Lena, una joven que siempre ha sentido que es diferente, sin saber por qué. En la noche de su vigésimo primer cumpleaños, su vida da un giro inesperado cuando descubre que es la Luna destinada del alfa de la manada más poderosa de la región, un hombre llamado Aiden, conocido por su ferocidad y liderazgo implacable.Aiden, marcado por una profecía ancestral, ha esperado años para encontrar a su Luna, la única persona capaz de calmar la bestia dentro de él y traer equilibrio a su vida. Sin embargo, Lena no está dispuesta a aceptar su destino fácilmente. Mientras lucha por comprender y aceptar el vínculo que la une a Aiden, descubre que su conexión va mucho más allá del amor: está vinculada a un oscuro secreto que podría destruirlos a ambos.En medio de luchas internas, conflictos con otras manadas, y una amenaza que podría desencadenar una guerra, Lena debe decidir si está dispuesta a aceptar la marca del Alfa y el destino que le ha sido impuesto, o seguir su propio destino
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Capítulo 10 Resistencia al Destino
El amanecer comenzó a despuntar lentamente en el horizonte, pintando el cielo de tonos naranjas y rosados.
El suave sonido de las hojas mecidas por el viento llenaba el aire, mientras un nuevo día nacía en medio de la serenidad del bosque.
Dentro de la pequeña cabaña, Lena y Aidan aún permanecían en la cama, envueltos en la calidez de su abrazo.
La noche anterior había sido una mezcla de pasión y descubrimiento, pero la mañana traía consigo una realidad que Lena no estaba preparada para enfrentar.
Aidan, sintiendo que Lena comenzaba a moverse a su lado, abrió los ojos. Sus miradas se encontraron y él le sonrió con ternura.
Había algo en esa sonrisa que hacía que el corazón de Lena latiera más rápido, pero también despertaba en ella una inquietud que no podía ignorar.
—Buenos días —murmuró él, acariciando suavemente su mejilla.
Lena sonrió débilmente en respuesta, pero su mente estaba en otro lugar, ocupada con pensamientos que habían comenzado a agolparse tan pronto como despertó.
El vínculo que habían sellado la noche anterior la unía a Aidan de una manera más profunda de lo que jamás había imaginado, pero también la hacía cuestionar todo lo que había creído hasta ese momento.
Aidan se incorporó, apoyándose en un codo para mirarla con más atención. Podía ver la preocupación en los ojos de Lena, y algo en su interior le dijo que había llegado el momento de hablar de lo que había estado guardando en su corazón.
—Lena —comenzó, su voz más sería ahora—. Hay algo que quiero pedirte.
Lena lo miró, su corazón comenzó a latir más rápido, aunque no estaba segura de si era por anticipación o por temor a lo que estaba a punto de escuchar.
—¿Qué es? —preguntó, tratando de mantener su voz firme.
Aidan tomó una respiración profunda, como si necesitara reunir fuerzas antes de continuar.
Luego, tomó las manos de Lena entre las suyas y la miró directamente a los ojos.
—Quiero que te cases conmigo.
Las palabras cayeron sobre Lena como una tormenta inesperada. Su primer instinto fue de incredulidad, como si no pudiera creer lo que acababa de escuchar.
Sintió que el aire en la habitación se volvía denso, difícil de respirar.
—¿Casarme contigo? —repitió en un susurro, como si al decirlo en voz alta pudiera darle más sentido.
Aidan asintió, su mirada nunca apartándose de la de ella.
—Sé que esto puede parecer apresurado —admitió—, pero lo que siento por ti es más fuerte de lo que puedo explicar.
Te amo, Lena, y quiero pasar el resto de mi vida contigo. Quiero que seas mi compañera, mi Luna en todos los sentidos.
Quiero que estemos juntos, no solo como Alfa y Luna, sino como marido y mujer.
Lena sintió que su corazón se aceleraba, su mente inundada de pensamientos contradictorios.
Por un lado, la propuesta de Aidan era todo lo que cualquier persona podría desear: amor, compromiso, un futuro claro. Pero, por otro lado, estaba el miedo, la duda que la había perseguido desde el momento en que descubrió su destino como Luna.
—Aidan, yo… —empezó, pero su voz se quebró. No sabía cómo expresar todo lo que estaba sintiendo en ese momento.
Aidan, sintiendo su confusión, se acercó más a ella, sus manos apretando las de Lena con más fuerza.
—Sé que es mucho para asimilar —dijo suavemente—.
Pero no tienes que decidir ahora mismo. Solo quiero que pienses en ello. Sé que hay muchas cosas que te preocupan, pero lo que siento por ti es real, Lena. Y sé que lo que tú sientes por mí también lo es.
Lena apartó la mirada, sintiendo que las lágrimas comenzaban a acumularse en sus ojos. Sabía que Aidan tenía razón; había algo entre ellos que iba más allá de la atracción física, algo que se sentía como destino.
Pero ese mismo destino era lo que la aterrorizaba. Había pasado toda su vida creyendo que tenía control sobre su propio camino, y ahora, ese control parecía haberse desvanecido.
—Tengo miedo —admitió finalmente, su voz temblando—.
