¿Qué pasa cuando un personaje de novela antigua transmigra al mundo moderno? Esta es la divertida historia de una villana adaptándose al progreso. Es como invitar un neandertal a casa
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Doctor en apuros
El Doctor Miranda estaba observando los resultados de los test aplicados a su paciente. El test de Terman arrojó que Dalia Viamonte Castillo, no tenía ningún problema con la inteligencia general, aunque había cierto vacío en el conocimiento. Su razonamiento era fluido y poseía un adecuado desarrollo del proceso visual-espacial y la memoria de trabajo era excelente. El test de Terman-Merril reveló que la inteligencia y el Coeficiente de Inteligencia eran excepcionalmente altos, por encima de la media. El General Health Questionnaire (GHQ-28) de Goldberg, demostró que la paciente no presentaba problemas de disfunción social, ni psicosomáticos. Tampoco tenía ni ansiedad, ni depresión. En realidad parecía una persona muy resiliente.
Se frotó la frente. Esta chica era un enigma. Como psiquiatra no podía darle el alta médica, porque todavía era muy pronto para determinar si realmente había o no daño psicológico. Una semana atrás, esta paciente se había comportado en todos los sentidos como una demente. Solo había que leer el historial para darse cuenta, pero además, él fue testigo de muchos episodios en los que la joven actuaba verdaderamente como el personaje de la novela que tenía en su gaveta. Volvió a frotarse la frente.
Este caso tendría que consultarlo con otros colegas. Recordó el comportamiento de hoy. La paciente se mostraba vivaz y para nada deprimida. Desbordaba desde energía hasta proyectos de vida bien definidos y nada fantasiosos. Su lenguaje era educado y culto. No mostraba episodios de despersonalización o desrealización, incluso había bromeado con respecto a su modo de actuar anterior. En cuanto a su apariencia física era inmejorable, de hecho estaba como para comérsela. Se recriminó a sí mismo. Esa paciente lograba descolocarlo.
Una semana atrás, la vio con aquella lencería ardiente. Otra mujer en ese caso se hubiera sentido apenada o hubiese armado un escándalo, pero esta joven no. Ella lo miró como si fuera el marco de la pared, algo insignificante que no se considera ni humano y le dijo que no podía atenderlo, porque se estaba poniendo guapa para su padre. Había cogido muy desinhibida el espejo y como si estuviera correctamente vestida le dio la espalda y caminó sensualmente de vuelta hacia el baño. Decir que se había quedado asombrado fue poco. Casi hasta necesita darse una ducha helada. En aquel entonces pensó que eso era lo peor que le había sucedido con un paciente, pero se equivocó. Lo peor fue hoy.
Inicialmente, cuando sus padres salieron de la consulta, continuó con la rutina normal en estos casos, pero sucedió que él había estado haciendo apuntes para el estudio del caso y cuando levantó la vista allí estaba su paciente comiéndoselo descaradamente con la vista, sin disimulo alguno y con evidente deseo en la mirada. Él trató de mantener la compostura y ser profesional, tragó seco y se obligó a ignorar la insinuación. Continuó con su ronda de preguntas que ella respondía divertida. Era evidente quién tenía el control de la situación. Mientras él estaba tenso como cuerda de violín, la joven estaba fresca como lechuga. Para ella, él se había convertido en su nuevo entretenimiento. Usaba frases inocentes cargadas de doble sentido. No, esta mujer no estaba loca, pero sí que lo iba a volver loco a él. Suspiró frustrado.
La entrevista duró casi media hora, para ese entonces casi eran las doce. Ella se interesó por la decoración del lugar. Fue muy diplomático a la hora de responder. Ella con palabras elegantes le dio a entender que la oficina era muy fría e impersonal. Como pudo concluyó aquella consulta, todo un logro personal. Se sentía mareado con el embriagador perfume de rosas que utilizaba. No es que fuera desagradable, más bien era todo lo contrario. Aquel perfume había sido creado para seducir. El reto había sido muy alto. Cuando creyó que había ganado la partida refugiándose en los protocolos médicos que promueven la ética doctor-paciente, esa descarada le había dicho desde la puerta.
- Ah, Doctor se me olvidaba, puede decirme ¿dónde puedo localizar a Sergio?
- Claro. Ahora le apunto la información.- él le escribió los datos y le alcanzó la hoja, porque ella permaneció todo ese tiempo cerca de la puerta, sin moverse. Parecía una modelo de pasarela.
- Aquí tiene.- ella había recogido la hoja y la dobló con cuidado, luego la guardó en una cartera. Miró todo el entorno ya cuando abandonaba la consulta y dijo:
- Sabe Doctor dan ganas de desordenarle un poco la vida. Relájese que yo no lo he mordido todavía.- y se fue con una sonrisa traviesa al encuentro de sus padres.
Tanto en ese momento como ahora, no sabía cómo tomar esas palabras. Volvió a frotarse la frente y así lo encontró un colega en la cafetería.
- ¿Mañana difícil?
- En más de un sentido.
- Quieres compartir conmigo. He tenido una mañana de lo más aburrida. Solo atendiendo a una adolescente con ganas de llamar la atención. Te juro hermano que en mi vida, había visto una chica con más pircings y no hablemos de los tatuajes. Tenía el pelo al punk de color anaranjado chillón. ¿Puedes creerlo? Y sus padres, tendrías que haberlos visto. Casi los remito a los tres a un sanatorio para ser internados; pero lamentablemente por inmadurez no se puede declarar a alguien mentalmente inestable.
