"Amaya Dalys, única hija y heredera del Ducado Dalys es caprichosa y casi toda la nobleza la odia por ser una megalómana justificada"
Esa es la conclusión a la que llega la nueva Amaya Dalys, sin embargo, esto no es lo que realmente le causa problemas. Si no su irrompible matrimonio con el Marqués Axel Hackett.
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EL REGALO AZUL
«¡Ack!»
Gimió el último hombre que Axel apuñalaba con su lanza, en un callejón solitario de Argotán.
Con su característica sonrisa amable sacó el filo de la garganta de su víctima.
«Bien~, ciertamente eran soldados del palacio imperial. Pero ninguno fue enviado por el Emperador» [me equivoqué un poco, tendré que corregirme con Amaya luego]
Volvió a dar vueltas a su lanza para finalmente colocarla en su espalda.
[Si no es el Emperador, ¿Entonces quién?, ¿Los príncipes?, pero ¿Quién? Y ¿Por qué?]
Agarró una daga que escondía en su tobillo y desfiguró a los 8 soldados que estaban muertos en el suelo. Luego simplemente salió del lugar, limpiándose un par de gotas de sangre que habían caído a su mejilla.
[Qué extraño. Tendré que enviar un alcón a Brenda- ¿Hum?]
Saliendo del callejón vio al otro lado de la calle una fabulosa y lujosa construcción en dónde el letrero grande decía "SAN BENITO".
«La casa de subastas de Argotán»
Dudó un momento, como si pensara bien lo que haría a continuación. Frunció el ceño algo incómodo para finalmente resoplar.
«Haaa, mierda»
Se agarró el cabello y caminó a la entrada en dónde la recepcionista sonrió diciéndo:
«Bienvenido querido cliente. La entrada normal cuesta una moneda de plata, una entrada grandiosa, una moneda de oro, una entrada vip, 4 monedas de oro y una entrada diamante 20 monedas de oro por persona»
«Quiero dos entradas abismo»
La cara amable de la recepcionista cambió a una asesina.
«¿Qué hora es mi señor?, la hora del caballo o la hora de la torre»
«Es la hora del peón»
La recepcionista sonrió amable una vez más y entregó dos anillos a su cliente.
«La noche no aguarda»
Axel tomó los anillos y entregó dos tarjetas negras a la recepcionista contestando un...
«Y el día se pudre»
***
Amaya estaba en la cama de su cuarto en el hotel Aurora. Miró a través de la ventana lo oscuro de la noche soltando un suspiro.
«¿Dónde se fué Axel?, ya pronto serán las siete de la noche»
Con su pijama puesta se abrazó las piernas pensando:
[¿Todavia seguirá enojado?]
Se molestó una vez más.
[Pero yo ni siquiera fui la que lo acosó, ¿Y si le digo?, al fin y al cabo nos vamos a separar y no va importar si me cree loca-]
«¿Amaya?»
«¡¡!!»
Al escuchar la voz de Axel llamándola levantó la cabeza y vio una figura oscura entrando a la habitación sin luz.
«¿Qué haces en tanta oscuridad?»
Le preguntó su esposo y ella no supo que responderle.
Axel sólo se acercó a una de las lámparas y encendió su luz para iluminar aunque sea un poco aquella habitación.
Cuando la lámpara al lado de la cama fué encendida, Amaya pudo ver el rostro de su esposo que tenía la misma sonrisa amable con la que lo conoció.
«... Axel»
Se había concentrado tanto en verlo a él, que Axel fue quién tuvo que mover la gran caja de adorno azul para que su esposa la notara.
«Te traje un regalo»
«¿Huh?» [¿Un regalo...?, ¿Para mí?]
Estaba tan sorprendida que no movió un solo músculo y Axel se terminó sentando en el borde de la cama poniendo el regalo cerca de su esposa.
«¿No vas a abrirlo?»
«¡!, ah sí, pero... ¿Sigues enojado?»
«¿Qué?»
Axel realmente parecía confundido por la pregunta de su esposa.
Amaya movió sus manos y sus pies sobre la cama como si estuviera nerviosa, y lo estaba, pero así siguió hablando.
«¿Sigues... Enojado por lo de la mañana?»
