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El Loto Negro —el Renacer De Un Jade—

El Loto Negro —el Renacer De Un Jade—

Status: En proceso
Genre:La Vida Después del Adiós / Reencuentro / Apoyo mutuo / Amor eterno / Demonios / Reencarnación
Popularitas:813
Nilai: 5
nombre de autor: Xueniao

Tras haber ganado la guerra entre los tres reinos y revivido al loto blanco, Liú Huó, rey del inframundo , se verá envuelto en una nueva travesía lleno de obstáculos en sus camino.

Nuevos enanemigos amenazara la paz de la corona en busca de venganza y poder. Pero esta ves será la prueba del Loto Blanco, quien tendrá que tomar el poder que por sangre siempre le correspondió y, poner fin a las calamidades de atormentan la tranquilidad y el equilibrio entre los imperios.

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Dudas y Torpezas

«Toc, toc... Toc, toc.» El golpeteo suave y pausado en la puerta era el recordatorio diario de que ya había amanecido, pero por extraño que sea, el frío de la mañana estaba haciendo complicada la tarea de levantar mi cuerpo del calor entre las sábanas, la somnolencia y la suavidad de la tela que rodeaba mi cuerpo, no me di cuenta cuando había entrado Li Song a mi habitación. —Alteza, ¿vas a quedarte aun en la cama? Ya es pasado de medio día, falta muy poco para el almuerzo.

Mis ojos se abrieron en demasía al escuchar aquellas palabras y mi cuerpo reaccionó con brusquedad sentándome en la cama. —¿Medio día? ¿Por qué no me despertaron antes? ¡Li Song! Pásame mi ropa, tengo que vestirme, no he ayudado para nada, se supone que iría con Chou gongzu a recorrer la ciudad hoy en la mañana y luego con Yáng Měi al reino del sur para presentar los términos patrimoniales.

Me vestí rápidamente mientras negaba con angustia y nerviosismo, e ideaba una forma de disculparme, no entendía por qué justo hoy Li Song me había dejado dormir tanto y mucho menos cómo es que dormí tanto, de hacía meses que no lograba dormir más de dos horas y justo tenía que ser hoy. Sentí unas manos cálidas en mi cabeza y me detuve mirando a Li Song frente a mí que sonreía tranquilamente. —¡Alteza! Calma, no tienes que apresurarte, Chou Tai fue con Yáng Měi por el tratado esta mañana, Tae Min tenía que llevarlo temprano a la corte celestial por lo que ayer a última hora mandó una nota pidiendo ir lo antes posible. Fue Liú Huó que me dijo que le dejara descansar, porque no había dormido nada en la noche.

Lo miré en silencio mientras asentía y procesaba sus palabras, pero en cuanto la información de Liu Xin llegó a mis oídos, no pude evitar que el calor cubriera mis mejillas y terminé ocultando mi cara entre mis manos mientras en susurro aclaraba el malentendido que solo se había generado en mi cabeza. —Solo nos encontramos en la sala de oraciones, y hablamos un rato, no pasó nada más...

—Mm, nunca dije que había pasado algo, Liu Huó solo dijo que te vio desvelarte, ni siquiera mencionó que pasaron juntos la noche.

Li Song había cambiado su mirada seria a una sonrisa pícara que revelaba mis vergonzosos pensamientos y mis descarados sentimientos. —¡Li Song! ¡Cállate!

Agarré el pequeño almohadón en mi cama y se lo lancé a Li Song que reía descaradamente mientras lo esquivaba. Me dejé caer en la cama y no pude evitar reír de mí mismo mientras cubría mi cara con mis manos. Sentí el peso del cuerpo de Li Song hundía la cama y abrí mis dedos dejando ver mis ojos y fijándolos en el cuerpo al lado mío que me miraba sonriente. —No tiene que avergonzarse de lo que siente Alteza, después de todo eres correspondido, deberías solo ir a por todo y ser feliz, es lo que todos queremos para usted.

Li Song acarició mi frente y se levantó retirándose de la habitación. —Le esperaré abajo, no demores, la comida no tarda en estar.

