cada rincón y se encontró con que todo estaba completamente vacío. Exclamó: ¡Maldita sea, no puede ser!. Luego, abrió la carta y, al leerla, gritó: ¡Estúpida, estúpida! ¿Por qué te la llevaste? Ahora, ¿qué haré? Martín me matará si no la entrego hoy mismo. A continuación, salió cerrando todo, decidido a encontrarla. Buscó por varias partes, pero no tuvo éxito. No le quedó más remedio que llamar a Martín.

Martín responde: Has llegado con mi nueva propiedad.

Juan, preocupado, responde: Martín, hay un pequeño inconveniente. Alana no podrá acompañarte hoy, ya que vine a recogerla y me informaron que tuvo que salir de viaje con su madre. ¿Podrías darme unos días?

Martín pregunta: ¿Salió de viaje? Haber, dime ¿Cuántos días crees que necesitarás?

Juan responde: Serán pocos, en cuanto lleguen, llevaré a Alana.

Martín dice: Te daré una semana, no más. Cuando ella esté a mi lado, te depositaré lo acordado. Luego, cuelga.

Martín no dio crédito a lo que había mencionado Juan, por lo que decidió llamar a Sara para que lo acompañara a cenar. Martín solo quería ir al restaurante y verificar por sí mismo que Alana no estuviera allí.

Al llegar al restaurante, Sara se sentó y le dijo: “Amor, te extrañé ayer; no me llamaste en ningún momento.”

Martín respondió: “Estaba muy ocupado”.

En ese momento, Celia se acercó a ellos y les mostró el menú. Sara pidió una ensalada, ya que esa noche no deseaba comer en exceso, mientras que Martín optó por un platillo ligero y miraba a su alrededor, buscando a Alana, pero no la veía.

Martín, entonces, decidió creer en las palabras de Juan, aunque en realidad eran una falsedad; solo ella no trabajaría ese día. Tras la cena, se fue con Sara a un hotel.

Por otro lado, Alana estaba cenando en compañía de su madre y las dos hermanas, Olivia y Paulina. Ellas se quedaron un rato más para acompañar a Alana antes de marcharse tras la cena. Después de comer, Alana las acompañó a su casa y, al regresar, le dijo a su madre: Mami, qué bonita familia la del señor Pedro, ¿verdad? Ana sonrió y asintió, y luego cada una se retiró a sus habitaciones.

Una semana después...

Martín no asistió al restaurante durante siete días, suponiendo que Alana se encontraba de viaje. Durante ese tiempo, llevó a Sara a otros lugares para comer. Al transcurrir una semana, Juan debía encargarse de Alana, pero se sentía preocupado, ya que no tenía noticias de ella. Mientras tanto, Alana dedicaba sus días al estudio y sus tardes al trabajo, aunque Juan no tenía conocimiento de que ella laboraba en el restaurante. Para sus desplazamientos, siempre contaba con la compañía de Pedro, quien la trasladaba en su automóvil.

Martín se encontraba en su oficina cuando decidió llamar a Juan.

Martín: 📲 Rin, rin.

Al ver el nombre de Martín en la pantalla, Juan se puso nervioso, preocupado por lo que pudiera decirle. Así que optó por seguir con su mentira y respondió: 📲 Buenas tardes, Martín. Justo estaba a punto de llamarte.

Martín: 📲 Qué bien, imagino que es para entregarme lo que me corresponde.

Juan: 📲 En realidad, quería informarte que Alana llegará el jueves.

Martín: 📲 ¿Más retrasos? Necesito que la llames y le pidas que regrese hoy mismo. ¿Entendiste?

Después de colgar, Juan, nervioso y sin saber qué hacer, arrojó todo lo que tenía sobre el escritorio, exclamando: Maldita sea, Ana, tuviste que desaparecer justo ahora.

Alex se encontraba con Martín y le preguntó qué había sucedido. Para tranquilizarlo, Alex le propuso ir a comer algo y le señaló que Santiago había llegado. Aprovechemos y vayamos a comer algo, sugirió. Martín aceptó y salió de la oficina con Alex. Al llegar abajo, saludaron a Santiago, quien los llevó al restaurante.

Al llegar, se acomodan en una mesa y Martín les comenta algo. Celia se acerca y toma su pedido. Mientras continúan conversando, de repente Alana pasa frente a ellos. Martín, al verla, la llama, aunque solo sus amigos logran escucharle. Alex comenta que ella no llegaba hasta el jueves, y Santiago, sorprendido, responde que ha estado aquí todo el tiempo. Martín lo observa y le pregunta si está seguro. Santiago, confiado, afirma que, efectivamente, ha venido todos los días y que ella siempre ha estado presente.

Martín: Entonces, Juan ha estado jugando conmigo.

Santiago: Justamente eso iba a mencionar cuando la nombraste. Esa chica siempre ha estado aquí; la veo irse todos los días en un auto negro con un hombre un poco mayor que ella.

Martín: (golpea la mesa, y las personas se vuelven a mirarlo). Alex dice que no pasa nada, y luego se dirige a Martín y le dice que se calme, sugiriendo que mejor llame a Juan para ver qué tiene que decir.

Martín: No lo llamaré. Si él quiere jugar, entonces juguemos. Ya firmó los papeles y ella debe irse conmigo.

Alex: ¿Qué piensas hacer?

Martín: Esperaré a que termine su turno y luego ella tendrá que irse conmigo.

Alex: Sería mejor que hables con ella, ya que está aquí.

Santiago: ¿Por qué tendría que hacerlo? Le han tomado el pelo al decirle que no estaba, cuando es mentira. Amigo, estoy de acuerdo en que la lleves contigo, ya te pertenece.

Alex: Santiago, no deberías decir eso; no saben por qué han dicho eso.

Martín: Ella me lo explicará cuando esté conmigo en casa.