Ekrem Latouff es un hombre que ha alcanzado todo lo que se ha propuesto en la vida, tiene control total en cada una de sus acciones, menos en sus sentimientos. Ama profundamente a la única mujer que moralmente, no debería amar.
Una marcada diferencia de edad y un parentesco no consanguíneo los separa.
¿Podrá Ekrem Latouff enfrentar los prejuicios y conquistar a Sophie Klein quien está ajena a esos sentimientos?
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Diez
^^^"Si el corazón se aburre de querer ¿para qué sirve?"^^^
^^^Mario Benedetti^^^
La rabia y los celos consumen a Samantha, tanto así, que el dolor que siente es mínimo en comparación. Mientras se limpia la sangre que brota de su nariz, sus pensamientos van hacia su próxima jugada, no ha pasado tanto tiempo detrás de ese hombre, para rendirse tan fácil.
-Directora Soria, la asistente del señor Latouff solicita hablar con usted - Se tensa pensando en que tal vez Sophie lo puso sobre aviso, luego desechó ese pensamiento debido a que el incedente apenas acaba de ocurrir.
-Haz que pase- la asistente se retira asintiendo.
-Disculpe que me encuentre así, una pasante inconforme con su evaluación perdió los estribos y arremetió contra mí.- quiere parecer lamentable pero aunque Rina se sorprende al ver su nariz tan inflamada, no manifiesta ninguna reacción.
-No se preocupe, sólo trate de ir al médico, puede perder la rinoplastia- responde la asistente de Ekrem con burla, ya que nunca ha sido de su agrado.
Samantha intenta hablar, Rina levanta su mano para que calle.
-Solo estoy aquí para transmitir un mensaje del señor Latouff- la mira de forma severa, sin dejar de verla a los ojos -nunca, bajo ningún concepto intente hacerle daño a la señorita Klein si quiere que su carrera siga su curso.- La mujer abre los ojos y la boca, sorprendida.
-¿Me está amenazado por esa insignificante niña?- dice visiblemente alterada.
-A estás alturas debe entender que nunca ha tenido una oportunidad con el señor y si es inteligente, pudo darse cuenta que no existe nadie más importante para él que Sophie Klein.- sentencia.
-Es una niña sin chiste, si la prensa se entera lo destrozaran, además es su sobrina, todo esto es asqueroso- responde ofuscada, negando repetidas veces con la cabeza -¿acaso tan poco aprecio le tienes a tu jefe?- .
-Ésto no es una cosa de afecto por mi jefe, si la prensa especula, eso no es su problema,- le señala con el dedo índice -pero le queda muy feo a su edad andar como una colegiala, persiguiendo a un hombre, que no le da ni la hora; quiérase un poco y con respecto a la señorita, personalmente puedo decirle que es diez mil veces mejor y más mujer que usted- gira hacia la puerta y antes de salir se detiene para advertirle -grábese esto ¡Sophie Klein es intocable señorita Soria!.
El odio se apodera de ella, enceguecida y sin medir consecuencias decide adelantar sus planes, tomando su teléfono marca el número de John.
-Pon en marcha el plan a partir de este momento- solo eso dice y corta la llamada.
Está decidida no solamente a separla del hombre que ella quiere, siente la necesidad imperiosa de desaparecerla y así destruir a Ekrem Latouff. Ese amor obsesivo acaba de transformarse en unos deseos ardientes de verlo sufrir.
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Ekrem empieza a impacientarse, desde que recibió la información de parte de su asistente, trata de comunicarse con Sophie y no atiende sus llamadas, no tiene idea de dónde buscarla, tampoco tiene el número de Pascale, si le pregunta a su hermana la alertaría, así que recurre a su sobrino.
-Tranquilo tío, Dina conseguirá el número.- responde Elliot al enterarse de la situación.
Después de caminar un rato sin rumbo, tratando de calmarse Sophie entra a un café, no puede permitirse ser débil, Ekrem necesita una mujer fuerte a su lado y está dispuesta a sacar las garras por él. Aún falta desafiar a la familia y a pesar del miedo recuerda las palabras de su hermano de corazón "lucha y no desfallezcas, yo estoy a tu lado". Asintiendo ante ese pensamiento, revisa su teléfono y ve las innumerables llamadas perdidas entonces llama.
Al primer timbre responde. -Sophie amor, ¿dónde estás?- escucha decir a Ekrem. Una sonrisa se dibuja en su rostro y su corazón se acelera.
-Ya veo que te enteraste de lo que pasó.
-¿Dónde estás?- pregunta nuevamente impaciente.
La chica indica la dirección a su novio y pide un té mientras lo espera, diez minutos bastaron, para que en las afueras del modesto local, un sedan negro estacionara seguido de dos autos blindados, sin esperar que le abran la puerta, el empresario baja adentrándose inmediatamente al establecimiento, haciendo un recorrido con la vista al fin ve a la chica y se apresura a ir a su encuentro, ella al estar pendiente a la entrada de enseguida lo ve. Ver a tan elegante figura entrar al lugar llamó la atención de los presentes, pese a esto, todo desapareció a su alrededor, tira de su mano levantándola del asiento y la estrecha en sus brazos como si recién encontrará el tesoro más valioso en su vida. Toma su rostro en sus manos y examina que esté bien, logra ver señales de haber estado llorando, concentra su atención a ella y sus ojos hablan a gritos de sus sentimientos.
Sophie siente como si el tiempo se detuviese, su corazón late desbocado y solo puede enfocarse en esos ojos profundos que la miran llenos de dulzura.
No faltó quien suspirara ante esa escena, una hermosa pareja declaraba ante todos su amor, sin decir una sola palabra.
Ella es consciente del lugar donde están, sonrojada toma la mano de Ekrem y salen rápidamente de allí, suben al vehículo y emprenden camino a la mansión del CEO.
Dentro del café se encontraba el hombre encargado por John de seguir a la chica, sorprendido al darse cuenta a quien atacarán. Lo llama de inmediato, la tarifa aumenta porque los riesgos son mayores, no es cualquier joven rica, es nada más y nada menos que la mujer del hombre más importante de Luxemburgo, a quien deben secuestrar.
En el asiento trasero del sedán Sophie se siente protegida y fuerte en los brazos de Ekrem, una vez relata todo la mirada del magnate se oscurece y besando su cabeza le dice, -todo va a estar bien, me encargaré de esto.
- No amor, déjalo así, no vale la pena- responde la chica con dulzura, pero el hombre solo escucha la nueva forma en que por primera vez lo llamó. Se separa un poco de su cuerpo para mirarla fijamente.
-¿Cómo me llamaste?- pregunta con los ojos brillantes y su corazón rebozante de felicidad. Había sufrido bastante tiempo amando en secreto, luchó contra sus propias convicciones, se sintió derrotado, se resignó a ser una sombra en la vida de ella y decidió pelear por sus sentimientos, ahora cada avance de ella hacia él, lo tomaba como el premio por haber esperado a que ella creciera.