En la época medieval todo es complejo y los matrimonios forzados siempre son la cereza del pastel ¿será nuestro príncipe capaz de afrontar su amor o dejarlo ir y sufrir en un matrimonio forzado?
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Premio para el Ganador
Habitación de Aric.
La luz del atardecer se filtraba a través de los grandes ventanales de la habitación, bañando el espacio en tonos dorados y naranjas. Las paredes estaban adornadas con tapices que narraban historias de antiguas batallas y victorias, pero en ese momento, Aric solo tenía ojos para Kael. El joven estaba sentado en un rincón, absorto en un libro de poemas que había encontrado en la biblioteca del príncipe. Su cabello violeta caía en suaves ondas sobre su frente, y la luz del candelabro resaltaba la delicada forma de su rostro.
Aric se acercó lentamente, sintiendo cómo su corazón latía con fuerza. Había pasado tanto tiempo desde que se habían estado sin interrupción y cada instante de separación había sido un tormento.
—¿Qué lees? —preguntó Aric, mientras venía envuelto en una sábana.
Kael levantó la vista, sus ojos brillando como dos estrellas al ver aquella figura tan hermosa. —Uno de tus libros.
Aric se inclinó hacia adelante, curioso. —¿Te gustaría leerlo para mí?
Kael dudó un momento, pero luego asintió y comenzó a recitar:
—"En la brisa suave del atardecer,
los corazones se encuentran,
bailando entre sombras y luces,
donde el amor es eterno."
La voz de Kael era suave y melodiosa, cada palabra resonando en el aire como una dulce melodía. Aric cerró los ojos por un momento, dejándose llevar por la belleza del momento. Cuando Kael terminó, Aric lo miró fijamente.
—Eres increíble —dijo Aric, sintiendo una oleada de emoción—. Cada palabra que pronuncias me hace sentir más cerca de ti.
Kael sonrió tímidamente, sus mejillas sonrojándose. —No soy más que un simple amante de las palabras.
—No lo digas así —replicó Aric, tomando suavemente la mano de Kael entre las suyas—. Hay una magia en ti que no puedes ignorar.
El silencio se instaló entre ellos, pero no era incómodo; era un silencio lleno de promesas y anhelos. Mientras Aric sostenía la mano de Kael, sintió cómo una corriente eléctrica recorría sus cuerpos. Era como si el tiempo se hubiera detenido y solo existieran ellos dos en ese vasto palacio.
—He pensado tanto en ti —confesó Kael, sus ojos llenos de sinceridad—. En todo lo que hemos pasado… Y en lo que nos espera.
Aric frunció el ceño al recordar los peligros que aún acechaban en su mundo. —Lo sé… A veces siento que estamos atrapados en un juego del que no podemos escapar.
Kael apretó la mano de Aric con más fuerza, como si quisiera infundirle valor. —Pero también sé que juntos somos más fuertes. No importa lo que suceda, siempre estaré a tu lado.
Aric se inclinó hacia él, sus rostros tan cerca que podía sentir el calor de su aliento. —Prometamos que nunca nos separaremos —dijo Aric, su voz casi un susurro—. Que lucharemos por nuestro amor sin importar los obstáculos.
Kael asintió lentamente, su mirada fija en los ojos de Aric. —Lo prometo.
Fue entonces cuando Aric se dejó llevar por el impulso del momento. Se acercó aún más y presionó sus labios contra los de Kael en un beso suave y tierno. El mundo exterior desapareció; solo existían ellos dos y el roce cálido de sus labios. Era como si todos los miedos y las dudas se desvanecieran en ese instante perfecto.
Kael respondió al beso con ternura, sus manos moviéndose hacia el rostro de Aric mientras profundizaban el contacto. La pasión contenida entre ellos estalló como un fuego ardiente; cada caricia era un recordatorio de lo que habían estado esperando durante tanto tiempo.
Cuando finalmente se separaron, ambos respiraban con dificultad, sus frentes tocándose mientras compartían sonrisas llenas de amor y complicidad.
—No puedo creer que finalmente estemos aquí —dijo Aric, sintiendo cómo su corazón se expandía de felicidad—. Después de todo lo que hemos pasado…
Kael lo miró con seriedad. —A veces pienso que este momento es un sueño del que no quiero despertar.
