Hace años, Ilán le mintió a su exmarido, Damon, diciéndole que el bebé que había dado a luz había muerto. Lo hizo por la profunda decepción que sentía hacia él, quien lo había abandonado en el momento más vulnerable, cuando estaba a punto de dar a luz.
Ahora, Ilán se ve obligado a enfrentarse nuevamente a Damon, ya que su hijo/a necesita desesperadamente un donante de médula ósea.
¿Cómo reaccionará Damon al descubrir que su hijo/a sigue vivo y está gravemente enfermo debido a la enfermedad que padece?
—Cásate conmigo otra vez, Ilán —dijo Damon, su voz impregnada de autoridad, mientras las feromonas alfa llenaban la habitación, abrumando a Ilán con una mezcla de tensión y deseo reprimido.
—Acepto... —respondió Ilán, conteniendo la respuesta instintiva de su cuerpo al poder que emanaba Damon—, pero después de que quede embarazado y dé a luz, nos separaremos.
El aire cargado de feromonas hizo que la atmósfera se volviera insoportable, incrementando la tensión entre ambos...
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10
—Ilán... —susurró Damon, incrédulo.
El omega que había estado buscando con tanto empeño, el mismo que había llenado sus pensamientos día y noche, ahora estaba allí, frente a él. No había necesidad de más búsquedas desesperadas, ni de pagar fortunas a investigadores. Ilán, su exesposo, estaba de pie a unos metros, tan real como los latidos acelerados en el pecho de Damon. Un torrente de emociones lo invadió de golpe: nostalgia, culpa, y un profundo anhelo que había intentado reprimir durante tanto tiempo. Sus feromonas empezaron a desbordarse, llenando el aire con una mezcla de deseo y arrepentimiento.
—Tú... ¿cómo?
—¿Podemos hablar un momento? —interrumpió Ilán, con un tono apremiante, ignorando las palabras de Damon. El omega parecía agitado, y sus feromonas emitían una urgente petición de ayuda. No había tiempo para sentimentalismos; había algo mucho más importante que lo había llevado allí.
Ilán necesitaba ayuda. Gio, su hijo, había recaído, y estaba de nuevo hospitalizado. La noticia había sacudido su mundo, y en un arrebato de desesperación, Ilán había decidido acudir a Damon, su único recurso, después de enterarse por Hesti que Damon había llegado a Jakarta el día anterior.
—Por supuesto... —respondió Damon, intentando sonreír, pero su mente ya estaba llena de preguntas. ¿Qué hacía Ilán allí? ¿Por qué lo buscaba después de tanto tiempo de distanciamiento? La tensión en el aire aumentaba, sus feromonas revelaban un sutil nerviosismo que no podía controlar. Damon sabía que Ilán no aparecería sin una razón poderosa, especialmente considerando cómo lo despreciaba tras todo lo que había sucedido.
—Sígueme —dijo Damon, con un movimiento decidido hacia el ascensor.
Ilán lo siguió en silencio, sus pasos cargados de urgencia, mientras Zack, quien había permanecido en silencio todo el tiempo, se unió a ellos. Dentro del ascensor, las feromonas de ambos llenaron el espacio reducido con una tensión palpable. Ninguno de los tres dijo una palabra mientras las puertas se cerraban, pero el ambiente estaba cargado con la energía de algo inminente.
Una vez dentro de la oficina privada de Damon, el silencio continuó pesando sobre ellos. Damon se giró hacia Ilán, buscando ofrecerle una tregua.
—Por favor, siéntate. ¿Quieres algo de beber? —comenzó a ofrecer, pero sus palabras se detuvieron de golpe.
Ilán, el orgulloso omega que nunca se doblegaba ante nadie, de repente cayó de rodillas frente a él. Lágrimas comenzaron a rodar por su rostro mientras su cuerpo temblaba. Incluso Zack, que estaba acostumbrado a manejar situaciones incómodas, se quedó paralizado por la sorpresa.
—¡Ilán! ¿Qué estás haciendo? —preguntó Damon, acercándose rápidamente, su corazón latiendo violentamente en su pecho. Ver al omega, el mismo al que había herido tanto, suplicando frente a él lo dejó completamente desconcertado. Las feromonas de Damon se dispararon, llenando la sala con una mezcla de preocupación y angustia. No podía soportar ver a Ilán de esa manera.
—Por favor, Damon. Te lo ruego, ayúdame —sollozó Ilán, sin levantar la mirada, su voz ahogada por el llanto.
—¡No hagas esto, levántate! —dijo Damon, agachándose para ayudarlo a ponerse de pie, sintiendo la suavidad de la piel del omega bajo sus manos, el calor de su cuerpo aún tan familiar a pesar de los años que habían pasado.
Pero Ilán negó con la cabeza, su cabello blanco cayendo como un manto que cubría sus ojos. —No, no me levantaré hasta que me prometas que me ayudarás —insistió con desesperación.
Damon se quedó helado. Sabía que esto debía ser serio, pero no imaginaba que Ilán llegaría a ese punto. Había sido siempre tan fuerte, tan independiente. Pero ahora, sus feromonas revelaban su vulnerabilidad, un grito silencioso de auxilio. Damon tragó con dificultad. Ilán sabía lo mucho que había detestado la idea de tener hijos, cómo había huido de esa responsabilidad. Y por eso, Damon se preguntaba si estaría casado con otro alfa, si habría formado una nueva vida, una nueva familia.
—Te ayudaré —prometió Damon finalmente, sus feromonas ahora emitiendo un leve rastro de protección y arrepentimiento. No podía dejarlo así. Haría lo que fuera necesario para compensar el daño que le había causado. A pesar de todo, seguía extrañando a Ilán, más de lo que estaba dispuesto a admitir.
Con suavidad, Damon lo levantó del suelo y lo guió hasta uno de los sofás de cuero que adornaban su oficina. Zack, todavía impactado por lo que había presenciado, se acercó rápidamente.
—Zack, sal. No dejes que nadie nos interrumpa hasta que hayamos terminado de hablar —ordenó Damon sin apartar la vista de Ilán.
—Sí, señor —respondió Zack, saliendo de la habitación con una expresión de incertidumbre en su rostro.
Una vez que estuvieron solos, el silencio volvió a caer sobre la sala, roto únicamente por los suaves sollozos de Ilán. Damon lo observó, su corazón dolido al ver al omega en ese estado tan vulnerable. Las feromonas de Ilán estaban impregnadas de desesperación, un eco de su sufrimiento, y Damon, por primera vez en mucho tiempo, no supo cómo reaccionar.
—¿Qué es lo que te ha pasado, Ilán? —preguntó Damon suavemente, esperando que sus palabras lo calmaran.
—A..ayúdame a salvar a mi hijo —respondió Ilán con la voz temblorosa, sus ojos llenos de súplica.
El corazón de Damon se detuvo por un instante. La palabra "hijo" resonó en su mente como un eco ensordecedor. ¿Ilán había tenido un hijo? ¿Había vuelto a casarse y formado una familia? Las feromonas de Damon comenzaron a fluctuar entre la confusión y el dolor. No podía soportar la idea de que otro alfa hubiera ocupado su lugar, de que Ilán hubiera seguido adelante sin él.
Un torrente de emociones lo abrumó. No, no podía aceptarlo. El egoísmo que tanto había intentado suprimir volvió a salir a la superficie. No podía permitir que Ilán perteneciera a otro, aunque sabía que no tenía derecho a exigirlo. Sí, aunque suene muy egoísta. Damon quería que Ilán regresara con él para poder comenzar una nueva vida y expiar su culpa por la pérdida de su bebé.
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