La sonrisa de Axel se borró y se puso serio sin interrumpir a su esposa.
«... Seguro que no fue bonito que los soldados te persiguieran, hablaré con mi tío de eso, lo prometo»
«Si, tienes razón, fue bastante molesto. Pero no son soldados que el Emperador envió»
«¿Qué?, pero dijiste que los había enviado mi tío»
«...» [¿Ella... realmente creyó todo lo que le dije?, ja..., que mal chiste, antes siempre gritaba a diestra y siniestra "mientes", imponiendo sus creencias, aunque fueran erróneas]
Sonrió con ligereza y cerró los ojos como si no creyera lo que Amaya estaba diciendo.
[Si hubiera sido la antigua Amaya me hubiera gritado "Lo sabía, mi tío jamás haría eso. Sólo intentas alejarlos de mi" y no se que más]
«¿Entonces todo fue mentira?»
«No, eran soldados enviados desde el palacio Imperial, pero no los envió el Emperador»
«¡!, ¿Y eso que significa?»
«Lo averiguaré en unos días y te lo informaré»
Se levantó de la cama y quitándose su sacó agregó:
«Iré a tomar un baño, deberías ponerte tu regalo, iremos a un lugar divertido»
«Oh»
Amaya lo vio irse y ella misma prendió la otra lámpara al lado de su cama para tener una mejor vista de su regalo.
Con la habitación iluminada pudo notar la caja blanca y el lazo azul con el cuál estaba adornado y en la tarjeta de entrega Axel había escrito "Un regalo para mí linda esposa".
Amaya sonrió con una mezcla de dolor y alegría...
[¿Su linda esposa?]
Extendió sus manos con delicadeza y abrió la caja. Sus ojos temblaron de sorpresa al ver dentro un precioso vestido azul marino, con rosas azules adornando la parte escotada y las hombreras.
Dejó la tapa a un lado y acarició la tela del vestido sintiendo algo duro en el fondo.
«¿...?»
Sacó el vestido y debajo de el había una cajita de roble, la abrió y quedó sin aliento al ver una collar, aretes y pulcera de plata, con piedras preciosas de color azul que daban bien con el vestido.
Cerró la caja y miró la puerta por dónde había salido su esposo.
[¿Qué es lo que piensas exactamente?, a veces siento que estoy tan cerca de tí que siento que podríamos ser buenos amigos, pero luego te veo enojado y recuerdo que en verdad me odias para que al final me regales esto, como si fueras realmente mi esposo...]
Agachó la cabeza.
[... Como si realmente me amarás y tú juramento en la iglesia fuera verdad]
Se rió de sus propios pensamientos.
«Jajaja..., Amaya, deja de pensar tanto, hace solo unos días que te casaste. No tiene sentido pensarlo cuando nos vamos a divorciar»
Respiró hondo y se quitó la transparente pijama que las sirvientas le ponían, agarró el vestido azul y se lo puso, aunque no alcanzaba del todo el cierre de la espalda.
«Maldición» [tendré que pedir ayuda a Axel cuando salga]
Se puso unos tacones negros, se maquilló y peinó para finalmente usar la joyería que su esposo le había comprado.
Cuando ya casi terminaba, su esposo tocó la puerta.
Toc, toc.
«Amaya, ¿Puedo pasar?»
«Oh si, entra por favor»
Axel entró y dilató un poco sus pupilas al ver a su esposa vestida con aquel vestido que compró para ella, le quedaba simplemente hermoso.
Cerró los ojos y sonrió caminando hacía ella.
«¿Te gusta?»
«El vestido es precioso, muchas gracias»
«Menos mal, tardé un poco en escogerlo»
«Oh» [¿Tardó por que compraba un vestido para mi?]
«¿Quieres que te ayude?»
Preguntó Axel señalando el cierre de la espalda. A lo que Amaya le dió la espalda con las mejillas un poco sonrojadas.
«Por favor, no logro cerrarlo por completo»
«Si, lo noté»
Axel agarró suavemente la cintura de su esposa y cerró el cierre lentamente, haciendo que Amaya sintiera como si Axel tocara su piel aunque no lo hizo.
Cuando sintió que su esposo se alejó volteó para mirarlo y decirle.
«gracias»
«de nada»