A los dieciocho años, me vi obligada a casarme con Aureliano Estrada, un hombre poderoso, atractivo e inteligente, pero también un despota que se había encaprichado conmigo. Lo odiaba profundamente, ya que su ambición me había obligado a renunciar al amor de mi vida, Marcos Villasmil, el chico más guapo y dulce que jamás había conocido. Nuestro amor era real y puro, pero mis padres no lo aceptaban; al menos eso me hacían creer. Cada día en la vida con Aureliano se sentía como una prisión dorada. Aunque tenía todo lo que muchos desearían: una mansión, fiestas lujosas y la admiración de la sociedad, mi corazón seguía anhelando la libertad que había perdido junto a Marcos. La sombra de su recuerdo me seguía, recordándome lo que realmente importaba: el amor verdadero y la felicidad genuina. Mientras navegaba por esta nueva vida impuesta, comenzaba a cuestionar mis decisiones y a buscar maneras de recuperar el control sobre mi destino. Sabía que no podía seguir viviendo así, atrapada entre las expectativas de mis padres y el dominio de Aureliano
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Capítulo XXIII Pacto de silencio
Punto de vista de Aureliano
Estaba molesto con Veronica, ella no debió tratar mal a mi tío. Él solo quería redimirse por su actitud, pero ella simplemente le dio con el látigo de la indiferencia.
Al regresar al apartamento noté que Veronica estaba en nuestra habitación, entre sigilosamente no quería molestarla; sin embargo, ella se dio cuenta de mi llagada.
“Hola”, dijo ella mirándome con esos ojos que solo transmitían dulzura.
“Hola”, respondí caminando hasta ella. “Siento mucho como te hable esta mañana”
“Tuviste tus razones para hablarme así, pero quiero que sepas que no permitiré que me maltrates o humilles”, respondió a la defensiva.
“Así como lo prometimos una vez, si tenemos problemas los vamos a solucionar hablando”, respondí sentándome en la cama.
“Tienes razón, hablemos es lo mejor”.
Estuvimos hablando por un largo rato, exponiendo nuestros puntos de vista y las cosas que nos molestan. Ella fue clara en su punto de vista respecto a mi tío, aunque no lo compartía entendí el por qué no quería estar cerca de él, ella también comprendió de que él es mi familia y que si le hace algún desprecio me duele así como me dolió la manera en que el trato cuando se conocieron.
“No debemos dejar que terceros se involucren en lo nuestro, nuestra relación no nació de manera típica y por consiguiente aún estamos aprendiendo el uno del otro”, exprese mirando a Veronica a los ojos.
“Tienes razón, siempre debemos estar abiertos al diálogo y a no dejarnos llevar por las circunstancias”, respondió ella acariciando mi cabello.
La tome entre mis brazos dentándola en mis piernas, empecé a jugar con sus labios y los míos, acariciando cada parte de su cuerpo y finalmente entregándonos a la pasión, nos quedamos dormidos abrazados hasta que los rayos del sol nos despertaron.
“Buenos días, princesa”, saludé besando la frente de mi esposa.
“Buenos días, amor”, creo que nos quedamos dormidos.
“Así es, ¿tienes algún plan para hoy?”.
“Se supone que hoy es mi primer día en la universidad, ayer ya no te conté que me inscribí en administración de empresa y también en gastronomía. Por algo debo empezar”, explicó muy emocionada.
“Entonces a levantarse, no queremos que llegues tarde a tu primer día de clases”, Veronica Isela levantó de la cama con mucha energía, mientras yo me preparaba para ir a la oficina. Una vez estuvimos listos bajamos a desayunas. Había contratado a una señora para que ayudara a mi esposa en el apartamento. Hasta el momento había resultado muy eficiente.
“Buenos días, señores. Sus desayunos están servidos”, comentó Irene amablemente.
“Gracias Irene, todo se ve muy delicioso”, respondió Veronica animada.
Una vez terminamos el desayuno, la lleve hasta la universidad, mi auto era muy llamativo, haciendo que todos se nos quedaran viendo apenas notaron nuestra presencia “debiste escoger un auto más prudente”, señaló Veronica apenada.
“No tengo por qué ocultarme, además el mundo entero debe saber que eres la esposa de Aureliano Estrada”, respondí con prepotencia.
“Eso quedó claro en nuestra boda, pienso que ya todos saben quien eres y quien es tu esposa”, respondió con una sonrisa.
“Solo es por si acaso”. Baje del auto y fui hasta la puerta del lado de Veronica y abrí su puerta, ella no estaba muy contenta con eso, pero no dijo nada. Nos despedimos con un tierno beso.
“Vengo por ti cuando termines tus clases. Me esperas”, dije en un susurro.
“Siempre te estaré esperando. Amor mío”, respondió con dulzuras.
La vi alejarse y entrar a la universida. Muchos nos miraban, aunque a mí me daban igual.
Subí a mi auto y conduje hasta mi oficina, tenía mucho trabajo pendiente y nada de tiempo para terminar. Estaba concentrado en mi trabajo, pero pendiente de la hora. No dejaría a mi amada esperando por mi.
Mi tío entro a la oficina, se veía desesperado algo que nunca había visto en el.
“¿Pasa algo tío?”, pregunté preocupado.
“Si, hijo. Está pasando algo. Lo que te voy a contar es un secreto que aún no puede salir a la luz, si alguien lo sabe Veronica correría un gran peligro”, la respuesta de mi tío me hizo olvidar todo.
“¿De que hablas tío?, sé claro”, dije con ansiedad.
Mi tío empezó a contarme una historia bastante triste entre él y una mujer, hasta los momentos no sabía cual era la relación de esa historia con mi esposa, hasta que él me reveló que esa mujer era Catalina Garcia; la madre de mi esposa y que además de mi esposa era su hija. Me quede de piedra en mi silla. Eso era algo que mi cerebro no podía procesar, “mi padre sabe esto?”, pregunté confundido.
“Si hijo, él lo sabe. De hecho fue él quien me reveló este secreto tan bien guardado durante años”, respondió angustiado.
“¿Por qué crees que Veronica corre peligro?”, pregunté aterrado.
Entonces fue cuando me contó la otra parte de la historia y la razon por la que él cree que Veronica y yo fuimos obligados a casarnos, pensar que si me hubiera negado ese desgraciado de Carlos se la hubiera entregado a ese viejo cochino me hacía hervir la sangre, el asco de pensar en mi amada siendo tocada por ese asqueroso me puso la piel de gallina.
“Carlos es un miserable, ahora más que nunca debemos cuidar de Veronica, y no te preocupes tío; no dire una sola palabra de lo que me estás diciendo”, respondí con firmeza.
Al ver la hora me di cuenta de que se me estaba haciendo tarde para ir cor mi esposa, me disculpe con mi tío y salí corriendo a buscarla, conducía como un desquiciado tenía miedo de que Carlos le hiciera algo a mi mujer. Cuando llegue a la universidad pude dislimbrar a lo lejos que Veronica estaba hablando con él que ella pensaba era su padre. Me asuste muchísimo y baje del auto a toda marcha.
“Yo te llevo a tu casa hija, ya es tarde y Aureliano no aparece”, le dijo Carlos a mi esposa, yo lo pude escuchar apenas.
“No es necesario suegro, ya estoy aquí”, respondí con mucha calma.
“Sabía que vendrías por mi”, comentó Veronica sonriente.
Me quede viendo fijamente a mi suegro, mientras abrazaba a Veronica, quería que Carlos supiera que ella no estaba sola y que ahí estaba yo para protegerla.