Asentí sonriendo y me quedé totalmente quieto mirando cómo la puerta se cerraba y envolvía la habitación en un silencio sublime; suspiré hondo, miré la luz que se colaba entre las cortinas y me encaminé al balcón mirando la imponente ciudad infernal. —Tan ruidosa...

Sonreí cálidamente al paisaje; tan diferente a WūYā, pero se sentía tan cálido y reconfortante con todos allí. Mi mirada bajó posándose en el jardín sur frente a mí. Y ahí estaba la razón de que mi corazón latiera, de mi existencia misma. Tan calmado, su piel es mucho más pálida que cuando éramos jóvenes y sus ojos negros ahora son tan rojos como la sangre, y es mucho más alto de lo que recuerdo. Lo que para él fueron mil años, para mí fue solo un largo sueño; y aunque a veces intento pensar en la soledad de los años que tuvo que pasar Liu Xin, no logro comprender realmente su motivación para ello. Todos afirman que es por mí, que todo esto es por mí, pero ¿Cómo puedo siquiera pensar en atribuirme tal mérito? Son sus grandes méritos, sus logros y sus batallas, cuantas pérdidas, cuantas cicatrices adornarán su cuerpo hoy para ser quien es, ¿Cómo osar, solo pensar en ser la razón? ¿Nuestro amor?, aquel beso aquella vez, no fue más que una despedida, un acto de compasión por un débil e incompetente ser. —Yo no me atrevo...

Sin darme cuenta lo perdido que estaba en mis pensamientos, una penetrante mirada se posaba en mí, para cuando nuestras miradas se encontraron fijamente él ya me sonreía con calidez, inclinando levemente la cabeza me hizo una seña para que bajase. El calor pintó mi cara, podría jurar que estaba tan rojo como un tomate y por más que quería correr y esconderme bajo la cama, solo asentí tímidamente e hice lo que pidió, como si una cuerda invisible tirara de mi cuerpo hacia él.

Existo para ti y por ti.

El frío invernal abrazaba todo DíYú, y a pesar de ya no sentir de la misma forma, aún podía diferenciar el brusco cambio de temperatura en mi piel y eso solo era indicio de que mi cuerpo va mermando cada vez más rápido. Miré mi mano y la tonalidad azulada que mostraba mi cada vez más pálida piel, era signo de que ni siquiera las píldoras estaban cumpliendo su labor. —A este paso, no serán siquiera tres años...

Apreté los puños fuertemente y salí de mi estudio dirigiéndome al jardín sur,» tal vez con un poco de suerte, lo pueda ver asomarse por la ventana». Reí ante mis pensamientos y negué levemente sentándome bajo el durazno que mantenía sus ramas cubiertas de la blanquecina nieve; abrí los registros que Tae Min me había mandado de mi estado y por más que mirase no lograba entender nada, entre la frustración y mis caóticos pensamientos, sentí una mirada pegada a mí, levanté la vista y allí estaba, con sus brazos en la barandilla y su cabeza recostada en ellas mirándome fijamente sin siquiera pestañear, su mirada era intensa y quemaba como fuego, sabía que estaba perdido en sus pensamientos, pero no pude evitar sonreír ante la complejidad de la misma, y no fue mucho después que se dio cuenta de ello y se levantó rápidamente. Aún a la distancia podía distinguir el color de su cara, estaba tan roja que no pude evitar sonreír con más fuerza, él no se escondió, se quedó congelado en el mismo lugar bajando su cabeza, pero aun así no dejó de mirarme. Le hice una pequeña seña con la mano para que bajase y él simplemente asintió con timidez, pero antes de entrar, una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios color cerezas.

No tardó mucho en llegar a mí, no solía usar el pétalo que le di, decía siempre que no sabía cómo utilizarlo y terminaba en lugares que no conocía, por lo que prefería caminar, pero dudaba que lo haya hecho en este momento, fue demasiado rápido. —Su Alteza, ¿pudo descansar bien?

Sus mejillas se colorearon aún más y desvió levemente la mirada asintiendo. —Eh... sí, yo dormí demasiado...

