Nuestro planeta, este hermoso nido donde vivimos parece no querernos aquí. es un planeta feroz, estamos a diario expuestos a todas sus infamias desde lluvia hasta volcanes, el mar que nos refresca nos da oxígeno y alimento y también se eleva, inmisericorde borra ciudades enteras de sus costas, tifones, terremotos. La tierra cuando así le provoca se hunde, se desliza sin importar cuantos de sus hijos queden tapiados Los seres humanos nos hemos abocado a socorrernos los unos a los otros, siempre nos sentimos inclinados a proteger al más débil. Desde tiempos inmemoriales nos hemos organizados para paliar embates de la madre gea. allí donde un accidente natural nos lesione estaremos prestos a ayudarle. en esto basamos nuestra existencia. Ustedes no están solos cuentan con nosotros. Estamos en el mismo barco tratando de mantener el rumbo. Aqui nacimos y moriremos. pero mientras tanto con ilusión y con esperanza parimos hijos, sembramos árboles y forjamos futuro para las nuevas generaciones.
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CAPITULO VII
CAPITULO
VII
El estanque lo llamamos a la piscina rústica hecha con los cantos rodados del arroyo
cercano y alimentada con sus aguas cristalinas, un hilo de agua que ni en tiempos
de inviernos aumenta su caudal, una amplia caminería lo mantiene alejado de los
arbustos vecinos. Maggie los admiraba y se sorprendió cuando descubrió a Mauro sentado
observándolo, con familiaridad salió y me sentó en sus piernas desnudas. Apenas
un bañador. Estaba triste, le besó la nariz y lo acunó en su pecho, se paró la
besó levemente en la boca, apenas un roce; ella insistió y él la besa en la
boca, le sorbie los labios y su lengua tibia la invadió provocando una vorágine
de sensaciones solo oía que la instruía: abre la boca respira por la nariz y
resbalo su aliento cálido por su cuello, sus manos acariciaban la suave piel de
la espalda. Maggie sintió la rigidez en su entrepierna y se movió hacia él. La
apartó.
- ¡Margareth! -suplicó – quédate quieta. No te muevas por favor. La inmovilizo, se apretujó
fuerte contra ella. Temblaba. Y poco a poco su respiración se normalizo.
- Bonita ve a tu cuarto\, ponte ropa seca tenemos que hablar -fue soltando el abrazo-
cuando estes lista ven a la cocina vamos a comer algo. Sudaba. La familia está
por llegar.
- ¡No! – le rogué- quedémonos aquí un rato. Ya mañana temprano viajamos. Lo abrace. Me
retiro bruscamente.
Cuando volví ya estaba controlado, nos sentamos a comer ponqué con leche,
despidiéndonos físicamente porque en las redes siempre estamos comunicados, a
la hora que fuese necesario.
-Margareth - se notaba atormentado - perdóname, lo que me paso hoy no debe suceder, perdí
el control. Eres la mujer más importante de mi vida. Tengo que cuidarte y
respetarte. Cuando seas más grande y nos casemos podemos acariciarnos de esa
forma. Eres muy joven. En diciembre nos comprometeremos y en tres años nos
casamos, con la venia del padre estaremos juntos para el resto de nuestras
vidas. ¿Te asuste?
-No, me gustó mucho, nunca me habías besado así.
- ¡Y no debió pasar! ¡No permitas que nadie te trate Asi! Te vienen unos meses muy
fuertes. Te colmaste de actividades. Hasta agosto tienes una agenda muy apretada
y el maestro nos sugiere mantenernos alejados, ya te disté cuenta por qué. Estas
en la pubertad, aunque siempre has sido muy sensata, no puedo controlarme y
controlarte. Eres una niña y yo ahora soy maestro tenemos un código de conducta
que respetar. Te amo más que nunca Margareth, pero tenemos que distanciarnos.
Por ti, por mí y por la academia. No podemos permitirnos un escándalo y ya los
miembros católicos nos están investigando. Los sentimientos no se pueden
ocultar. Nuestro abuelo es sabio, hemos acordado alejarnos y así no te
distraigo. Solo son tres meses, para tus quince años ya soy maestro, me vengo
de Europa y te tengo preparado una sorpresa. Ahora vete a dormir. Mañana viajas
muy temprano. Me besaba las manos, pero me alejaba.
-Espera. vamos a quedarnos un rato más juntos y hablamos, desde que iniciaste tus
trabajos de maestría estamos muy retirados, apenas te vi en el entierro de mis
padres - le rogué – Ya eres maestro y no te pude acompañar en el protocolo
estaba de luto, me siento ausente en tu vida y te necesito en la mía, te
extraño mucho y en tres meses no te vuelvo a tener. Ya te estoy extrañando.
- ¡No! no puedo. Creí que habías entendido. ¡No\, me provoques bonita! ¡Te deseo\, lo
entiendes! Es muy difícil controlarme. Y duele Margareth. Vete a dormir. En
tres meses podemos gritarle al mundo que somos novios.
