Lena, una joven que siempre ha sentido que es diferente, sin saber por qué. En la noche de su vigésimo primer cumpleaños, su vida da un giro inesperado cuando descubre que es la Luna destinada del alfa de la manada más poderosa de la región, un hombre llamado Aiden, conocido por su ferocidad y liderazgo implacable.Aiden, marcado por una profecía ancestral, ha esperado años para encontrar a su Luna, la única persona capaz de calmar la bestia dentro de él y traer equilibrio a su vida. Sin embargo, Lena no está dispuesta a aceptar su destino fácilmente. Mientras lucha por comprender y aceptar el vínculo que la une a Aiden, descubre que su conexión va mucho más allá del amor: está vinculada a un oscuro secreto que podría destruirlos a ambos.En medio de luchas internas, conflictos con otras manadas, y una amenaza que podría desencadenar una guerra, Lena debe decidir si está dispuesta a aceptar la marca del Alfa y el destino que le ha sido impuesto, o seguir su propio destino
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Capítulo 14 La Primera Noche como Esposos, Parte II
Marcus se quedó un momento en silencio, mirando a su hija con ojos fríos y calculadores. Sabía que esta era una situación delicada, y que cualquier paso en falso podría sellar el destino de Serena para siempre.
Sin embargo, no estaba dispuesto a ceder sin luchar. Se levantó de su silla, con la decisión marcada en su rostro.
—Voy a hablar con el consejo —dijo finalmente, su tono firme y decidido—.
Aidan puede ser el Alfa, pero no es invulnerable. Hay formas de hacer que vea la realidad y rectifique este error.
Serena asintió, aunque su corazón seguía latiendo con furia y dolor.
La idea de que Aidan, el hombre con quien había soñado toda su vida, pudiera estar con otra mujer la llenaba de un vacío desesperante.
Pero confiaba en su padre. Sabía que Marcus haría todo lo posible para revertir esta situación, incluso si eso significaba enfrentarse directamente a Aidan.
Mientras Marcus abandonaba la casa, sus pensamientos se dirigieron hacia el consejo de la manada. Aunque Aidan era el Alfa, el consejo tenía una influencia considerable en las decisiones importantes que afectaban a la comunidad.
Si podía reunir suficiente apoyo, tal vez podría lograr que el matrimonio fuera declarado nulo. Pero sabía que no podía actuar precipitadamente.
Necesitaba reunir a los miembros clave, asegurar sus lealtades y luego presentar su caso con la mayor fuerza posible.
Decidió que la mejor estrategia sería organizar una reunión privada en secreto esa misma noche.
Convocaría a los miembros del consejo uno por uno, bajo la apariencia de una conversación casual, y les haría ver que el matrimonio entre Aidan y Lena era una amenaza para la estabilidad de la manada.
Pero para eso, primero debía recolectar información, sondear sus opiniones y preparar su discurso.
Por otro lado, en la cabaña, Aidan y Lena estaban preparándose para el día que les esperaba. Lena se sentía un poco nerviosa, pero la presencia de Aidan a su lado la llenaba de una fuerza inesperada.
La noche anterior había sido todo lo que había soñado y más. Sin embargo, ahora que la realidad de su unión comenzaba a asentarse, no podía evitar preguntarse cómo sería recibida por la manada.
Ella era nueva en este mundo, y aunque estaba casada con el Alfa, no estaba segura de cómo la verían los demás.
—Todo estará bien —le aseguró Aidan, dándole un suave apretón en la mano—.
Te presentaré oficialmente como mi esposa, como la Luna de la manada. Nadie se atreverá a cuestionarte.
Lena asintió, intentando absorber la confianza de Aidan.
Sabía que su posición al lado de él la protegía, pero eso no significaba que no sintiera la presión de la responsabilidad que ahora recaía sobre sus hombros.
Mientras se vestían para salir, Aidan le entregó un pequeño estuche de terciopelo.
Lena lo abrió con curiosidad y descubrió en su interior un anillo de bodas idéntico al que él ya llevaba en el dedo. Sus ojos se llenaron de lágrimas al ver el símbolo de su unión.
—¿Es para mí? —preguntó, su voz temblorosa por la emoción.
—Sí —respondió Aiden, colocándoselo en el dedo—.
Quiero que todos sepan que eres mi esposa, mi compañera, mi Luna.
Este anillo es una señal de nuestro compromiso, algo que nadie podrá ignorar.
Lena observó el anillo en su dedo, una simple banda de oro con un pequeño diamante incrustado. Aunque no era ostentoso, su significado era más profundo de lo que las palabras podían expresar.
Era la prueba de su vínculo, un vínculo que ni siquiera el consejo podría romper.
—Gracias, Aidan —dijo, sus ojos brillando con gratitud.
Aidan la abrazó, besándola en la frente.—No tienes que agradecerme, Lena.
Lo que compartimos es más valioso que cualquier joya o ceremonia.
Es nuestro amor lo que nos mantiene juntos, y eso es lo que realmente importa.
Poco tiempo después, Lena y Aidan se dirigieron hacia el centro de la aldea, donde la mayoría de la manada se había congregado.