Todo ha sucedido tan rápido. Hace solo unas semanas, ni siquiera sabía que existías, y ahora… ahora estoy aquí, considerando casarme contigo.
Siento que estoy perdiendo el control de mi vida, que estoy siendo arrastrada por algo que no puedo detener.
Aidan la escuchó en silencio, su corazón dolía al ver el dolor en sus ojos. Quería decirle que todo estaría bien, que él estaría a su lado para protegerla de cualquier cosa, pero sabía que esas palabras no serían suficientes para disipar sus miedos.
—Entiendo que tengas miedo, Lena —dijo con suavidad—. Y no voy a presionarte para que hagas algo con lo que no te sientas cómoda.
Pero quiero que sepas que no estás sola en esto. Estoy aquí, y siempre estaré aquí, pase lo que pase.
Lena lo miró, sus ojos se llenaron de lágrimas que finalmente cayeron por sus mejillas.
Sabía que Aidan decía la verdad, que estaba dispuesto a estar con ella, sin importar las dificultades que pudieran enfrentar.
Pero ese conocimiento no hacía que sus miedos desaparecieran.
—No sé si estoy lista para esto —dijo, su voz apenas un susurro.
Aidan asintió lentamente, sintiendo una punzada de dolor en su pecho, pero sin dejar que su decepción se reflejara en su rostro.
—Lo entiendo —respondió—. No tienes que decidir ahora. Solo quiero que sepas que no hay prisa. Podemos tomarnos todo el tiempo que necesites.
Lena asintió, sintiendo una mezcla de alivio y tristeza. Sabía que Aidan quería darle tiempo, pero también podía sentir la decepción en él, por mucho que intentara ocultarla.
—Gracias —dijo finalmente, sin saber qué más podía decir.
Aidan asintió de nuevo y, en silencio, la abrazó, sosteniéndola contra su pecho mientras ella lloraba en silencio.
El dolor de Lena se hacía eco en él, pero sabía que tenía que ser fuerte por ambos. Le dio un beso en la frente, susurrando palabras de consuelo, aunque sabía que solo el tiempo podría aliviar las dudas que la atormentaban.
Esa misma tarde, mientras el sol comenzaba a inclinarse hacia el horizonte, Aidan se encontró en su oficina, con la mirada perdida en un mapa de su territorio que colgaba de la pared. Sus pensamientos estaban lejos del mapa, sin embargo, estaban con Lena, con la incertidumbre que había visto en sus ojos esa mañana.
La idea de casarse con Lena no había sido una decisión tomada a la ligera.
Desde que la conoció, sintió una conexión que iba más allá de lo que jamás había experimentado con otra persona.
Era como si una fuerza invisible los atrajera el uno al otro, algo más allá de la simple atracción o el deseo.
Era algo que lo hacía sentir completo, como si, por primera vez, estuviera exactamente donde debía estar.
Sin embargo, también sabía que Lena no lo veía de la misma manera. La había sentido resistiéndose, luchando contra la idea de que su destino estuviera ya decidido. Y aunque él quería hacerla entender que estaban destinados a estar juntos, sabía que presionarla solo la alejaría más.
El sonido de la puerta abriéndose lo sacó de sus pensamientos. Se volvió para ver a su mejor amigo, Caleb, entrar en la oficina con una expresión seria.
—¿Qué pasa, Aidan? —preguntó Caleb, cerrando la puerta detrás de él.
Aidan suspiró y se dejó caer en la silla detrás de su escritorio, pasándose una mano por el cabello en un gesto de frustración.
—Es Lena —dijo finalmente—. Le pedí que se casara conmigo esta mañana.
Caleb levantó una ceja, sorprendido.
—¿Y qué dijo?—Dijo que no está lista. —Aidan hizo una pausa, luego añadió con amargura—.
Lo cual, honestamente, no es sorprendente. Todo ha sucedido tan rápido. Pero no puedo evitar sentir que… tal vez no quiera casarse conmigo en absoluto.
Caleb se sentó en una de las sillas frente al escritorio de Aidan, su expresión se suavizó.
—Aidan, has estado con Lena por solo por unos días. Es comprensible que esté asustada.
Tú eres su Alfa, y eso es una gran responsabilidad para cualquiera, sin mencionar que el vínculo que compartís es más fuerte que cualquier otra cosa que haya experimentado antes.
Necesita tiempo para adaptarse a todo esto.
—Lo sé —admitió Aidan—. Pero me preocupa que cuanto más tiempo pase, más difícil será para ella aceptar lo que somos.
Caleb lo miró con empatía.—Aidan, Lena es fuerte. Lo has visto tú mismo. Pero también es humana.
Necesita tiempo para procesar lo que está pasando. El hecho de que tenga miedo no significa que no quiera estar contigo.
Solo significa que necesita tiempo para aceptar lo que eso significa para ella.
Aidan asintió lentamente, sabiendo que Caleb tenía toda la razón. Sabía que tenía que ser paciente, pero no podía evitar sentirse inquieto.
te felicito x tu historia con Lena estuvo increíble q tengas muchos éxitos y sigue así ojalá nos mande la notificación de la historia de sienna a los q no nos aparece