En la oscura y remota ciudad de Freshber, una historia de sangre y magia ha dejado cicatrices profundas en sus habitantes. Hace siglos, una tragedia envolvió a la ciudad en terror cuando los Cazadores desataron una implacable cacería, exterminando a brujas y vampiros por igual. El miedo y el odio se entrelazaron en las calles, convirtiendo a Freshber en un lugar de sombras donde los seres sobrenaturales fueron perseguidos hasta casi la extinción.
Liz Asiria, una joven sirena con la habilidad de la hechicería, ha vivido toda su vida en aislamiento, bajo las estrictas reglas impuestas por sus padres para protegerla de un mundo que ella apenas conoce. Encerrada en los confines de su hogar, sale unicamente para ir a la escuela y ajena al sombrío pasado de Freshber, Liz anhela la libertad, sueña con explorar la ciudad y encontrar su lugar en un mundo que le es desconocido.
Pero cuando Liz decide desafiar las reglas y se aventura en las calles de Freshber... La historia comienza:
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Capítulo 10: El despertar de Demian
Después de ver esa escena, Demian entró a su casa con pasos pesados y cerró la puerta de un golpe. Se dejó caer lentamente contra ella, deslizando su cuerpo hasta quedar en cuclillas. En su cabeza, las imágenes de Liz y Kai abrazados se repetían una y otra vez, como un eco que no podía silenciar. No entendía por qué le molestaba tanto. No quería admitirlo, pero cada vez que pensaba en Liz, sentía una extraña punzada en el pecho.
¿Era esto lo que se sentía estar celoso? Pensaba Demian, pero no estaba seguro. Desde la noche en que conoció a Liz, había algo en ella que le intrigaba, algo que lo atraía de manera inexplicable. Pero se aferraba a negarlo, convencido de que solo era una tontería pasajera. Sin embargo, al ver a Liz tan cercana a otro chico, especialmente a alguien como Kai, todo cambió. Había una especie de dolor sordo que le hacía sentir más vulnerable de lo que quería.
Demian apretó los puños, tratando de contener sus emociones. Pero entonces, una lágrima escapó de su ojo izquierdo y resbaló lentamente por su mejilla, dejando un rastro húmedo en su piel antes de caer al suelo. Se quedó allí, sintiendo el frío del piso y la confusión en su mente. No entendía por qué estaba tan afectado, especialmente porque él y Liz apenas se conocían. Eran solo amigos, ¿no?
Después de un rato, se levantó y subió a su habitación, la cual estaba decorada en tonos azules con detalles egipcios, recuerdos de su vida en Cynopolis. Apenas llevaba unos meses en Freshber, pero sentía que ya todo estaba cambiando. Se sentó en el borde de su cama, dejando que sus pensamientos giraran en torno a Liz y a esa extraña conexión que sentía con ella. Quería convencerse de que no era nada importante, pero no podía sacarse de la cabeza esa imagen de Liz y Kai abrazados. Y eso, más que cualquier otra cosa, lo hacía sentir más perdido que nunca.
Trató de distraer su mente revisando sus cosas, en particular un par de cajas que todavía no había desempacado desde su mudanza. Su habitación ya parecía como si hubiera sido golpeada por un torbellino, con ropa y papeles esparcidos por todos lados. En un momento de frustración por los pensamientos que no podía acallar, Demian tomó una de las cajas y la arrojó contra la pared junto a la puerta. La caja se abrió con un fuerte ruido, y su contenido se desparramó por el suelo. Entre los objetos dispersos, algo llamó su atención: un collar con un dije de Anj, la llave de la vida, de unos ocho centímetros de largo.
Demian sintió un impulso extraño, como si algo lo atrajera hacia el collar. De repente, todo lo demás dejó de importar. Se acercó lentamente y lo tomó con la mano derecha. Al momento de tenerlo en la palma, el amuleto comenzó a brillar con una luz misteriosa, como si hubiera sido activado por su toque. Demian sintió un calor intenso recorriendo su cuerpo, como una ola de aire abrasador. El dolor fue tan agudo que empezó a gemir, sintiendo como si sus venas fueran a explotar. Se retorcía, incapaz de controlar el espasmo de agonía que lo sacudía.
