Cruel Verdad

Al día siguiente, Mathew se despertó con una sensación de inquietud. La reunión con Alec había sido sorprendentemente agradable, pero algo en su interior le decía que debía ser cauteloso. Mientras se preparaba para el trabajo, su mente no dejaba de repasar cada detalle de la conversación, buscando señales ocultas o intenciones no dichas.

En la oficina, el día transcurrió con la monotonía habitual. Sin embargo, durante el almuerzo, recibió un mensaje de Alec.

“Hola, Mathew. Me encantó verte ayer. ¿Te gustaría cenar conmigo esta noche? Conozco un lugar estupendo.”

Mathew dudó por un momento. La rapidez con la que Alec quería volver a verlo lo desconcertaba, pero la curiosidad y el deseo de entender las intenciones de Alec lo llevaron a aceptar.

“Claro, suena bien. ¿A qué hora y dónde?”

Alec respondió rápidamente, indicando un restaurante elegante en el centro de la ciudad a las 8 p.m.

Esa noche, Mathew se vistió con esmero, eligiendo una camisa azul que resaltaba sus ojos oscuros y un pantalón negro que complementaba su figura esbelta. Al llegar al restaurante, fue recibido por un ambiente sofisticado, con luces tenues y música suave. Alec ya estaba allí, sentado en una mesa junto a una ventana que ofrecía una vista panorámica de la ciudad iluminada.

“Mathew, me alegra que hayas venido.” Alec se levantó para saludarlo, su sonrisa deslumbrante y sus ojos azules brillando bajo la luz cálida del lugar.

“Gracias por invitarme, Alec. El lugar es impresionante.” Mathew sonrió, aunque una parte de él seguía alerta.

La cena transcurrió entre conversaciones sobre sus vidas actuales, sus trabajos y sus intereses. Alec habló de su carrera musical, de los viajes y de las personas que había conocido. Mathew compartió detalles de su trabajo en diseño gráfico y de su pasión por la fotografía.

Sin embargo, a medida que avanzaba la noche, Alec comenzó a hacer preguntas más personales.

“¿Y en el amor, Mathew? ¿Hay alguien especial en tu vida?”

Mathew se sintió incómodo con la pregunta, pero decidió ser honesto.

“No, no hay nadie en este momento. He estado enfocado en mi trabajo y en mí mismo.”

Alec asintió, su expresión mostrando una mezcla de interés y algo más que Mathew no pudo descifrar.

“Entiendo. A veces es bueno tomarse tiempo para uno mismo.”

La conversación continuó, pero Mathew no pudo evitar sentir que Alec estaba tratando de profundizar en aspectos de su vida que antes no le habían interesado. La calidez inicial de la reunión comenzó a desvanecerse, reemplazada por una sensación de que algo no encajaba.

Al finalizar la cena, Alec insistió en pagar la cuenta, y luego sugirió dar un paseo por la ciudad. Mathew aceptó, aunque su mente seguía analizando cada palabra y gesto de Alec.

Mientras caminaban por las calles iluminadas, Alec se detuvo frente a una galería de arte.

“¿Te gustaría entrar? He oído que tienen una exposición interesante.”

Mathew asintió, agradecido por el cambio de tema. La galería estaba casi vacía, y las obras de arte contemporáneo ofrecían un respiro a la tensión que sentía.

Sin embargo, mientras observaban una pintura abstracta, Alec se acercó más de lo necesario, su voz baja y cercana al oído de Mathew.

“Siempre me pregunté cómo sería estar más cerca de ti, Mathew.”

Mathew se tensó, su corazón acelerándose. La proximidad de Alec y el tono de su voz lo desconcertaron.

“Alec, no estoy seguro de qué estás insinuando.”

Alec sonrió, dando un paso atrás.

“Solo digo que me alegra que estemos reconectando. Siempre pensé que había algo especial en ti.”

Mathew no supo cómo responder. La confusión y la desconfianza se mezclaban con una atracción que no podía negar.

Esa noche, al regresar a su departamento, Mathew se sintió más perdido que nunca. Alec parecía interesado en él, pero las sombras del pasado y las intenciones ocultas lo mantenían en vilo. Mientras se acostaba, su mente no dejaba de preguntarse qué buscaba realmente Alec y si estaba dispuesto a arriesgarse a descubrirlo.