El terror llega a la escuela, un jóven es asesinado y su mejor amigo, un estudiante de secundaria, tendrá que resolver el misterio antes de perder él mismo su vida... ¿Lo logrará?
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Capítulo 10
Me dieron muchos escalofríos solo de pensar en hablar con un fantasma, ni siquiera me había hecho a la idea que mi amigo estuviera muerto. Era curioso el como deseaba tanto hablar con él y pensar que estuviera muerto me daba temor pues no me podría disculpar por haberlo dejado.
—Si en verdad eres mi amigo necesito que sepas algo.—Pausé pues aún no estaba seguro que fuera él.—Me siento muy arrepentido de haberte dejado ahí tirado en la biblioteca, me arrepiento porque si no hubieras estado solo estarías aquí aún.
—Yo no entiendo, no sé de qué hablas.—Hablaba con su voz tétrica.
—Lo ves, él no es mi amigo.—Le reclamé a mi hermana aunque controlé mi tono, pese a todo prefería mantenerme respetuoso.
—Si lo es, solo está confundido porque su espíritu está atrapado en dos mundos.—Me respondió para dejarme más dudas que antes, aunque lo importante ya lo sabía y es que si era él.
—Escuchame Edwin, tú y yo somos amigos de la escuela, los mejores de todo el mundo.—Traté de hablar lo más amable que pude pero me sentía nervioso.—¿Ves ese cómic? Era tuyo, me lo regalaste hace unos días.
El espíritu parecía confundido aunque sí miró el objeto y con ello comprendí que en verdad me estaba escuchando y eso lo hizo mucho más fácil para mí.
—Esas cosas de ahí también son tuyas, las dejaste olvidadas cuando viniste el otro día.—Traté de calmarme para que mi voz saliera lo más normal posible pero era inevitable tener fallos en el ritmo, altas y bajas salían a montones.—Por favor trata de hacer un esfuerzo en recordarme amigo mío.
—Si, yo recuerdo quién eres. Mi gran amigo dime ¿Por qué estoy aquí?—La voz del espíritu comenzó a llenarse de nostalgia y gritos de desesperación, su intento por llorar daba muchos escalofríos. Él trataba de llorar y ser tierno pero su voz y el terrorífico momento no lo hacían para nada fácil, era peor que una película de terror.—No recuerdo nada, ¿Dónde están mis papás?, ¿Dónde estoy yo?, ¿Por qué me has traído aquí?.
Cada pregunta hacía mucho más difícil el poder decirle algo, no sabía por dónde empezar ni tampoco cómo calmarlo, jamás había tenido contacto con un espíritu. Su desesperación empezó a hacerse mayor, yo no sabía qué hacer y su tono de lamento era cada vez más grande al grado de dolerme mis odios.
—¿Qué hacemos?—Pregunté a mi hermana que seguía sentada en posición de loto haciendo que el espíritu de mi amigo se mantuviera ahí.
—Tienes que hacerle entender de la manera más suave lo que ha pasado.—Me dijo como si fuera tan fácil y me pregunté el por qué no me había preparado antes de empezar para está parte del problema.—Su espíritu no está conectado a su mente por eso no tiene muchos recuerdos, solo las cosas que más le importaban. Debes explicarle lo sucedido con su vida pero tienes que darte prisa porque no durará mucho aquí.
La situación se puso mucho peor, ahora el requisito era hacerlo bajo presión y nunca había sido bueno para esto. Hubiera sido muy bueno poder preguntar ¿Quién te mató? o ¿Recuerdas qué fue lo que pasó? Algo que me diera una respuesta directa pero eso no iba a funcionar, según mi hermana no podía quebrar sus emociones o sentimientos con cosas así.
El espíritu de mi amigo tampoco ayudaba mucho, mirando a sus ojos podía ver qué estaba muy pérdido y que en cualquier momento podía hacer una locura. La desesperación que corría por sus venas estaba conectándose con aquello que tengan los espíritus para hacerlos funcionar, moverse, hablar, su cerebro espiritual por así decirlo.
Esa combinación le estaba haciendo moverse por todos lados dentro del círculo con mucha desesperación, volaba tan rápido dando vueltas que si lo seguía con mi vista iba terminar muy mareado. Por eso solo agaché mi vista y dejé que mis odios me indicarán la situación.
Los objetos estaban cayendo por todos lados, incluso los que ya estaban en el piso seguían levantándose y estrellándose una y otra vez. Eso para variar también me causaba estrés pues seguro mis padres se molestarían e irían a ver qué sucedía, si eso pasaba mi hermana y yo estábamos en problemas.
Con todo eso en mi cabeza no tuve más remedio que hacer para lo que habíamos ido hasta ahí... Hablar con el espíritu de mi amigo.
O al menos el ser que había aparecido y que yo pretendía que fuera mi amigo. Pensaba tantas cosas, entre ellas que aunque se tratara de su espíritu, era muy poco probable que siguiera siendo mi amigo. Quizá él ya no me reconocería y se pondría agresivo. La mente es el enemigo más grande que podemos tener y más en ese tipo de situaciones.