En desarrollo
Larry Russo es un CEO italiano que decide comenzar su vida en Nueva York luego que su prometida Aurora muere de un disparo en la cabeza en un asalto.
Años después se cruza con Abigail, una profesora de la universidad donde él impartía una conferencia, donde él queda prendado de ella por el enorme parecido con su novia fallecida. El destino da un tire y jale en la vida de Abigail, cuando la madre de ella necesita un trasplante de hígado para vivir.
Larry y Abigail, entrecruzan sus vidas y el destino les tiene un contrato.
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X.
LARRY RUSSO
Después de saber la ubicación de Abi, me dirigí al aeropuerto y renté un jet privado. Llegamos a Miami. El detective tenía disponible un auto que nos llevaría al aeropuerto después de reunirme con Abi.
Me reuní con el detective, quien me mostró dónde estaba Abigaíl en ese momento. Momento que fue muy oportuno porque ella estaba tomando algo con un hombre, que posiblemente sea un familiar o un amigo o algo más que eso.
Me sentí furioso. Me presenté ante ella y el tipo con el que estaba. Ella tenía una cara sorprendida.
Le tomé de la mano y la saqué de ahí. La metí a la fuerza al auto. Recibí un mal golpe de ella, pero estaba tan enojado que no le presté atención.
— Suéltame. Esto es secuestro.
Le apreté sus mejillas con mi mano derecha.
— Cállate. Creíste que ibas a escapar de mí. Cometiste un grave error. Conmigo no se juega. Eres mi esposa y firmaste un contrato conmigo. Yo tengo control sobre ti.
— Déjame ir donde mi madre.
— Olvídate de tu madre. Después de conseguirle un hígado para que viviera, me has pagado así. Fuiste tú quien me buscó, fuiste tú quien quería un acuerdo firmado. Ahora que tienes lo que quieres crees que puedes decirme adiós. Así no funcionan las cosas, querida.
— Mi madre se va a preocupar.
— Crees que me importa. Llámala y dile que vas a regresar a Nueva York si tanto te importa. No hagas más escándalo o la casa de tu querida madre será papilla.
Ella guardó silencio un momento. Sacó el celular de su bolsillo.
—¿Qué haces?
— Voy a llamar a mi mamá. No haré nada.
Ella llamó.
— Mamá, me llamó el decano de la facultad y quiere que me presenté antes de finalizar el día, así que, en estos momentos voy a Nueva York. Perdón por irme sin despedirme. Cuídate y me llamas si pasa algo— ella colgó.
Después de un largo viaje, de Miami a Nueva York, llegamos a mi casa.
—Nana preparaste nuestra habitación — miré sonriendo a Abigaíl.
— Sí. Ya sus cosas y las cosas de la señora están ahí.
— Que nadie nos moleste. Puedes tener el día libre.
ABIGAÍL GRUBSTEIN
Tenía ganas de llorar. Sentía que mi orgullo estaba pisoteado.
Una habitación para los dos. Larry me tomó de la mano con fuerza y me llevaba de arrastra al cuarto.
— No tienes que ser así.
— Así ¿Cómo?
— Me lastimas — él apretó con fuerza mi mano.
— Esta es nuestra habitación. Quiero que te des una ducha, y deja la puerta del baño abierta.
— No quiero que me veas.
— No importa lo que quieras. Métete al baño y deja la puerta abierta.
Ella se metió al baño y empezó a darse la ducha con la ropa puesta. Me quité la camisa, empecé a sentir dolor. Después de todo, solo tenía un mes y una semana de esa cirugía. Me habían quitado las puntadas hace dos semanas.
Salí del cuarto con una muda de ropa. Dejé bajo llave a Abi. Me fui a duchar al cuarto de al lado.
Me di una ducha. Me puse vendaje alrededor del abdomen. Regresé al cuarto. Abigaíl estaba en la cama, cobijada de pies a cabeza. No puedo creer que ella sea tan infantil siendo una profesional.
— Quítate la cobija.
— No.
— ¿Por qué?
Me acerqué a la cama y le quité la cobija de un jalón.
— ¿Por qué sigues en toalla?
— Eres un depravado. Aquí no hay nada de ropa decente. Todo es lencería.
¿Lencería?
Revisé el clóset y evidentemente solo había lencería. Nana quiso jugarle una broma. Saqué una camiseta y shorts de los míos y se la di. Ella cogió la ropa y se fue al baño a cambiar.
Me senté en el borde de la cama a esperar que saliera. Cuando ella salió, me puse de pie.
— Acércate— Ella se acercó sin renegar— suéltate el cabello.
Ella se soltó el cabello. Se veía hermosa.
La tomé por la cintura y la besé. Ella no respondió al beso.
— ¿No respondes a mi beso porque tienes a alguien más? ¿Quién era el tipo de Miami? No quería sonar como alguien que cela, pero...
— Él es solo un amigo de mi infancia.
ABIGAÍL GRUBSTEIN
Me sentía un poco derrotada con Larry. Sé que debo cumplir, lo sé, pero tengo miedo a perder mi esencia por él.
— Sé que debo cumplir todo, solo pido un poco más de tiempo. Perdóname por no cumplir y huir. Debería estar eternamente agradecida por qué gracias a ti mi madre está viva y con esperanza de vivir más tiempo.
Larry no dijo nada, solo acarició mi cabello, era como si me consolara de cierta forma.
Él era agresivo y al mismo tiempo demostraba amor o compasión conmigo. Era ver su lado bueno y malo a la vez.
Nuevamente, Larry acarició mi cabello.
— Quiero descansar. Vamos a la cama.
— ¿A la cama? Aún es temprano.
—Es cierto. No vamos a dormir.
Suspiré. Debía resignarme.
Nos acostamos en la cama. Larry se quedó viendo el techo. Yo solo lo veía de reojos.
LARRY RUSSO
Después de todo, no puedo ser tan despiadado con ella. El doctor me dijo que podía retomar la actividad sexual después de los seis meses, si lo hacía antes podía quedar en el intento (mi amigo podía no responder) , y la herida por dentro podría abrirse. Así que, no puedo hacer más que besarla o acariciarla.
Me giré a ella.
—Quiero que trabajes conmigo, en mi oficina.
— Está bien— Sus labios temblaban.
— Acércate a mi brazo, quiero sentirte cerca. No estés nerviosa, ante todo soy un caballero.
Ella se acercó. Emanaba un olor a jazmín que para mi olfato era relajante. Le di un beso en la cabeza y cerré los ojos.
son cortas y sin tanto enredo felicidades y más que agradecida por tan linda labor
felicidades
Exitos Éxitos Éxitos