No pude evitar reír, él me miró con sus labios arrugados y su entrecejo fruncido, por lo que solo levanté mis manos en señal de rendición. —Lo siento, pero realmente me alegra escucharlo, últimamente nos encontramos cada noche y luego es uno de los primeros en despertar. ¿Para su Alteza, es muy difícil acostumbrarse aquí? Si a su alteza no le gusta aquí, puedo arreglar un establecimiento cerca de BáiYù, me encantaría decirle que puedo arreglarle una estadía en los cielos, pero creo que eso no es para nada prudente de mi parte.

La suave risa de su Alteza se hizo presente, cuando le miré a los ojos, estaba esa mirada cálida y pura que solo me dedica en extrañas ocasiones, pero que derriten todo mi ser. —Si su Alteza me mira de esa manera, creo que puedo conseguir estadía más allá del cielo si lo pidiese...

Cubrió su cara con sus manos y caminó lentamente a mí lado, tirando suavemente la manga de mi túnica con la punta de sus dedos; aún sin mirarme, con la cabeza hacia abajo, susurró. —Liu Xin está aquí, entonces yo pertenezco aquí.

Sentí mi corazón detener ante aquellas palabras, él subió la mirada posando sus ojos en los míos y con una leve sonrisa habló un poco más claro. —Aún... es todo confuso, extraño y me causa temor... pero Liu Xin, sabe que este intento de príncipe, siempre fue un cobarde.

—Alteza, usted...

La mano de su Alteza se posó en mis labios evitando claramente que hablara, por lo que solo asentí. —Si lo fui, yo fallé como heredero al trono, le fallé a mi gente, a mis padres y a ti... pero no es de lo que quiero hablar ahora...

Negue en espera de sus palabras, él retiró lentamente su mano de mi boca y bajó la mirada mientras jugueteaba con sus dedos en muestra de nerviosismo. —Yo... ¿Por qué Liu Xin no me dejó ir? ¿Por qué esperaste tanto por mí?

Sus ojos se fijaron en los míos, pero al no ver respuesta, aquellos lentamente se cristalizaron y su mirada empezó a bajar intentando centrarla en lo que fuese. Posé mis dedos en su mentón deteniendo su cabeza y atrayendo su mirada, levanté lentamente su barbilla y le miré fijamente a los ojos. Aquellos ojos estaban llenos de dudas, miedo y esperanza. Lo entendía, yo simplemente lo entendía. Sonreí levemente y me incliné con rapidez para besar con suavidad sus labios mientras con mi otra mano lo atraía a con firmeza rodeando su cintura.

Él no se resistió, abrió con fuerza y nerviosismo sus ojos antes de dejarse llevar por el cálido momento y terminar cerrando suavemente mientras sujetaba con fuerzas mis túnicas.

Fue hasta que el aire faltó que ninguno de los dos hizo el intento de separar nuestros labios, el sonido lascivo que se produjo al separarnos solo hizo que su Alteza se sonrojase más, pero aún con aquel nerviosismo y timidez, no se soltó de mí, sus manos estaban empuñadas sosteniendo la tela de mis túnicas mientras las mías reposaban atrevidamente en su cintura atrayéndolo cada vez más a mí. —Alteza...

Un pequeño sobresalto y mi llamado hizo que levantara la mirada, sus mejillas estaban rojas y sus ojos cristalinos, pero el temor que vi ante aquellas preguntas, había desaparecido totalmente. Aun así, sabía que eso no bastaría y tenía que responder, no quería malentendidos, no luego de tanto tiempo.

Guíe una de mis manos a su mejilla y acaricié suavemente mientras él se dejaba llevar en un acto somnoliento, recostando su mejilla en mi palma. —Su Alteza...

—¿sí?

Sonreí, negué con suavidad ante su comportamiento mimoso, no sé cuánto tiempo había anhelado e imaginado esta situación, pero jamás se compararía, está justo frente a mí, su piel cálida y sus ojos brillosos me miran con ternura y amor, nada se podría comparar. —¿Cómo podría dejarle ir?

