Luana Martínez es una joven de 23 años que ha dedicado su vida a la repostería, siguiendo los pasos de su madre en la pastelería familiar. A pesar de ser sociable y tener un fuerte vínculo con su hermano Mike, Luana es reservada y prefiere la tranquilidad de su hogar a las fiestas. Su vida da un giro inesperado cuando recibe una invitación a la fiesta de Logan Harris, un atractivo empresario de 27 años conocido por su vida social agitada y su carisma.
A medida que Luana se adentra en el mundo glamuroso de Logan, comienza a cuestionar sus propias limitaciones. Él, con su espíritu aventurero y despreocupado, es todo lo contrario a ella. A través de encuentros inesperados y conversaciones profundas, Luana se encuentra cada vez más atraída por su manera de ver la vida. Luana debe enfrentar sus miedos y abrirse a nuevas experiencias, mientras descubre que el amor puede florecer en los lugares más inesperados.
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Capítulo 23: Compartiendo Momentos
Luana
La mañana del día siguiente amaneció radiante, con el sol brillando a través de las ventanas de mi habitación, llenando el espacio con una luz dorada. Me desperté sintiéndome ligera y emocionada, como si la cena con Logan hubiera sido un sueño, pero al mismo tiempo, los recuerdos seguían frescos en mi mente. Había sido una noche mágica, una de esas que se graban a fuego en el corazón.
Mientras me preparaba para el día, no podía evitar sonreír al recordar cada detalle de la cena. Desde el momento en que entré al restaurante hasta el último beso que compartimos antes de despedirnos. La mezcla de emociones, la conexión que sentía con Logan y la nuevas sensaciones de aventuras me llenaban de felicidad.
Decidí que necesitaba compartir cada momento Vanessa y Daniela. Siempre habían sido mi apoyo incondicional, y sabía que estarían tan emocionadas como yo al escuchar sobre la cena. Así que, mientras me vestía, pensaba en cómo contarles todo.
Elegí una blusa blanca fresca y unos jeans cómodos, sintiéndome relajada pero lista para el día. Después de prepararme, decidí que sería una buena idea invitar a mis amigas a la pastelería para que pudiéramos charlar y disfrutar de algunos dulces que había hecho la tarde anterior.
Al llegar a la pastelería, el aroma a chocolate y vainilla me recibió como un abrazo familiar. La luz que entraba por las ventanas iluminaba los pasteles y galletas dispuestos en la vitrina, haciendo que todo pareciera aún más tentador. Mi madre estaba tras el mostrador, organizando algunas cosas.
—¡Hola, cariño! —dijo, sonriendo al verme. —¿Cómo te sientes hoy?
—¡Hola, mamá! —respondí, sintiéndome feliz. —Me siento increíble. Tuve una noche maravillosa.
—¿Con Logan? —preguntó, levantando una ceja con curiosidad.
—Sí, exactamente —dije, sintiendo que la emoción comenzaba a burbujear dentro de mí. —Voy a invitar a Vanessa y Daniela. Quiero contarles todo.
Mi madre sonrió con complicidad. —Me alegra saber que todo va bien con él. Parece un buen chico.
Mientras hablaba con ella, la puerta de la pastelería se abrió y entraron mis amigas, Vanessa y Daniela. Ambas lucían emocionadas y llenas de energía.
—¡Luana! —exclamó Vanessa, acercándose a mí y dándome un fuerte abrazo. —¡No puedo esperar para saber cómo te fue anoche!
—¡Hola, chicas! —dije, sintiéndome emocionada por compartir mis experiencias. —Fue increíble, en serio. Quiero que se sienten y escuchen todo.
Ambas se acomodaron en una mesa cercana, y mi madre nos trajo tres tazas de café y algunos pasteles para disfrutar mientras hablábamos. El ambiente se llenó de risas y charlas animadas, y me sentí agradecida por tener a mis amigas a mi lado.
—Entonces, cuéntanos, ¿cómo fue la cena? —preguntó Daniela, inclinándose hacia adelante con curiosidad.
—Fue simplemente perfecta —comencé, sintiendo que cada palabra era un reflejo de la alegría que llevaba en mi corazón. —El restaurante era precioso, con luces tenues y una atmósfera tan acogedora. La comida, ¡oh Dios! El fettuccine Alfredo era delicioso, y luego pedimos tiramisú de postre, que fue lo mejor que he probado.
—¡Suena tan romántico! —dijo Vanessa, sus ojos brillando de emoción. —Y, ¿qué tal Logan? ¿Cómo se comportó?
