DULCE JUEGO

Persona misteriosa: (molestó) ¿Qué te pasa? ¿Por tu culpa casi nos matan? ¿Qué tanto puede valer ese hombre?

ISMAR: (molesta) Cállate, no eres más que una molestia.

Persona misteriosa: (molestó) ¿Qué crees que moriría por tu amor? ¿Qué pena, porque no lo haré.

ISMAR: (sonríe) ¿Qué pena, porque aquí se hace lo que yo digo?

Persona misteriosa: (molestó) Es mejor que no vuelva a suceder, o tendrás que acabar con él, o yo lo haré por ti.

ISMAR: (sonríe con narcisismo) Como tú quieras, ello no me afecta en nada, ok.

Esta persona molesta se fue, mientras que ISMAR estaba pensando que ya había comenzado lo que tanto temía.

ISMAR: (pensando) ¿Por qué temo matarlo? ¿O quizás ha dado en mi demasiada lástima que me da pesar matarlo? Pero no me detendrá.

En el hospital...

FERNANDO: (pensando) ¿Quién es su acompañante? Y la mirada de esa mujer es penetradora y es decisiva. ¿Por qué dudaba si un asesino como ella no lo haría? ¿O acaso nos hemos visto antes? Pero no lo creo.

NICOLÁS: ¿Se siente bien?

FERNANDO: (sonríe) Sí, me siento bien.

NICOLÁS: (sonríe) ¿Y qué lo tiene así de pensativo?

FERNANDO: (suspiro) Esa mujer.

Casa de ISMAR

ISMAR: (grita) ¡Oye! ¿Por qué hay tantas personas aquí? ¡Aléjate! ¡Aléjalos! ¡Me quieren dañar! ¡Ellos quieren verme morir!

Persona misteriosa: (grita) ¡Es solo una fantasía! ¡Despierta! (suspiro) Siempre es lo mismo contigo: matar, beber y, cuando no puedes más, tu mente distorsiona los hechos. (sonríe) Te llevaré a donde tu amor, para ver si le gusta esta parte de ti.

ISMAR solo gritaba y desvariaba sobre personas que le hacían daño, e incluso se volvió violenta, pero esa persona misteriosa no tuvo compasión y la llevó al hospital.

FERNANDO dormía un poco cuando escuchó gritos y quería seguir durmiendo, pero le entró curiosidad por saber quién era la mujer que los médicos llevaron. Al verla salir de la habitación, era ISMAR, y los doctores le aconsejaron que entrara, pero no lo hizo. Por otro lado, ISMAR no lograba controlarse, al punto de empezar a golpear a los médicos.

Los doctores la iban a sedar, pero FERNANDO intervino, diciendo que la conocía.

FERNANDO, al ver cómo ISMAR estaba, las lágrimas salieron de sus ojos y su rostro se mojó muy rápido de sus lágrimas.

FERNANDO: (llorando) ¡ISMAR! ¡Tranquilízate! ¡Soy yo, FERNANDO! ¿Todavía lo recuerdas?

ISMAR estaba violenta, pero escuchó una suave voz y, al escuchar su nombre, ella empezó a recapacitar, aunque su cabeza aún estaba confusa.

ISMAR: (asustada) ¡FERNANDO! (grita) ¡FERNANDO!

FERNANDO: (sonríe entre lágrimas) Sí, soy yo.

ISMAR se vio a FERNANDO y lo abrazó, y mientras estaba en sus brazos, se desmayó. Y mientras estaba ISMAR en sus brazos, él no permitió que nadie la tocara, solo la observaba con delicadeza.

A ella la llevaron a la habitación del al lado de FERNANDO, y así FERNANDO vio una de las caras de la mujer que amaba y cómo parecía alguien normal. Él se preguntó qué habría pasado que se puso así.

FERNANDO esperó hasta el otro día para hablar con ISMAR.

Al otro día, ISMAR se levantó desconcertada y preguntándose qué había pasado. Ve a alguien sentado a su lado, era esa extraña persona.

Persona misteriosa: (sonríe) Por fin despertaste.

ISMAR: (molesta) ¿Qué pasó y en qué carajos estoy?

Persona misteriosa: (sonríe) Estás en el hospital y tu amante vio una parte de ti que no conoce.

ISMAR: (molesta) Imbecil, maldito, dime, ¿maté a alguien?

Persona misteriosa: (sonríe) Qué molesta, así tratas a quien te ayuda y no, no lo hiciste.

ISMAR: (grita) ¡Lárgate! No eres más que un estorbo.

La persona se fue con una sonrisa, mientras ISMAR intentaba recordar.

Un rato después, entró FERNANDO.

FERNANDO: (sonríe) Hola, señorita.

ISMAR: (molesta) ¿Qué fastidio es usted? Me estresa.

FERNANDO: (serio) Perdón, ISMAR, solo quiero que hablemos sobre lo que le sucedió ayer.

ISMAR: (grita) ¡Lárguese! No lo quiero ver.

FERNANDO: (sonríe) No hay posibilidades de que vea a la ovejita.

ISMAR: (sonríe) ¿Ovejita yo?

FERNANDO: (sonríe) Sí.

ISMAR: (curiosa) ¿Y por qué?

FERNANDO: Simplemente porque pareces fuerte pero eres débil, en conclusión, eres una ovejita con piel de lobo.

ISMAR: (sonríe con picardía) Qué rara es su lógica, pero no soy una ovejita.

FERNANDO: Pero todavía puedo verla.

ISMAR: (sonríe) No se, tendría que pagar un precio y no sé si usted estaría seguro, ya que aparece un conejo.

FERNANDO: (sonríe) Estaría encantado de pagar el precio, pero ¿por qué un conejo y no un lobo?

ISMAR: (sonríe con picardía) Acérquese y se lo diré.

FERNANDO se acercó y ISMAR lo besó.

ISMAR: (sonríe) ¿Se sonrojo?

Entonces FERNANDO tomó a ISMAR de la cabeza y la hareció a sus labios y le dio un profundo beso, dejando por poco a ISMAR sin respiración.

FERNANDO: (sonríe) ¿Por qué no un lobo?

ISMAR: (avergonzada) ¿Qué quiere que le diga? ¿Y rápido que no albergó mucho tiempo?

FERNANDO: ¿Dónde estaba y por qué llegó anoche así?

ISMAR: (seria) Hay preguntas que jamás se van a responder y esta es una de esas.

FERNANDO: (sonríe con tristeza) Usted es consciente de que nos vemos cada vez que usted desee y que pareciera como si yo fuera su juego. ¿Acaso no me ama o eso soy para usted?

ISMAR: (agacha la cabeza) Lo sé, sé que no es mi juego, sé que solo aparezco cuando deseo, pero a visto más allá del telón.

FERNANDO: (grita) Pero es que usted nunca me dice nada y siempre estoy en zozobra. ¿Por qué no sé nada sobre mi amante? ¿No sé si llora, ríe o muere? Solo sé que usted siempre sonríe cuando me ve.

ISMAR: (sonríe con tristeza) Así quisiera contarle muchas cosas, no puedo porque hay secretos que nunca se deben saber, pero tenga presente que algún día lo sabrá.

FERNANDO: (con tristeza) Como usted desee, no la molestaré más.

ISMAR: Es mejor así, no nos veamos nunca más.

Y desde ese día tomaron caminos separados, uno extrañando al otro pero ninguno está dispuesto a ceder, pero en el fondo aún se amaban.