Valeria y Alejandro, unidos por su amor al arte, la música, y las historias, vivieron un intenso romance en el bachillerato. Sin embargo, un malentendido los separó, dejando heridas sin sanar. Ahora, en la universidad, sus caminos se cruzan de nuevo. Aunque intentan ignorarse, Alejandro sigue luchando por reavivar lo que tuvieron, mientras Valeria se resiste a revivir el dolor del pasado. ¿Podrá el amor superar el tiempo y el rencor?
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Recuerdos de un pasado atesorado
El día comienza con una atmósfera tensa. El sol brilla alto, pero mi mente está nublada con pensamientos del pasado. No puedo evitar recordar los días en los que Valeria y yo éramos inseparables, aquellos momentos donde todo parecía tan simple, donde nuestras conversaciones fluían naturalmente, sin la frialdad que ahora parece dominar entre nosotros. Hoy, mientras camino hacia la universidad, esos recuerdos se hacen más fuertes.
Las primeras clases del día transcurren con normalidad. Anatomía, bajo la guía de la docente, es tan intensa como siempre. Aun así, a pesar de la complejidad del tema, no puedo evitar que mi mente se desvíe hacia Valeria. Mi pluma se mueve automáticamente por el papel, tomando notas mecánicamente mientras mi mente regresa una y otra vez a esos momentos compartidos.
Histología y Embriología son igualmente desafiantes, pero consigo centrarme lo suficiente como para seguir el ritmo. Después de todo, estas son las clases que nos están formando como médicos, y no puedo permitirme distraerme demasiado. Sin embargo, cuando el final de la clase de Histología se acerca, no puedo evitar sentir una mezcla de nerviosismo y anticipación. Sé que Valeria estará en la cafetería, como siempre, y decido que esta vez intentaré un enfoque diferente.
Al salir del aula, me encuentro con Cristian, quien está esperando en la puerta. Su presencia es un recordatorio de lo mucho que han cambiado nuestras vidas desde que entramos a la universidad.
—¿Todo bien? —pregunta, levantando una ceja al notar mi expresión seria.
—Sí, solo estaba pensando en Valeria —respondo mientras caminamos hacia la cafetería.
Cristian asiente con una sonrisa comprensiva. —Entiendo. No es fácil. Pero te estás esforzando, y eso es lo importante.
—Gracias —digo, sintiendo un poco de alivio al escuchar sus palabras—. A veces, parece que no estoy logrando ningún progreso.
Cristian se detiene por un momento, como si estuviera pensando en algo. —Sabes, a veces, dar un paso atrás y recordar por qué comenzaste algo puede ayudarte a avanzar. Recuerda por qué querías estar con ella en primer lugar. Sus palabras me hacen reflexionar mientras seguimos caminando. Pienso en todas las cosas que me atrajeron de Valeria desde el principio: su pasión por el arte, su risa, la forma en que veía el mundo de una manera tan única. Eran esos momentos compartidos, esas pequeñas conexiones, las que me hicieron enamorarme de ella. Y aunque las cosas han cambiado, esos recuerdos siguen siendo fuertes.
Cuando llegamos a la cafetería, encuentro a Valeria sentada en nuestra mesa habitual. Está absorta en su cuaderno de dibujo, y durante un momento, me detengo para observarla. Parece tan concentrada, tan perdida en su mundo, que casi siento que no debo interrumpir. Pero luego recuerdo las palabras de Cristian y decido que no puedo seguir evitando la conversación.
—Hola, Valeria —digo, sentándome frente a ella sin esperar una invitación.
Valeria levanta la vista y por un segundo, parece sorprendida de verme. —Hola, Alejandro —responde, su tono neutral pero sin la frialdad de antes—. ¿Cómo estás?
—Bien —respondo, tratando de sonar relajado—. Estaba pensando en los viejos tiempos, en cómo solíamos pasar horas hablando de todo y nada.
Valeria asiente, aunque su expresión se mantiene reservada. —Sí, esos eran buenos tiempos.
Siento que este es un pequeño avance, así que decido seguir adelante. —Extraño esos momentos, Valeria. Sé que las cosas han cambiado, pero sigo pensando en lo que tuvimos y en lo que podríamos haber sido.
Valeria parece contemplar mis palabras, su expresión suavizándose un poco. —Yo también pienso en eso a veces. Pero no es tan simple, Alejandro. Han pasado muchas cosas, y no estoy segura de que podamos volver a lo que éramos.
Su honestidad me golpea con fuerza, pero no me doy por vencido. —No estoy diciendo que volvamos a ser los mismos, pero tal vez podríamos empezar de nuevo. Hablar, entendernos mejor esta vez.
Valeria parece dudar, como si estuviera considerando la posibilidad. —No lo sé... Quizás.
Me doy cuenta de que no puedo presionarla más, así que decido cambiar el tema a algo más ligero. —¿Has estado trabajando en algún nuevo proyecto de arte? Siempre me ha gustado ver lo que haces.
Valeria sonríe un poco, y ese pequeño gesto me da esperanza. —Sí, he estado experimentando con algunas nuevas técnicas. Tal vez algún día te lo muestre.
La conversación se vuelve más fluida después de eso. Hablamos de arte, de las clases, de cómo han cambiado nuestras vidas desde que entramos a la universidad. Aunque no resolvemos todo, siento que hemos dado un pequeño paso hacia la reconciliación. Es un progreso lento, pero es mejor que nada.
Finalmente, Valeria mira su reloj y se da cuenta de que es hora de irse. —Debo irme, tengo que terminar un proyecto para mañana. Fue bueno hablar contigo, Alejandro.
—Igualmente, Valeria. Espero que podamos seguir hablando —respondo, sintiendo que este es el comienzo de algo nuevo.
Valeria se despide con un pequeño gesto antes de irse, dejándome con una sensación de esperanza. Recojo mis cosas y salgo de la cafetería, encontrando a Fer y Cristian esperándome fuera.
—¿Cómo te fue? —pregunta Fer con curiosidad.
—Hablamos un poco más —respondo con una sonrisa—. No resolvimos todo, pero siento que estamos avanzando.
Cristian asiente con aprobación. —Eso es lo que importa. Mantén el ritmo, Alejandro. Las cosas pueden mejorar con el tiempo.
Fer sonríe. —¡Y no olvides relajarte de vez en cuando! Podríamos salir esta noche, ¿qué te parece?
Pienso en la oferta por un momento antes de aceptar. —Sí, suena bien. Necesito despejar mi mente.
Mientras caminamos hacia la discoteca de Fer y Cristian, siento que las cosas empiezan a cambiar, aunque sea poco a poco. Hay esperanza en el aire, y aunque el camino hacia la reconciliación con Valeria sigue siendo incierto, estoy decidido a seguir intentándolo. Después de todo, algunas cosas valen la pena luchar por ellas.