- ¡Que ha cambiado\, siempre nos hemos amado!
Lo vi molesto, un sentimiento de orfandad se alojó en mi pecho, traté de abrazarlo
y me empujo. Me lastimé, el pasamano de madera de la escalera se incrustó en mi
costilla derecha, me quedé sin aire. No entiendo que hice mal. Este hombre que
me mira serio y molesto no es mi amado. Se percató que me hice daño y me miro
asustado, solo recuerdo que lo miré como a un extraño y con la poca dignidad que
me quedaba me marché rápido, entre a mi cuarto y lo cerré con llave sorda a sus
llamados. Llore hasta quedarme dormida. Sentí que no me quería, como siempre me
tragué mi dolor, no se lo conté a nadie. Solo el abuelo lo intuyo, pero no
encontró como consolarme. Isnaldo y Mariam se cansaron de intentar hablar, pero
no los escuche. Me fui a Colombia y fueron pasaron los días me trague mi dolor,
no acepte sus llamadas. En nuestras comunicaciones diarias no le respondía los
mensajes. Los borraba sin leerlos. Nuestra comunicación era a diario por video
llamada. los discípulos del abuelo trabajamos cuatro horas en la noche. A Veces
nos complicábamos cuando el abuelo o alguno de nosotros estábamos a distantes
latitudes. Pero no fallábamos cuando no podíamos humanamente cumplir el horario
grabábamos nuestros avances y en las próxima encuentros los revisábamos.
-También servía para vernos, saludarnos y ponernos al día, ahora sólo los escuchaba,
solo participaba si me preguntaban. Generalmente me excusaba y me retiraba,
veía con dolor como ellos compartían. Termine perdiendo mi sonrisa. fue en esas
tertulias donde me entere que varios Journal de Francia publicaron una reseña
donde La joven hermosa Condesa Rapetti, tomada de la mano de su pretendiente el
joven maestro de la Academia de América, sonreía a la cámara se oyen campanas de
bodas en Paris. Me quede fría, no levante cabeza. Oí la voz fuerte del abuelo.
Quien insistió que tomáramos un receso, pero un vendaval en pleno corazón del Pacifico
daño la comunicación y nos pusimos manos a la obra, gracias a la red satelital
cada uno en su nación a trabajar dirigiendo los grupos para proteger los
lugareños de la costa y ofrecer refugio y asistencia.
Se olvido todo lo anterior. Se olvida lo individual y trabajamos como un gran
equipo por días enteros sin descuidar nuestras responsabilidades. Aproveche la
ocasión y bloquee los contactos de los discípulos de mi abuelo, se comunicarían
conmigo como todos por video llamada aceptada y agendada por Marian. un abuelo
triste me amonestó. Pero respeto mi decisión levante el mentón y con estoicismo
ante ellos acepte el regaño. Ese fin de semana Mauro hizo un viaje relámpago a
los Andes, tuvo mala suerte, aunque era mi fin de semana libre, desde viernes
en la noche me enfile en una jornada de vacunación en la zona indígena. Solía
hacerlo ahora que tengo tanta soledad y me sobra tiempo. Ya en junio ni Mauro
ni Isnaldo me llamaban. Solo nos comunicábamos por video llamada y con
referencia a nuestros trabajos. eso era lo que no previnieron ni Mauro ni el
abuelo. Me aislé, me quede sola, pero por mucho que lo intento no logre abrir
mi corazón a él, Lo adoro es mi maestro, mi amigo, mi abuelo y hasta ese
momento mi confidente porque decidieron por mí y puede que sea una niña, pero
no tomaron en cuenta mis sentimientos. y Ahora esto. Espero que ellos nunca
sepan la verdad. Mi viejo como te necesito. Suerte que ya no me quedan
cardenales visibles y me voy para mi casa. Las temidas catástrofes del arco de
fuego del Pacífico por esta vez me favorecieron por malograr las redes
satelitales y dejarme fuera del control de la Academia.
Así termino de pasar el tiempo, mientras se cicatrizan las heridas. En las mañanas escondía
el cabello en el capuchón de un traje deportivo de invierno, truene, llueve o
relampaguee caminaba, trotaba y corría por una hora en la gran avenida. Cuidaba
su cuerpo. Ya el lunes no se veía ningún cardenal, propio de la piel sensible
porque desde pequeña le diagnosticó un médico, la barrera superficial está
debilitada, y las terminaciones nerviosas de la piel son hipersensibles, lo que
desencadena señales de dolor en respuesta a estímulos inofensivos , que también
hasta el calor, el frío y el viento pueden causar cambios bruscos de
temperatura que desencadenan la liberación de histamina, la molécula
responsable de las molestas sensaciones de ardor y picazón. Esto también
provoca que los vasos sanguíneos se dilaten, resultando en enrojecimiento y los
famosos moretones.
Se olvidó de esta condición, decidió contarle a la doctora, para que no culpe
tanto a Eduardo, es todo obra de la vida. Hoy viene para acá, como todos los
días a revisarle