Adam es un gángster y una madrugada, cae en una trampa, al descubrir que estaba siendo traicionado por su novia, con su mayor rival, durante esta trampa, termina gravemente herido y es salvado por Samantha, una mujer sencilla, que más tarde descubre que trabaja en uno de sus hoteles, ella es una hermosa mujer que está pasando, como él, por una desilusión amorosa. Después de que Samantha le salve la vida, Adam empieza a protegerla de su rival, que se entera de que le ha salvado la vida y se obsesiona con ella.
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traiciones
Adam solo sonrió y aprovechó para empezar a acariciarla, cuando iba a besarla, vio un reflejo en el cristal de una vitrina que tenía en la habitación, dejó lo que estaba haciendo, y gritó.
- Agachate.
Adam la apartó y sacó su pistola, pero los disparos ya habían comenzado, alcanzando a Sabrina y a él también, se defendió de los disparos y se escondió detrás de un sillón, intentó ver cómo estaba su novia, pero ella se arrastraba hacia quien disparaba.
Los disparos cesaron y Adam se miró la herida, por la posición en la que le habían dado, creía que aguantaría un poco más al menos hasta poder salir de allí.
- Adam, por qué no sales y hablamos - reconoció la voz, era la de Oliver Duncan.
Adam oyó el gemido de Sabrina y no sabía cómo podía ayudarla.
- Deja ir a Sabrina Oliver, es a mí a quien quieres, está herida.
Recibió una carcajada como respuesta a su petición.
- Sigues sin entender Adam, ella está conmigo, en cuanto a su herida, no te preocupes, después de ocuparme de ti, la llevaré para que la traten como es debido.
Adam no daba crédito a lo que decía, no podía aceptar que ella le hubiera traicionado y le cuestionara.
- ¿Qué quieres decir con que ella está contigo?
- Somos amantes Adam, si querías que te lo deletreara, entonces escucha, ella tomó la excusa de tu aniversario, para traerte aquí y caíste como pato, como siempre, confías en tus habilidades y apenas te juntas con tus hombres, pero hoy vas a caer.
Adam no sabía cómo sentirse ante esa información, saber de su traición lo estaba volviendo loco de rabia. Él no aceptaba la traición, ni de sus hombres ni de la mujer con la que estaba, ella conocía bien todas las reglas cuando empezaron a salir, él tenía muy claro lo que pasaría si ella le traicionaba de alguna manera, no solía hacer daño a las mujeres, pero con Sabrina, no lo dejaría pasar.
- Oliver, me duele - refunfuñó ella.
- No puedo hacer nada ahora, espera a que me ocupe de él y sólo entonces, podré hacer algo por ti - habló de forma nada amable con ella.
Adam lo escuchó todo y se preguntó, ¿fue por ese tipo de trato que ella lo traicionó?
- Si sobrevives, Sabrina, ten cuidado de no volver a cruzarte en mi camino -le advirtió.
Estaba cerca de la puerta, por suerte, terminó no entrando tanto, pero no tendría muchas oportunidades de salir, tendría que levantarse rápido y aun así abrir la puerta, aunque se le acabara la munición, tendría que intentar esa maniobra, saldría de allí o moriría en el intento.
Adam volvió a revisar su arma y sus municiones, sentía dolor al moverse, pero necesitaba moverse, aunque sintiera mucho dolor y sangrara aún más.
Adam respiró hondo y se movió, empezando a disparar en dirección a donde estaba Oliver, aunque no le diera, Oliver se agacharía, y le daría tiempo a abrir la puerta.
Adam se agachó y siguió disparando, cuando abrió la puerta, básicamente se tiró, momento en el que empezaron a devolverle los disparos.
Adam se levantó rápido, aunque sentía dolor, y se dirigió hacia el ascensor, siempre mirando hacia atrás, por suerte cuando estuvo cerca de él, la puerta se abrió y una pareja salió de dentro.
La mujer, al verle armado y ensangrentado, empezó a gritar aterrorizada, pero Adam trató de advertirles.
- Salid del pasillo - dijo y entró rápidamente, pulsando el botón para cerrar la puerta.
Pronto pudo oír de nuevo los disparos, la pareja se tiró al suelo y Adam apretó el botón con más fuerza, podía oír los pasos en el pasillo y su munición no duraría mucho, la puerta se cerró, se sintió un poco más aliviado, volvió a apretar su herida y miró su teléfono móvil, con la intención de llamar a uno de sus hombres; sin embargo, ya estaba descargado, en ese momento tendría que contar con su propia suerte y esperar que no le alcanzaran en el vestíbulo del edificio.
Mientras Adam pasaba por todos esos problemas en su piso, en otra parte de la ciudad, Samantha no pasaba por una situación peligrosa como la suya, pero sí por una situación, más que embarazosa.
Samantha Navarro, tenía veintiocho años, trabajaba como recepcionista en un hotel de cinco estrellas en la ciudad de Seattle, en el estado de Washington, era hija de una mexicana con un americano, tenía unos 1,70 heredados de su padre y una belleza y curvas latinas, que sacó de su madre.
Samantha vivía sola en una pequeña casa en los suburbios, tuvo que aprender a cuidar de sí misma desde los dieciocho años, su padre siempre estaba borracho después de sufrir un accidente de coche y acabó con secuelas, lo que provocó la pérdida de su trabajo.
Aún con ella y su madre luchando por trabajar y mantener la casa, era difícil, las medicinas de su padre eran caras y todavía existía el prejuicio de ser latinas, terminaron por no conseguir un buen trabajo en la región.
Para empeorar las cosas, su padre además de beber, era un individuo con el dueño de un casino y usurero, un día al llegar a casa, escuchó dos disparos y vio a unos hombres salir de su casa, cuando entró, la escena que vio nunca salió de su memoria.
Sus padres estaban muertos en el salón y por suerte casi no la matan ni se la llevan aquellos hombres, fue gracias a un amigo que le impidió entrar en la casa antes de que se fueran todos.
Ese amigo era Peter, la amistad de los dos venía desde la época escolar, el primer beso de Samantha fue con él, pero él siempre dijo que ese beso, solo le sirvió para asegurarse de que era gay.
Cuando era adolescente, Samantha pensaba que su beso había sido tan malo, que había hecho que su amigo se volviera gay, pero después de crecer y madurar, entendió que las cosas no funcionaban así.