Aric acarició suavemente la mejilla de Kael con su pulgar. —Es real. Estamos juntos ahora, y eso es lo único que importa.
De repente Kael empujó suavemente a Aric a la cama, con sus brazos cruzó y presionó los fuertes brazos de Aric, su mirada era algo diferente, como si estuviese dispuesto a hacer más que solo besarlo, su corazón latía con fuerza.
—No conocía este lado tuyo, pero hoy seré todo tuyo, ya lo soy pero sabes a que me refiero...
Kael se sonrojó un poco mientras.
Sin más palabras, Kael se sentó en las piernas de Aric, cruzando sus brazos alrededor del cuello de este. La cercanía era pura pasión; el corazón de Aric latía con fuerza mientras sentía el calor del cuerpo de Kael contra el suyo.
Sus labios se encontraron en un beso que era deseos desesperados. Kael parecía devorar a Aric con cada roce; sus labios se movían con una necesidad inevitable que hacía que Aric se sintiera como un termómetro a punto de estallar.
Aric respondió con fervor, atrapando a Kael entre sus brazos mientras sus manos recorrían la espalda del chico, sintiendo la suavidad de su piel bajo la tela de ceda, uno encima del otro. El beso se profundizaba; era como si el mundo exterior hubiera desaparecido por completo.
—Kael… —susurró Aric entre besos, sintiendo cómo el deseo crecía dentro de él—. No sabía que eras así de … increíble.
Kael sonrió contra sus labios antes de volver a besarlo, esta vez con más intensidad. Sus cuerpos se movían, como si estuvieran bailando. Cada beso era un nuevo descubrimiento; cada caricia era un pacto silencioso entre ellos.
La ropa de Aric se convertía en un símbolo de intimidad; Kael se sentía protegido y querido mientras exploraban esta nueva faceta de su relación. Las manos de Aric se deslizaron hacia abajo, acariciando suavemente los muslos de Kael mientras este soltaba un suave gemido.
—¿Te gusta? —preguntó Aric con una sonrisa traviesa.
—Me encanta —respondió Kael, sintiendo cómo el calor se acumulaba entre ellos—. Pero necesito más.
Con un movimiento decidido, Kael se inclinó hacia atrás, tirando suavemente de Aric para que se levantara junto a él. Seguían sobre la cama, donde se acomodaron juntos como en un mar de almohadas y mantas.
Kael tomó la iniciativa esta vez; sus manos comenzaron a explorar el torso de Aric, deslizándose bajo la camiseta que llevaba puesta. La piel de Aric era cálida y firme bajo sus dedos; cada roce hacía que Kael sintiera mariposas en el estómago.
—Aric… —murmuró Kael mientras sus labios recorrían el cuello del chico—. Quiero sentirte más cerca.
Aric cerró los ojos y dejó escapar un suspiro profundo al sentir las caricias de Kael. Era como si cada toque encendiera una chispa dentro de él; el deseo se intensificaba con cada segundo que pasaban juntos.
—Yo también quiero eso —respondió Aric con voz ronca—. Pero vamos despacio.
Kael asintió, entendiendo la necesidad de disfrutar cada momento sin apresurarse. Se acercó más a Aric, sintiendo cómo sus cuerpos se ajustaban perfectamente uno al otro. Sus labios se encontraron nuevamente; esta vez fue un beso suave pero lleno de promesas.
La sudadera de Aric caía sobre los hombros de Kael mientras este se movía sobre él, explorando cada rincón del cuerpo del chico con sus manos y labios. La conexión entre ellos era profunda; cada caricia era una declaración silenciosa de amor y deseo.
Aric sintió cómo su corazón latía con fuerza mientras Kael continuaba explorando su cuerpo. La forma en que lo miraba lo hacía sentir especial; era como si cada mirada estuviera llena de admiración y deseo.
—Eres hermoso —susurró Kael mientras sus labios encontraban nuevamente los de Aric—. No puedo dejar de pensar en lo afortunado que soy.
Aric sonrió ante esas palabras; el calor que emanaba de Kael lo envolvía como una manta suave. Se inclinó hacia adelante y atrapó los labios de Kael nuevamente, profundizando el beso mientras sus manos exploraban la espalda del chico.
Con cada beso, con cada caricia, ambos sabían que estaban construyendo algo hermoso; algo que iba más allá del deseo físico. Era un vínculo profundo que prometía ser duradero.