La vida de Kitten siempre estuvo llena de dolor y humillaciones, condenada a vivir como una esclava en la casa del alfa. Ella era presa de las burlas de los cuatrillizos, hijos del alfa. Su único consuelo era que pronto tendría a su loba y con ello quizás encontraría a su mate.
Pero el destino se ensaña con ella cuando descubre que no solo tiene un mate, tiene cuatro y son aquellos que han hecho de su vida un infierno. Ante esto, Kitten teme aceptarlos por todo el dolor que le han hecho pasar, mientras que ellos buscan redimirse y ganarse su afecto, aunque sus personalidades arrogantes hacen difícil esta tarea.
¿Podrán los cuatro conseguir el perdón de Kitten y borrar todo el sufrimiento por el que la hicieron pasar?
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4. Otra Perspectiva Continuación
...POV Axel...
Hoy era mi último día como el hijo del Alfa. Mañana cumpliría veintiun años y, junto a mis hermanos, nos convertiremos en los cuatrillizos Alfas de la manada. Lo que significa que se acabó la libertad, y aunque no lo hiciera notar, un nudo de nerviosismo estaba presente en mi pecho. Pero un Alfa nunca muestra debilidad, así que me preparaba para salir con Sander, mi novia actual, y celebrar la previa de mi cumpleaños como si nada pudiese alterar mi camino.
Ayer, tuvimos una reunión con mis hermanos. Hablamos de cómo dividiremos el territorio que nos pertenece. Alex se encargaría de lo diplomático, con sus aburridas leyes y la burocracia que jamás me interesó. Pero claro, a alguien como él le fascinaba, así que era el indicado. Ian, con su carisma infalible, manejaría las reuniones sociales. Es gracioso que se lo den tan fácil, pero reconozco que tiene su talento. Sam y yo, en cambio, nos centraremos en las batallas y las inspecciones. No me importaba perderme las charlas formales; yo disfrutaba el campo, no las palabrerías.
Había un tema que colgaba sobre nosotros como un manto pesado: nuestra Luna. Mañana se cumplirían tres años desde que empezamos a buscarla. Y aunque todos sabíamos que una Luna fortalece a su Alfa, nunca pensé que la falta de una me afectaría tanto.
Sam se preocupaba más que ninguno, como si su vida dependiera de encontrarla. Tal vez de algún modo sí, pero yo, Axel, siempre había estado por encima de esas cosas.
Esa sensación de inminente cambio fue lo que me apresuró a bajar las escaleras. Al mirar la mesa, vi el último waffle que Alex había dejado sin tocar. Egoísta. Un impulso de frustración me llevó a agacharme para apoderarme de él antes de que alguien más lo hiciera.
— ¿Qué crees que estás haciendo, Kattie? — bromeé, disfrutando del momento en que la pillé.
Me encantó ver cómo se tensaba ante mi provocación. Estaba a punto de seguir molestando cuando oí a Sam detrás de mí.
— ¿No puedes esperar hasta que termines tus deberes? — dijo con una sonrisa maliciosa, como si pretendiera detenerla.
— Dejen que coma — intervino Ian, le lancé una mirada despectiva. Nunca entendí por qué insistía en protegerla.
Ella volvió a la cocina y regresó al instante. Ese gesto me frustraba; parecía que no se interesaba siquiera por la comida. Ahora, cada vez que estaba cerca de Kattie, había algo raro en el aire. Al principio pensé que eran meras hormonas juveniles, y claro, es hermosa, así que no era de extrañarse. Pero luego, su constante alardeo sobre lo increíble que eran sus padres me encendía.
Siempre que podía hablaba de lo increíble que eran sus padres haciendo parecer a los míos como los peores padres del mundo. Frases como: ‘Cuando estaba con mis padres era la niña más feliz del mundo, solíamos ir al cine, al parque…’ y blablablá rematando con un ‘no como ahora’. Mis padres no eran los mejores del mundo, definitivamente no lo eran; pero al menos le estaban dando un techo, educación y comida. Mientras que los suyos la dejaron con completos desconocidos.
