En el corazón de una vibrante ciudad, un centro cultural. Fundado por Claudia Romero, Martínez y Laura Gutiérrez, el centro ha transformado la vida de muchos. Sin embargo, la paz y el éxito del centro se ven abruptamente interrumpidos por un incendio devastador que arrasa gran parte de sus instalaciones.La revelación de que el fuego fue intencional añade una capa de traición a la tragedia.
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El Rastro de la Niebla
Capítulo 3: El Rastro de la Niebla
El amanecer llegó con un cielo despejado, una ligera calma después de la tormenta. La ciudad, aún húmeda y brillante, parecía respirar con alivio. Sin embargo, el aire estaba cargado de una tensión palpable, una inquietud que no desaparecía fácilmente.
En la comisaría, la actividad era frenética. Los oficiales estaban revisando los objetos que Claudia Romero había identificado como cruciales en el caso. Claudia y el capitán Martínez se encontraban en la sala de evidencias, rodeados de cajas y bolsas llenas de pruebas. Los objetos, cuidadosamente etiquetados y documentados, formaban una serie de piezas en un rompecabezas cada vez más complejo.
—Aquí está el reloj de la última víctima —dijo Claudia, colocando una caja sobre la mesa. Dentro, un reloj antiguo, con una esfera rota y una correa desgastada, descansaba en una almohadilla de terciopelo.
—¿Qué sabemos sobre este reloj? —preguntó Martínez, examinando el objeto.
—Es un modelo raro, fabricado en los años 50. La víctima tenía un interés en antigüedades —respondió Claudia—. Pero lo interesante es que cada uno de los objetos de las escenas del crimen tiene una conexión con los intereses o el pasado de las víctimas.
Martínez frunció el ceño mientras observaba el reloj. La idea de que los objetos estuvieran relacionados con las víctimas parecía encajar con el perfil del asesino. Era un detalle que podría ser crucial para desentrañar su motivo.
—Entonces, ¿qué te dice esto sobre el próximo objetivo? —preguntó Martínez.
—No lo sé con certeza —dijo Claudia—. Pero si el patrón continúa, el próximo objeto debería tener alguna conexión personal con la víctima. Necesitamos descubrir cuál es el próximo objeto en la lista y quién podría ser la víctima.
Mientras tanto, Alejandro estaba en su apartamento, revisando los últimos detalles de su plan. Había observado a la policía desde la distancia, siguiendo sus movimientos a través de un canal encriptado que había establecido para estar al tanto de cualquier avance. La información que recibía le permitía ajustar su estrategia y mantenerse siempre un paso adelante.
Alejandro estaba particularmente interesado en el perfil de las víctimas que la policía había estado construyendo. Había logrado anticipar la búsqueda de patrones en los objetos de valor y la conexión con las víctimas, lo cual le daba una ventaja para mantener el juego en sus términos.
La mañana avanzaba y Alejandro decidió dar un paseo. Se adentró en el mercado de antigüedades, un lugar que conocía bien. Entre los puestos, vio una colección de relojes antiguos, libros viejos y objetos de colección. Sabía que la policía estaba en la pista de los objetos valiosos, así que era el momento perfecto para encontrar su próximo "regalo".
En una tienda de antigüedades polvorienta, Alejandro se encontró con un viejo vendedor que lo conocía bien. El hombre, de cabello canoso y manos temblorosas, le sonrió con reconocimiento.
—Buenos días, señor Salazar. ¿Qué puedo ofrecerle hoy? —preguntó el vendedor.
—Estoy buscando algo especial —dijo Alejandro, observando los objetos con atención—. Algo con historia, pero también con valor sentimental.
El vendedor asintió y se adentró en una trastienda, volviendo con una caja de madera antigua. Dentro, había una serie de objetos curiosos, pero Alejandro se detuvo ante una pequeña medalla con una inscripción en latín.
—Esto es perfecto —dijo Alejandro, tomando la medalla y examinándola con cuidado—. ¿Cuánto cuesta?
—Para usted, señor Salazar, un precio especial —respondió el vendedor, sonriendo.
Alejandro pagó sin dudar, consciente de que este objeto podría ser el próximo en su serie. La medalla tenía un valor simbólico que encajaba perfectamente con el patrón que había establecido.
Mientras regresaba a su apartamento con la medalla en su bolso, Alejandro sintió una satisfacción creciente. La policía estaba buscando una conexión entre las víctimas y los objetos, y él estaba a punto de darles exactamente lo que querían, pero con un giro inesperado.
El día avanzaba y la comisaría seguía trabajando sin descanso. Claudia, que había estado revisando el perfil de las víctimas y sus intereses, se detuvo en seco al encontrar un patrón en los datos que estaba analizando. Cada víctima había tenido algún tipo de objeto personal que había sido dejado en la escena del crimen, y todos esos objetos parecían tener un valor sentimental específico.
—Capitán, creo que hemos encontrado algo —dijo Claudia, dirigiéndose a Martínez—. Si el asesino sigue este patrón, el próximo objeto debería ser algo que tenga una fuerte conexión emocional con la víctima.