Él me miró confuso, pero la curvatura de sus labios jamás abandonó su mirada, sus ojos llenos de ansias esperando mi respuesta. Respiré hondo recordando todo, el dolor y la soledad, todo para tenerlo justo aquí, justo así, y por fin poder decirle lo que debí decir hace mil años. —Alteza, este servidor merece la muerte mil veces para pagar todo lo que le hizo... desde que tengo memoria mi corazón solo latió de esta forma cuando le conocí, pero los malentendidos y la inmadurez fueron los jueces de mis actos mil años atrás; y cuando me di cuenta de mi error, tuve que clavar un puñal en su pecho para complacer el capricho de un pueblo codicioso.

Los ojos de su Alteza se llenaron de cristalinas lágrimas que no privaron en caer por aquellas níveas mejillas. —Los dos tuvimos la culpa de aquellos malentendidos, yo...

Picoteé sus labios con los míos en busca de callarlo y calmar sus lágrimas que rompían cada vez un poco más mi maltrecho corazón. —Su Alteza, yo era un simple guardia en aquel momento y usted era el futuro sol de la nación, de cualquier forma que lo vea, no fui más que un ser impertinente e irracional. Yo jamás le odié su Alteza, ni por un momento... creí hacerlo, realmente lo creí, hasta aquel día donde la fiebre lo consumía y aún con ello salió delante del pueblo y brilló como la estrella más ferviente del cielo, no había duda después de aquello, pero el orgullo de este inepto, llevó a la ruina lo que ni siquiera comenzó.

—No fue tu culpa Liu...

—Si lo fue Alteza, y si vuelve a interrumpirme, le volveré a besar hasta que no quede aire en sus pulmones.

La cara de su Alteza se enrojeció completamente y bajó su mirada sonriendo muy levemente. —Alteza...

Levantó su mirada torpemente relajando sus facciones, acaricié su mejilla y acomodé un mechón de su cabello tras su oreja. —Esto debí decirlo hace mil años, pero es solo en este momento que tengo realmente el valor para hacerlo...

Me acerqué descaradamente a sus labios, casi rozándolos. Le miré fijamente mientras sentía su aliento chocar en mi boca y sus pupilas temblar en nerviosismo ante mis actos, apoyé ambas manos en su cintura y lo jalé con fuerza a mí, mientras susurré sin siquiera pestañear — Te amo Xuě Tiān... Te amo tanto que mi sola existencia es por tu causa, te amó tanto que no me importaría esperar mil años más, si es por estar un segundo así, junto a ti.

Cerré lentamente los ojos mientras junté nuestros labios, terminaron de sellarse, su corazón retumbaba tan fuerte que podía incluso sentirlo en mi pecho, y aunque no reaccionó hasta segundos después, la sonrisa que surcó sus labios, derritió mi alma aun cuando no podía verle. Sus brazos rodearon mi cuello con fuerza y ante el acto, enderecé lentamente mi espalda elevando sus pies del suelo, haciendo que se apegue completamente a mí. Y aun cuando el aire empezaba a faltar, ninguna mostraba verdaderas ganas de querer separarnos y es que después de mil años, por fin me sentí realmente vivo.

Su Alteza abrió lentamente sus ojos mientras intentaba recuperar la respiración, habíamos cortado el beso hace unos segundos, pero aún se encontraba entre mis brazos, me había sentado en una de las bancas, por lo que sus piernas rodeaban mi cintura a cada lado y su cabeza se apegaba a la mía mientras una sonrisa brillante decoraba su perfecta mirada y sin que ni siquiera lo esperara, un leve susurro entrecortado, llegó explotando toda emoción en mi pecho y mi corazón. —Yo también te amo... Liu Xin

Su voz y la suave risa luego de aquellas palabras, se colaron por mis oídos y se estallaron directamente en mi pecho, provocando que finas gotas saladas salieran de mis ojos. Luego de mil años, por fin te tengo aquí Xuě Tiān. —Me gusta que tú digas mi nombre, Liu Xin... ¿Puedes llamarme así desde ahora?

—Mm, si es lo que su Alteza desea.

—Mm, lo deseo... Liu Xin...

—¿Sí?

—Gracias... gracias por esperar por mí.

—No, su Alteza no tiene nada que agradecer, es este ser quien le debe toda su felicidad, su Alteza, por favor, permítame amarlo por el resto de mi vida... permítame ser completamente suyo Xuě Tiān.

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