Desde que mi lobo apareció, las cosas se complicaron. Era como si una parte de mí no pudiera despegar los ojos de ella. Necesitaba llamar su atención, y el mejor modo de hacerlo era fastidiándola. Pero había algo inquietante: el temor que parecía ver en sus ojos, tanto cuando me miraba a mí, como a Sam. La verdad era que, aunque disfrutaba molestandola, mi lobo me exigía que la tratara de otra manera. ‘Se merece vivir como una reina, mi princesa no necesita ensuciarse las manos,’ decía, y eso me desconcertaba. Yo nunca permitiría que ninguna mujer, salvo mi Luna, me tuviera a sus pies; no era justo. Sin embargo, de alguna forma, Kattie seguía siendo una especie de laberinto en mi mente, y mientras mi lobo la defendía, yo no podía evitar disfrutar de la contrariedad que traía a mi vida.
...POV Sam...
Kattie estaba terminando de limpiar el comedor, Axel e Ian ya se habían retirado. Axel se encontraría con su novia de turno Sander, y a Ian mamá lo había arrastrado a la habitación para tener una de sus charlas de madre e hijo.
Se notaba que estaba nerviosa, se la veía tensa. Eso sucedía cada vez que estábamos solos, todos sus instintos se despertaban y estaba atenta a mis movimientos. Podía sentir el miedo que me tenía, pero no me importaba.
Vi cómo se dirigía hacia la puerta con la intención de ir a la escuela. Ya eran casi las siete seguro llegaría tarde, el horario de entrada era hasta las 7.30. El autobús pasaba a las 7.05; seguro no iba a llegar, entonces decidí seguirla. De todos modos no tenía nada que hacer, ¿a quien quiero engañar? Sara seguramente estaría esperándome, pero no importaba esto era más entretenido.
— Cachorra, te acompaño — le dije caminando detrás de ella.
La vi tensarse y sentí como un escalofrío recorría su cuerpo, esto no era tan raro en nosotros; cada tanto me gustaba molestarla.
Todo esto empezó hace tres años, luego de cumplir los dieciocho y no haber encontrado a mi Luna, mi lobo me instaba a buscar formas de hacerla más fuerte, de quebrar esa coraza de autocompasión y autoflagelación que se había impuesto donde se dejaba pisotear por todos; nos daba ira, rabia que no se defendiera cuando sabíamos que era perfectamente capaz de hacerlo.
Si decidiera ignorar completamente a mí lobo, podría llegar a perder el control, y eso era algo que no podía suceder. Un Alfa que no puede controlar a su lobo es un símbolo de debilidad.
De los cuatro, siempre fui el que más conectado estaba con su lobo; estaba muy conectado a mi parte salvaje. Había momentos en los que no podía contenerlo y todo se salía de control. Como en el desayuno, al tenerla tan cerca, mi lobo tomó el control y se le acercó más de lo necesario, por suerte se conformó solo con eso y pude dominarlo. Por eso estaba ansioso por encontrar a mi Luna, ella me ayudaría a mantenerlo a raya.
Esta era una de las razones por lo que me gustaba hacerla enojar, llevarla al límite donde toda esa contención que siempre trataba de mantener caiga y no le quede otra que explotar, defenderse y mostrar, su verdadera esencia. Odiaba con toda mi alma a esta Kattie sumisa, miedosa, precavida, que media cada uno de sus movimientos.
Mi lobo anhelaba ver esa fase de ella, era puro éxtasis cada vez que nos enfrentábamos, cada vez que no podía contenerse y me decía lo que pensaba sin miramientos, sin inhibiciones. La verdadera Kattie. La que sería si no estuviera bajo el yugo de esa maldita deuda que supuestamente tenían sus padres.
Es raro, lo sé, al ser un Alfa nadie puede revelarse ante nosotros cualquiera que lo haga se quedaría sin cabeza al segundo siguiente, pero con Kattie era distinto. Me llenaba de orgullo cada vez que la veía defenderse, cada vez que veía que le era imposible agachar la cabeza, aunque solo fuera un momento breve, sabía que había mucho más de dónde salía eso. Y lo quería todo.
No me importaba que métodos tuviera que usar para hacer salir esa fase suya, aunque a veces necesitaba ser un poco cruel, valía el precio. Mi lobo no estaba de acuerdo con el método, pero aprobaba los resultados, discutimos constantemente y vivía con dolor de cabeza por nuestras disputas; él quería que sea más suave, pero ya lo había probado, no funcionaba, con ella debía ir al extremo, o simplemente agacharía la cabeza, como hacía siempre.
Autora la haga mate de los cuatrillizos