Simoné es una chica de 25 años que lucha por obtener siempre lo que le gusta. Nada la detendrá por lograr sus objetivos, aunque tenga que luchar con su propia... ¡madre!
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Enamorada
Varios días después...
Teresa recibió un hermoso ramo de flores.
"Espero que te encuentres mejor, te invito a comer para conocernos, pasaré por ti en dos horas, Iván".
Teresa, muy a su pesar, se quitó el luto y se arregló lo mejor que pudo, en el fondo de su corazón sentía una fuerza extraña que le recorría todo el cuerpo.
Tal vez era muy pronto para hacerse ilusiones, pero eso ella no lo podía evitar.
Simoné no se dio cuenta de esto porque ella estaba trabajando. Pero en ningún momento se le pasó por la mente que su madre podría volverse a enamorar.
Dos horas después, como dijo Iván, ya estaba ahí por ella. Puntualito como un reloj.
Pero qué hermosa luces, en realidad Iván estaba asombrado por la belleza de Teresa. Tu hija y tú son como dos gotas de agua.
Gracias, Teresa bajó la cabeza un poco apenada.
Perdón, no lo dije para que te ofendieras, levanta la cabeza. Quiero que me des la oportunidad de conocerte. Yo estoy solo y tú también, tu hija ya está grande. Y, no me lo tomes a mal, pero me gustas, podemos llegar a ser una hermosa pareja, ¿te parece que nos conozcamos?
¿Por qué no?, ambos somos libres.
Pues vamos, entonces.
El coche con chofer ya los estaba esperando. Iván ayudó a subir a Teresa, y luego se subió él, ambos se sentaron en la parte trasera.
Sabes, desde que murió mi esposa no he andado con ninguna otra mujer. Tú me pareces muy diferente a todas las mujeres que he conocido.
Gracias, pero te aseguro que soy igual que todas las demás mujeres, no tengo nada de especial.
Tu mirada es limpia, reflejas una dulzura y una ternura fascinantes. Creo que fue amor a primera vista.
Iván se fue acercando poco a poco a Teresa. Ella supo en ese instante lo que estaba a punto de ocurrir y no hizo nada por evitarlo, al contrario, se quedó quieta. El corazón le latía a mil.
Ese beso de Iván la reconfortó completamente, se sentía transportada al quinto cielo.
Ella cerró los ojos y le rodeó el cuello, sedienta de amor y ternura. El chofer levantó una pequeña ventanita que tenía entre él y los pasajeros de atrás, discretamente.
Cuando llegaron al restaurante ellos ya eran novios.
La tomó del brazo y la condujo a una mesa un poco apartada de las demás.
Aquí tendremos completa privacidad.
Teresa, quiero que siempre confíes en mí. Viviremos nuestro amor al máximo y en un futuro, si tú quieres, podremos casarnos.
Creo que tienes razón, pero por el momento solo seremos novios, no quiero crear confusiones.
Como tú gustes, preciosa. Iván nuevamente la besó. Ella solo se dejaba querer, le encantaba ese hombre.
La comida que les sirvieron estuvo riquísima, la disfrutaron tanto, como su compañía.
Después de comer, Iván la llevó a bailar. Como alrededor de las 11:40 pm, la llevó a su casa.
Simoné estaba preocupada porque su madre no llegaba.
Cuando la vio llegar casi se le salió el corazón de alegría.
Mamá, ¿dónde estabas? ¿Por qué llegas a esta hora?
Simoné, te recuerdo que eres mi hija, no mi madre, no tengo por qué darte explicaciones de mis actos.
Y diciendo esto se fue a su cuarto llena de ilusiones.
Simoné se asomó a la ventana y vio un auto arrancar, pero no pudo ver al que manejaba ni al otro hombre que venía atrás.
¿Quién será ese hombre?, ¿con quién habrá salido mi madre?
Simoné se quedó muy intrigada, pero estaba dispuesta a buscar la verdad a como fuera.
A la mañana siguiente muy temprano, se levantó como siempre a preparar el desayuno para ella y su madre.
Cuando Teresa se despertó el desayuno ya estaba listo, se lavó la cara, las manos, la boca y bajó a comer con su hija.
Buen día, Simoné. ¿Qué hiciste para el desayuno?
Dos huevos estrellados, tocino, pan tostado y mermelada; jugo de naranja y un vaso con leche.
Mmm, un desayuno completo.
Mamá, te quiero preguntar una cosa.
¿Quién era ese hombre con el que saliste ayer?, prosiguió Simoné.
Mira, hija, no tengo por qué darte explicaciones, pero te lo voy a decir para quitarte esa duda de tu mente.
Iván y yo decidimos darnos una oportunidad para conocernos.
Pero, mamá, ese hombre es más joven que tú.
¿Y eso que tiene que ver?, ¿hay acaso una ley que prohíba que una mujer y un hombre no pueden estar juntos por la edad?
Claro que no, mamá, pero no se trata de que se prohíba o no se prohíba. Simplemente, no se ve bien.
Déjame en paz, hija, yo voy a hacer lo que me dé mi gana. Voy a salir, y no me preguntes a dónde voy. Yo sé exactamente lo que tengo que hacer, ¿ok?
Simoné se quedó extrañada, su madre por lo regular nunca era así. Ella era tranquila, y muy dulce, ¿qué le estará pasando?, se preguntó.
¿A dónde habrá ido?, se siguió preguntando Simoné.
Sin poderlo evitar entró al cuarto de su madre. Lo primero que vio fue el enorme ramo de flores que estaba en el buró cerca de su cama.
Tomó la tarjeta que venía ahí.
"Esto lo explica todo", se dijo Simoné. "Mi madre está enamorada".
"Pero, ¿cómo puede ser posible esto, si apenas conoce a ese tal Iván? Solamente lo vimos una vez en el cementerio. No niego que está muy guapo y atractivo, pero es muy joven para mi madre, por lo menos le lleva 5 años".
"Bueno, espero que pronto se le pase. No creo que llegue a tanto".
Teresa, completamente ilusionada, se metió a un salón de belleza.
Después de ahí se fue a comprar ropa, zapatos, accesorios, etc.
Sabía que a su esposo no le iba a gustar verla triste todo el tiempo.
"No estoy haciendo nada malo, simplemente, voy a seguir viviendo mi vida". Se dijo a sí misma como para tratar de convencerse.
Cuando regresó a su casa, su hija quedó asombrada por el gran cambio que había experimentado su madre.
¡Mamá! ¿Qué te hiciste? Te ves hermosa. Y por lo que veo te has quitado el luto, ¿qué te pasa, madre? ¿Es por ese hombre del panteón, el tal Iván?
Hija, tienes que saberlo. He decidido darme una oportunidad con Iván, y, por favor, no me critiques, simplemente, apóyame, quiero ser feliz.
Simoné dio un gran suspiro. Mamá, te he dicho que ese hombre es muy joven para ti, no quiero ser aguafiestas, pero no te conviene madre, ¿por qué no te buscas un nombre de tu edad, más grande?
No estoy tan vieja, solo tengo 40 años, ¿acaso quieres que me quede aquí llorando por el resto de mis días?
No es eso madre, pero, ¿por qué con Iván, si hay demasiados hombres en este mundo?
Simoné, es la primera vez después de tu padre que me enamoro, por favor, déjame en paz.