Los murmullos se extendían entre la multitud mientras los dos se acercaban, de la mano, con Lena luciendo su anillo con orgullo. Aunque algunas miradas eran de sorpresa, y otras de desaprobación, Lena mantuvo la cabeza alta, recordando las palabras de Aidan.
A medida que avanzaban, Ayudan notó a Caleb entre la multitud, dándoles una pequeña inclinación de cabeza en señal de apoyo.
Caleb, como su mejor amigo y testigo de la boda, sabía mejor que nadie lo que esta unión significaba para Aidan, y estaba preparado para defenderla si era necesario.
Aidan subió a una pequeña plataforma en el centro de la aldea, con Lena a su lado, sosteniendo su mano.
Los murmullos se detuvieron cuando él comenzó a hablar.
—Mi gente —comenzó Aidan, su voz fuerte y clara—, hoy me presento ante ustedes con una gran noticia.
Lena, a quien todos ustedes han conocido en los últimos días, y yo nos hemos unido en matrimonio.
Ella es ahora mi esposa, la futura madre de mis hijos, y su Luna.
Hubo un silencio profundo mientras las palabras de Aidan calaban en los presentes.
Era un anuncio importante, y aunque algunos lo esperaban, no muchos habían pensado que ocurriría tan rápido.
—Sé que esto puede ser una sorpresa para muchos de ustedes —continuó Aidan, mirando a la multitud con seriedad—.
Pero les aseguro que Lena es la mujer que he elegido, no solo porque el destino nos ha unido, sino porque la amo.
Es fuerte, es valiente, y tiene el corazón de una Luna. Juntos, seremos los líderes que esta manada necesita.
Lena sintió una oleada de orgullo y amor por Aidan al escucharlo hablar con tanta firmeza y convicción. Pero también sentía el peso de las miradas sobre ella, algunas de aprobación, otras llenas de incertidumbre.
Sabía que aún quedaba mucho por demostrar, pero estaba decidida a hacerlo.
Mientras Aidan hablaba, Marcus observaba desde la distancia, su mente trabajando frenéticamente.
Sabía que este anuncio complicaba las cosas, pero no estaba dispuesto a rendirse.
Aún tenía su carta bajo la manga: el consejo. Si podía convencer a los otros ancianos de que esta unión era una amenaza para la estabilidad de la manada, podría revertir la situación antes de que fuera demasiado tarde.
Una vez que Aidan terminó su discurso, algunos miembros de la manada comenzaron a acercarse para felicitar a la pareja, aunque otros se mantuvieron al margen, observando con expresiones mezcladas de asombro y desconfianza.
Entre ellos, Serena, que había estado observando todo desde un rincón oscuro, sintió cómo la rabia y la desesperación la consumían.
Sabía que había perdido a Aidan, pero eso no significaba que iba a ceder sin luchar.Esa misma noche, Marcus reunió a los miembros del consejo en una de las casas más antiguas de la aldea, un lugar que había sido testigo de muchas decisiones importantes a lo largo de los años.
La luz de las antorchas iluminaba las paredes de piedra, y las caras de los ancianos reflejaban una mezcla de curiosidad y preocupación.
—He solicitado esta reunión porque estamos en un punto crítico para la manada —comenzó Marcus, su tono grave y autoritario—.
Nuestro Alfa ha tomado una decisión que, en mi opinión, pone en riesgo el equilibrio de nuestro grupo.
Ha contraído matrimonio en secreto, sin la aprobación del consejo, con una forastera que apenas conocemos.
Los murmullos se extendieron entre los presentes, algunos asintiendo en acuerdo, mientras que otros permanecían en silencio, esperando escuchar más.
—No estoy aquí para cuestionar la autoridad de Aidan como Alfa —continuó Marcus—, pero debemos considerar las consecuencias de esta unión.
Lena puede no estar preparada para el papel de Luna. No tiene la experiencia, ni el conocimiento de nuestras tradiciones.
Esta unión podría debilitar la manada en un momento en que necesitamos ser más fuertes que nunca.
Uno de los ancianos, un hombre con una barba blanca y ojos sabios, levantó la mano para hablar.
—marcus, entiendo tus preocupaciones, pero no podemos simplemente invalidar un matrimonio que ya ha sido consumado.
El vínculo entre el Alfa y su Luna es sagrado, y si Aidan ha elegido a Lena, debemos respetar su decisión, a menos que haya una razón legítima para intervenir.
Marcus asintió, como si ya hubiera anticipado esa respuesta.
—Es cierto —admitió—, pero el consejo tiene el poder de declarar nulo un matrimonio si se considera que pone en peligro la estabilidad de la manada.
Lo que estoy sugiriendo es que tomemos un tiempo para evaluar a Lena, para asegurarnos de que es digna del título de Luna.
Si encontramos que no lo es, entonces tendremos que actuar en consecuencia.
Los miembros del consejo intercambiaron miradas, algunos mostrando signos de acuerdo, otros de duda.
Sabían que cualquier movimiento en falso podría desencadenar una crisis dentro de la manada, pero también sabían que Marcus tenía razón al plantear la necesidad de proteger el bienestar del grupo.
—Necesitamos tiempo para discutir esto más a fondo —dijo finalmente uno de los ancianos, poniendo fin a la reunión.