- Pues yo con gusto te cambio a mi paciente por la tuya.- dijo Alberto Miranda a su colega y lo decía en serio.
- ¿Y quién es esa paciente tan talentosa que ha logrado sacarte de tus casillas?
- La chica del rescate. Es una pesadilla.
- ¿Cuál la loca del espejo y la tele? ¿La del padre yo te compro el mundo?
- Esa misma.
- No hay trato. Me quedo con mi adolescente rebelde. Suerte con eso hermano. Ahora entiendo. Por eso es que ayer sacaste todas las cosas de tu oficina. Claro a ver y si se le antojaba una maceta, la alfombra o cualquier otra cosa. - le palmeó la espalda y se fue riendo con ganas.
Alberto nunca tomaba cuando estaba de servicio, pero hoy hizo una excepción. Se paró de la mesa y fue a por una cerveza. La necesitaba.
En otra parte de la ciudad un costoso auto de lujo llegaba ante la Sub-Estacion Sur Adalberto Castillo Avendaño. El heroico cuerpo de Bomberos del Gobierno de Oaxaca. De aquel auto se bajaron tres personas y se encaminaron al interior del edificio. Solicitaron ser atendidos por el Subinspector Sergio Martínez. El suboficial de guardia los pasó a la oficina del Primer superintendente. Una vez allí, el desconcertado hombre conoció el motivo por el que uno de los suyos era requerido. Resulta que estas personas eran, la chica rescatada del accidente y sus padres que la acompañaban. El hombre entendió los motivos y pidió al suboficial que acompañara a la joven a ver al Subinspector que debía estar en su horario de descanso. Los padres de la chica se quedaron haciendo un generoso cheque a modo de agradecimiento y conversaban de las condiciones de vida del personal allí en la estación.
Dalia caminaba por los pasillos con pasos firmes y elegante, ajena a las miradas de admiración que provocaba su presencia. Sergio estaba despatarrado en la litera de abajo. Jugaba en su móvil una carrera de carros, contra el compañero de la litera de arriba. Iba batiendo record y ya casi llegaba a la línea de meta dejándole una buena raya, cuando de pronto delante de él apareció aquella diva. Perdió la carrera a segundos de llegar a la meta y no le pudo importar menos.
- Buenas tardes, podemos hablar un momento a solas.- dijo la muchacha.
- Claro.- respondió él. Claro que podía, correr, volar, saltar lo que ella pidiera. No todos los días venía a buscarlo una chica de portada de revista.- Arriba simios fuera ya oyeron a la dama. Largo.- los demás salieron no sin una o dos bromas subidas de tono y miradas que lo decían todo. Dalia los ignoró como a moscas. Su mirada estaba concentrada en cierto pecho ancho y bronceado y unos abdominales como la tableta de chocolate que tenía en su bolso. Se le hizo la boca agua. Cuando en la habitación no quedó más que ellos, Sergio se puso inmediatamente un pulóver, pidiendo disculpas a la joven. Ella en cambio pensó que era una lástima ocultar bajo la tela semejante perfección humana.
- Bien usted dirá señorita.
- Es que no me reconoce. Me siento decepcionada.
- Disculpe por eso, pero ¿nos conocemos?
Dalia decidió ser juguetona y como castigo por no recordarle desde el inicio, le iba a hacer pasar un mal rato.
- Claro. ¿Qué mala memoria la suya? Vamos a tener un hijo y usted no me recuerda.
Sergio se quedó fuera de onda. Se puso a repasar en su mente y de verdad o estaba loco o estaba borracho. Aquella preciosura decía que él la había embarazado, pero como no fuera por redes no sabe cómo podría ser eso. Ella era su tipo y no hubiera dudado en llevarla a la cama o a la luna si se lo pedía. Para nada era un santo, pero no tenía alzheimer todavía.
- A ver preciosa. ¿Recuérdame exactamente cómo es que nos conocimos?
- En un elevador. Eso fue muy intenso.- Dalia tenía una sonrisa traviesa en la cara viendo el desconcierto del joven, pero este cayó en la cuenta y pareció reconocerla. Se rió con ganas está chica sí que le había sacado un buen susto.
- Es usted una bromista. Casi me provoca un infarto. Me alegra verla bien. ¿A qué debo el honor de su visita?
- Bueno le quita usted la diversión a la broma. ¡Qué se le puede hacer! Pongámonos en modo serio entonces. He venido a cumplir mi palabra y a agradecerle en persona por salvarme la vida. Mis padres ahora están hablando con su superior, pero yo he querido venir a verle en persona y entregarle este presente. Espero le guste.
- No tenía porque molestarse, pero agradezco el detalle.
- Bueno me marcho, le he dejado mi número. Espero volver a vernos algún día y pueda yo devolverle el favor.- ella se giró y se fue sin mirar atrás. En la habitación todavía flotaba el erótico aroma de las rosas. Él aspiró profundo. ¡Oh, claro que la llamaría! Esa mujer era puro fuego y él era especialista en controlarlo.
de raros como su amiga que a pesar
de todo va por su meta de acostarse con Mario le gusta
los villanos será que ella se lo quede lo amarre?