Los minutos pasaron como siglos. El dolor era tan intenso que pronto perdió el conocimiento, cayendo al suelo con el amuleto aún apretado en su mano. Durante horas, permaneció inconsciente, como si el mundo entero se hubiera detenido a su alrededor.
Finalmente, Demian despertó. No recordaba mucho de lo que había sucedido, solo la sensación de haber arrojado la caja contra la pared. Se encontró tumbado en el suelo, aturdido y sin saber cuánto tiempo había pasado. Cuando miró su mano derecha, todavía sostenía el amuleto. Al verlo, un escalofrío le recorrió la espalda. Recordó el dolor, el fuego interior que lo había dejado sin aliento. Más allá de eso, los recuerdos de su vida pasada como Anubis comenzaron a resurgir en su mente, como sombras que se deslizaban en el velo del olvido, similar a la primera vez que había recordado su pasado.
Sin entender completamente lo que había sucedido, Demian se puso el collar alrededor del cuello, como solía hacerlo en su vida anterior. Era un gesto instintivo, pero lo llenaba de una extraña sensación de propósito y misterio. A medida que el amuleto descansaba sobre su pecho, sabía que algo había cambiado dentro de él, y que nada sería igual a partir de ahora.
Quería salir a caminar para procesar todo lo que había pasado. Eran las cuatro de la mañana y el vecindario estaba tan silencioso que hasta el menor ruido se oía a kilómetros. Con sigilo, Demian tomó su chaqueta y salió de su casa, dando un vistazo rápido a la de enfrente, preguntándose si Liz estaría bien. "No seas tonto", se dijo. "Seguramente está dormida", seguía repitiendo en su mente. Sin embargo, antes de darse cuenta, ya estaba parado junto a la casa de Liz, mirándola como si el instinto lo guiara. Aunque no sabía cuál era su habitación, un presentimiento lo llevó a mirar hacia el segundo piso, donde una ventana destacaba por su tenue luz.
Cerca de esa ventana, un gran árbol se erguía con ramas robustas que llegaban casi hasta la ventana. Demian dudó por un momento, sintiéndose algo avergonzado por lo que estaba pensando hacer. Pero el deseo de verla era más fuerte. Con un impulso repentino, dio un salto que lo llevó directo al tronco, y luego, con agilidad, a una rama cercana. Se sorprendió de su propio movimiento, era como si sus poderes hubieran vuelto de golpe.
La emoción por haber recuperado su fuerza fue tan intensa que olvidó por qué había subido al árbol en primer lugar. Desde la rama, vio a Liz durmiendo, y el simple hecho de verla le provocó una sensación de paz que no había sentido en mucho tiempo.
La emoción le hizo actuar de forma impulsiva. Bajó del árbol y salió corriendo del vecindario, dando saltos largos y poderosos, sintiendo la adrenalina en cada paso. Su corazón latía con fuerza, y una euforia electrizante lo recorrió de pies a cabeza. "¡Soy yo de nuevo! ¡Estoy completo otra vez!", gritó, sin preocuparse de si alguien podía oírlo.
Cuando se detuvo, estaba en un parque que parecía desierto. Lo había visitado antes, pero esta era la primera vez que lo veía a esta hora. Necesitaba desahogar su energía, así que pensó en probar su fuerza y su habilidad para controlar las almas. Pero se detuvo antes de actuar. Esto ya no era la antigüedad, no podía comportarse como un dios entre mortales. Tenía que mantener un perfil bajo o arriesgarse a ser descubierto. Esa idea lo enfrió un poco, recordándole que ahora vivía en un mundo diferente, uno que no toleraría a un ser como él.
Después de un rato, con la adrenalina disipándose, decidió regresar a casa y descansar. El sol no tardaría en salir, y sabía que la mañana traería consigo nuevos desafíos. Mientras caminaba de vuelta, no podía dejar de pensar en lo cerca que había estado de perder el control y en lo mucho que aún tenía por descubrir sobre sí mismo.
a ver qué pasará /Hey/
O Demian o Basil. 🙂🔪