Romina una mujer que se enfrenta a un cambio en su vida después de un accidente que la deja postrada en una sillas de ruedas busca venganza del culpable que le arrebató todo llegando a los límites para recuperar lo que un día le perteneció sin medir consecuencias.
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Poniendolos a prueba.
Luego de verla ingresar Irma corre a mostrarle las fotos que pudo conseguir el día anterior.
- Señorita con todo el alboroto de ayer no le pude mostrar las fotos que me mando a tomar.
- Está bien Irma muchas gracias. ¿Qué pudiste ver?
- Nada en especial, el señor Lautaro estaba durmiendo en el regazo de esa mujer mientras ella le acariciaba el cabello. Aun así eso en sí es una falta de respeto.
- Déjame verlas por favor.
- Aquí tiene. Como puede ser capaz que un hombre recién casado visite a otra mujer y le permita hacer eso. (La mujer estaba que tiraba espuma por la boca de lo enojada que se sentía)
- Esto está muy bien igual me sirve.
- ¿Señorita se piensa divorciar?
- Eso es un hecho Irma. Aunque esto no pruebe adulterio ya es una gran falta que mi esposo pase más tiempo con otra mujer e incluso la meta a mi propia casa alegando una supuesta enfermedad.
- Todos aquí estamos dispuestos a declarar a su favor. El descaro de esa muchachita es impresionante.
- Gracias mi querida Irma ahora puedes llamar a mi tía, necesito hablar con ella para luego darles algunas indicaciones a ustedes.
La mujer le da una reverencia y sale de inmediato.
Te arrepentirás Lautaro, te arrepentirás de dejarme de lado e ignorar todo mi esfuerzo.
En la cabaña Lucía estaba que no podía de sus nervios, Lautaro no le respondía y estaba sola sin tener a donde ir.
Lautaro respóndeme.. Todos me odian en este lugar y ya no quiero seguir aquí. Esa mujer es un demonio sin corazón. ¿Cómo fue que te enamoraste de una inválida que no puede hacer nada por ti?
Presa de sus emociones Lucía llama al único número que si le contestaría, estaba entre la espada y la pared solo esperando que la echarán a patadas para volver a quedar en la calle.
Eso era algo que no podía permitir.
Romina observaba esa vieja casita por su ventana, podía ver a Lucía caminando de un lado para el otro. Era claro que la había puesto nerviosa. Escucha la puerta abrirse y la dulce vos de su tía del otro lado.
- Hija para qué me necesitas.
- Tía ya tienes todo listo para irnos mañana.
- ¿Vamos a irnos igual? Yo pensé que por lo sucedido lo cancelarías.
- Eso ni pensarlo, acabo de lanzar el anzuelo y tal parece que el pez está ansioso por caer en mi trampa. Tenemos que darle espacio para que se sienta en confianza.
- ¿Hablaste con ella?
- Si y por fin pude descifrarla, ahora quiero ver cuál será su próximo movimiento. La muy estúpida se cree astuta, pero nunca se podrá igualar conmigo.
- ¿Romina de verdad no quieres ni un poquito a Lautaro? Se lo estarás lanzando a los brazos prácticamente.
- Él no se merece nada de mí. Sabes hace poco si pensaba en que las cosas podían cambiar entre nosotros, pero Lautaro me demostró que yo no valgo lo mismo en su corazón que esa mujer.
A pesar de mi venganza fui la única que lo está ayudando y aun así siempre escucho decir el nombre de Lucía con tanto cariño, en cambio, al mío lo dice a gritos de enojo.
Me deja ver como una estúpida en todos los modos posibles por defenderla y priorizarla a ella. Nunca me pregunto cuanto sufrí yo al estar en esta silla, pero siempre dice Lucía está enferma, Lucía me necesita.
Martina se acerca y la abraza llorando por sus palabras. Aunque su sobrina quiera fingir ser fuerte todo el tiempo sabe que también quiere ser frágil y que alguien la ayude sinceramente.
- Toda mi vida odié a las personas que me miraban con lástima, pero me molesta más ver a otras disfrutar de la compasión. ¿Acaso no tienen dignidad? ¿Les gusta verse lamentables para recibir atención?
- Hija cada persona tiene su forma de pensar y su forma de ser. A ti te molesta porque estás en esta situación, pero para alguien que cuenta con todas sus funciones y aun así no pueden lograr lo que quieren pues pienso que es una buena manera para sentirse mejor.
- Ya no me importa nada tía. Lautaro se arrepentirá de su decisión. Y ahora solo le daré espacio para ver que decide hacer, puede arruinar su vida por completo o bien puede recapacitar y demostrar que me respeta.
- Apoyo ese pensamiento Lautaro ya es un hombre grande y es hora de que tome las riendas de su vida pensando que es lo mejor para él.
- Vamos y preparamos las maletas. Este fin de semana quiero disfrutar y olvidarme de todo y de todos, incluso de mi misma.
La tarde pasó tranquila, Romina salió junto a Simón a su rehabilitación mientras Martina se reunía con Román para los últimos detalles en la empresa. De Lautaro ni las luces, nadie sabía donde podía estar metido ni siquiera Lucía quien lo busco en todos sus lugares favoritos.
