Cristian de la Fuente y Mía Ferrer se conocieron desde niños gracias a la relación cercana de sus familias. Mía es la ahijada de Victoria, la madre de Cristian, lo que los hacía pasar mucho tiempo juntos. Desde el primer día, Cristian se convirtió en el niño más popular de la clase: atlético, carismático y siempre rodeado de amigos. Mía, en cambio, era una niña tímida y reservada, con una gran pasión por la lectura y el arte, pero con sobrepeso, lo que la convirtió en el blanco fácil de las burlas de los demás niños, incluido Cristian.A pesar de su conexión familiar, Cristian se unió a los demás en hacer comentarios hirientes y bromas pesadas sobre el peso de Mía, sin darse cuenta del profundo impacto que sus palabras tenían en ella. Mía siempre se sintió dolida, especialmente porque esos comentarios venían de Cristian, a quien admiraba secretamente.
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Capítulo 10 : La Llegada de Laura
El sol brillaba intensamente sobre la ciudad mientras Cristian y Mía paseaban por el parque, tomados de la mano y disfrutando de la compañía del otro. Su relación había florecido en las últimas semanas, y ambos estaban más enamorados que nunca. Sin embargo, el destino tenía una sorpresa reservada para ellos.Era una tarde como cualquier otra cuando Cristian recibió un mensaje en su teléfono. Se detuvo y leyó el mensaje con una expresión de sorpresa. "Es Laura", dijo, mirando a Mía."¿Laura?", preguntó Mía, levantando una ceja con curiosidad."Sí, una vieja amiga de la universidad", explicó Cristian. "Está en la ciudad por unos días y quiere encontrarse conmigo".Mía sonrió, pero algo en su interior se tensó. "Eso suena bien. ¿Por qué no la invitas a cenar esta noche?"Cristian asintió, enviando una respuesta rápida. "Perfecto. Le diré que venga a casa a las ocho".La noche llegó rápidamente, y Mía se esmeró en preparar una cena especial. Quería causar una buena impresión, aunque no podía evitar sentir una ligera inquietud. No sabía mucho sobre Laura, pero la forma en que Cristian hablaba de ella la hacía sentir un poco insegura.A las ocho en punto, sonó el timbre. Cristian abrió la puerta, y Mía se quedó sin aliento al ver a la mujer que entraba. Laura era hermosa, con una sonrisa radiante y una presencia segura que llenaba la habitación. Llevaba un vestido elegante y se movía con una gracia natural."Laura, qué gusto verte", dijo Cristian, abrazándola."El placer es mío, Cris", respondió Laura, devolviendo el abrazo. Luego se volvió hacia Mía. "Y tú debes ser Mía. Cristian me ha hablado mucho de ti"."Encantada de conocerte, Laura", respondió Mía con una sonrisa, extendiendo la mano.La cena transcurrió de manera agradable. Laura era encantadora y tenía un don para la conversación. Hablaron de viejos tiempos, de la universidad, y compartieron anécdotas divertidas. Sin embargo, Mía no pudo evitar notar la forma en que Laura miraba a Cristian, con una familiaridad que la hacía sentir incómoda.Después de la cena, se sentaron en la sala con copas de vino. Laura se acercó más a Cristian, sus risas resonando mientras recordaban viejas historias. Mía se sintió como una espectadora en su propia casa, observando cómo Laura parecía absorber toda la atención de Cristian."¿Recuerdas aquella vez en la fiesta de Halloween?", dijo Laura, riendo. "Nos disfrazamos de Bonnie y Clyde, y terminamos perdiendo la mitad de nuestras cosas".Cristian rió también, sus ojos brillando con el recuerdo. "Sí, fue una locura. Nunca olvidaré cómo logramos salir de esa fiesta sin que nadie se diera cuenta".Mía forzó una sonrisa, sintiéndose cada vez más apartada. Decidió levantarse y recoger los platos, buscando una excusa para salir de la habitación. "Voy a llevar esto a la cocina", dijo, levantándose."Déjame ayudarte", ofreció Laura, levantándose también."Está bien, puedo hacerlo yo", respondió Mía rápidamente, pero Laura ya estaba recogiendo los platos.En la cocina, Laura la miró con una sonrisa. "Mía, espero que no te moleste que Cristian y yo hablemos tanto de viejos tiempos. Hemos compartido muchas cosas, y es genial poder ponernos al día"."No hay problema", dijo Mía, intentando sonar sincera. "Es normal que quieran recordar viejos tiempos".Laura la observó por un momento, como si estuviera evaluándola. "Sabes, Cris y yo éramos muy cercanos. Incluso hubo un tiempo en que pensé que podríamos tener algo más".Mía sintió un nudo en el estómago, pero se obligó a mantener la calma. "Bueno, las cosas cambian. Ahora estamos juntos y somos muy felices".Laura sonrió, pero había algo en sus ojos que no cuadraba con la amabilidad de su gesto. "Sí, las cosas cambian. Pero algunas conexiones nunca se rompen, ¿verdad?"Antes de que Mía pudiera responder, Cristian entró en la cocina. "¿Todo bien aquí?", preguntó, mirando a ambas mujeres."Sí, todo bien", respondió Mía, forzando una sonrisa.Pasaron el resto de la noche conversando, pero la tensión en el aire era palpable. Finalmente, Laura se despidió, abrazando a Cristian con demasiada familiaridad para el gusto de Mía. "Fue un placer conocerte, Mía", dijo Laura con una sonrisa. "Espero que nos veamos de nuevo"."Claro", respondió Mía, aunque en su interior deseaba que esa reunión no se repitiera.Cuando Laura se fue, Mía y Cristian quedaron solos en la sala. Cristian notó la incomodidad en el rostro de Mía y se acercó a ella. "¿Estás bien?", preguntó, acariciando su mejilla."Sí, solo un poco cansada", respondió Mía, evitando su mirada.Cristian la abrazó, sus labios rozando su frente. "No quiero que te sientas incómoda, Mía. Laura es solo una amiga, nada más"."Lo sé", murmuró Mía, aunque en su corazón aún latía una pequeña inseguridad.Esa noche, mientras se acostaban, Mía no pudo evitar pensar en las palabras de Laura. ¿Podría ser que aún existiera algo entre ella y Cristian? Intentó sacudirse esos pensamientos, pero la duda se había instalado en su mente.Cristian, ajeno a sus preocupaciones, la abrazó con fuerza, su respiración tranquila y constante. Mía suspiró y se acurrucó contra él, esperando que el amor que compartían fuera suficiente para superar cualquier obstáculo.Pero sabía que no sería fácil. Laura había dejado una marca, y Mía tendría que encontrar la manera de enfrentarse a sus propios miedos y fortalecer su relación con Cristian. Porque, al final del día, lo que tenían era real y valía la pena luchar por ello.Así, con el corazón lleno de emociones encontradas, Mía cerró los ojos, decidida a no dejar que la sombra de Laura se interpusiera entre ellos. Sabía que el camino por delante no sería sencillo, pero estaba dispuesta a luchar por el amor que compartía con Cristian, sin importar los desafíos que pudieran surgir.