—Logan fue increíble —respondí, sintiendo que mi corazón latía más rápido al recordar su mirada—. Hablamos de tantas cosas, desde nuestras familias hasta nuestros sueños. Me hizo sentir tan cómoda y especial.
—Eso suena maravilloso —dijo Daniela, sonriendo. —¿Hubo algún momento especial? ¿O algún beso? — pregunto con una sonrisa pícara.
—Sí, de hecho —dije, sintiendo que el rubor comenzaba a aparecer en mis mejillas—. Hubo un momento en que nuestras manos se rozaron mientras comíamos y luego, cuando estábamos en el parque, nos abrazamos y compartimos un beso.
—¡No me digas! —exclamó Vanessa, cubriéndose la boca con ambas manos, claramente emocionada. —Eso es genial, Luana. ¿Cómo te sentiste?
—Me sentí viva, como si todo a mi alrededor se desvaneciera y solo existiéramos nosotros dos. Era como si el tiempo se detuviera —respondí, perdiéndome en el recuerdo. —Y después hablamos sobre nuestras inseguridades y miedos, y me di cuenta de que ambos queríamos abrirnos el uno al otro.
—Eso es increíble, Luana. Significa que hay algo real entre ustedes —dijo Daniela, su mirada llena de apoyo.
—Sí, definitivamente siento que hay una conexión especial. Pero también tengo miedo de que mis inseguridades lo afecten, de que pueda asustarlo. —dije, sintiendo que la vulnerabilidad comenzaba a asomarse de nuevo.
—Es normal tener miedo, Luana. Lo importante es que ambos están dispuestos a ser honestos el uno con el otro —dijo Vanessa, su tono era comprensivo. —La confianza es fundamental en cualquier relación.
—Tienes razón. Pero quiero que esto funcione. No quiero que mis miedos interfieran en lo que podría ser algo hermoso —admití, sintiéndome un poco más ligera al compartir mis preocupaciones.
—Solo recuerda, Luana, que todos tenemos inseguridades, y la clave está en ser honestos sobre ellas. Además, Logan parece ser un chico que puede manejarlo —dijo Daniela, sonriendo. —Y si realmente siente lo mismo, hará lo posible por estar contigo.
Mientras hablábamos, comenzamos a disfrutar de los pasteles y café, y la conversación se tornó más ligera. Hablar sobre Logan me hacía sentir viva, y cada risa compartida con mis amigas reforzaba mi confianza en lo que estaba construyendo.
Conforme pasaba el tiempo, la energía en la pastelería se sentía vibrante, y las risas y los recuerdos compartidos me llenaban de calidez. Estaba agradecida por tener a mis amigas a mi lado, apoyándome y celebrando cada paso de mi comienzo con Logan.
—Entonces, Luana, ¿cuál es el siguiente paso? —preguntó Daniela, mientras terminábamos el último bocado de pastel.
—Quiero seguir construyendo esta conexión. No quiero apresurarme, pero tampoco quiero dejar que el miedo me detenga. Simplemente quiero disfrutar de cada momento que compartimos —respondí, sintiendo que mi corazón se llenaba de determinación.
—Eso es todo lo que puedes hacer. Disfruta del viaje y no te preocupes tanto por el destino final. —dijo Vanessa, sonriendo. —Y recuerda que aquí estamos para ti, sin importar lo que pase.
Con cada palabra de apoyo, me sentí más fuerte. Sabía que, pase lo que pase, tenía a mis amigas a mi lado. La vida podía ser impredecible, pero con ellas, siempre había un rayo de esperanza.
Después de un par de horas en la pastelería, el bullicio comenzó a disminuir. Era hora de cerrar, y la tarde se desvanecía lentamente. Mientras ayudaba a mi madre a limpiar, no podía dejar de pensar en cómo se sentía todo en mi corazón. La combinación de la emoción por lo que estaba construyendo con Logan y el apoyo incondicional de mis amigas era una mezcla poderosa.
—Gracias por estar siempre aquí, mamá —dije, sintiendo que cada momento en la pastelería me llenaba de gratitud.
—Siempre estaré aquí para ti, cariño. Recuerda que el amor es un viaje, y cada paso es una oportunidad —ella sonrió, y su mirada reflejaba la sabiduría de alguien que había vivido muchas experiencias.
Finalmente, cuando todo estuvo listo para cerrar, fui a casa sintiéndome renovada. La cena con Logan había sido un paso importante, y estaba emocionada por lo que vendría a continuación. La noche prometía ser hermosa, y mientras me acomodaba en la cama, no podía evitar sonreír al recordar cada momento compartido.
Era el momento de abrazar lo que tenía con Logan sin miedos, y estaba lista para el viaje.