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Astillas De Alma

Astillas De Alma

Status: En proceso
Genre:Escuela / Acción / Romance / Posesivo
Popularitas:638
Nilai: 5
nombre de autor: Mary Dalia Lilith Kruger Lanchestter

Laebe siempre supo que el mundo no estaba hecho para alguien como ella. Pequeña, frágil y silenciada, aprendió a soportar el dolor en la oscuridad, entre susurros de burlas y manos que la empujaban al abismo. En un prestigioso Instituto Académico, su existencia solo servía como entretenimiento cruel para aquellos que se creían intocables.

Pero el silencio no dura para siempre. Cuando la verdad sale a la luz, el equilibrio de poder se rompe y los monstruos que antes gobernaban con impunidad se enfrentan a sus propios demonios. Entre el caos y la redención, Laebe encuentra en una promesa inquebrantable, un faro de protección y en su propia alma una fuerza que nunca supo que tenía para enfrentar los obstáculos que le impuso la vida.

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Esta historia contiene temáticas sensibles como abuso sexual, violencia, acoso, drogas y trauma psicológico. No es apta para todos los lectores, ya que aborda situaciones crudas y perturbadoras. Se recomienda discreción.

NovelToon tiene autorización de Mary Dalia Lilith Kruger Lanchestter para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 23.

Laebe sintió su estómago retorcerse. Las imágenes cambiaron. Ahora mostraban el instituto.

No podía creerlo.

—…"Exalumnos han empezado a denunciar públicamente que no es la primera vez que suceden estos abusos. Sin embargo, el caso de Laebe ha sido el más grave registrado hasta ahora, por lo cual se espera la intervención de las autoridades correspondientes"…—

Su nombre estaba en todas partes.

Las redes sociales, los titulares, las conversaciones de millones de personas. Todos hablaban de ella. Pero lo peor no fue eso, Laebe se sentía avergonzada, devastada, sintió que el aire le faltaba.

—…"Se cree que el instituto ha encubierto casos de acoso durante años, gracias a la influencia de las familias ricas que lo controlan"…— Las imágenes volvieron a cambiar.

Laebe sintió una presión en el pecho.

El mundo entero estaba viendo la verdad. Por primera vez, todo salía a la luz. Pero... No se sentía bien con eso, sentía vergüenza de que todos ahora estuvieran enterados de todo.

El control remoto resbaló de sus manos, justo cuando Kael lo había tomado. Apagó el televisor y se quedó junto a ella.

— Todo estará bien. . . Ya lo verás. — Acaricio su cabeza y después se inclino hasta besarle la sien, no le gustaba verla tan decaída. — Vamos a comer.—...

Laebe ya no quiso seguir viendo el televisor, fue directo a su habitación dónde se puso en su escritorio. Al no tener celular, su correo era la única comunicación que tenía con la escuela.

Apenas ingreso al correo, pudo ver las decenas de correos que habían llegado. Todos, citaban a Laebe a una reunión. En los primeros mensajes eran amables, buscando hablar con ella y llegar a acuerdos para remediar el triste abuso que vivió. En otros ya se tornaban más agresivos y exigían verla.

Se sentía cada vez más pequeña ante esa situación, primero, Kael reveló todo de golpe, después las grabaciones se hicieron virales. De alguna forma, eso motivo a la gente a hacer justicia, pero... Había sufrido tanto abuso, que creía que seguramente la justicia jamás llegaría.

— Deberías dejar de ver eso.— Dijo Kael al entrar en la habitación, teniendo en manos un vaso que puso junto a ella y después unas pastillas.

— Me duele. . . — Susurró Laebe, sus lágrimas saliendo de inmediato. Kael entendía que no se trataba de un dolor físico, sino el causado por la vergüenza y la humillación que sentía.

Kael se inclino junto a ella y con cuidado la abrazo, beso su mejilla suavemente antes de tomarla del mentón y hacerla levantar la cabeza.

— Frente en alto chiquita. No dejes que esto te supere. Te hicieron daño, si. . . Pero ya no estás sola. Me tienes a mí. Nadie te hará daño de nuevo, estarás, feliz. Así que no dejes que sus palabras te afecten. . . Se que no puedes olvidar tan fácil, pero. . . No dejaré que vuelvas a agachar la cabeza.— Le dijo con suma firmeza, Laebe miro los ojos de Kael, notando ese brillo especial que a ella la hacía sentir tan segura. Ella asintió y después lo abrazo con cuidado.

Sus brazos rodearon su cuello y se tumbó junto a él. Kael busco animarla así que fingió que aquello fue mucho y cayó al suelo de espaldas.

— Ugh, has recuperado mucha fuerza. Parece que a este paso el que no aguantará soy yo.— Dijo acariciando su espalda. Ella se rió y el la envolvió con suavidad. No dejaría, que se vuelva a decaer...

Al pasar algunas horas, Laebe estaba más tranquila. Kael se había decidido a no salir esa noche para acompañarla.

Habían estado viendo películas hasta que cayó la noche, pero Laebe se quedó dormida en sus brazos. El veía el resto de la película mientras comía palomitas. Un mensaje lo hizo tener que levantarse.

Se movió con cuidado hasta dejar a Laebe acostada cómodamente sobre el sofá, cubierta con una manta y con su cabeza sobre una almohada. El respondió el mensaje, para después ponerse tenis y salir del departamento.

Esperaba no tardar mucho, así que no le aviso a Laebe. De todos modos, tenía bien contemplada su seguridad, al salir del edificio, uno de los suyos entro y fue hasta el piso de Laebe, quedándose afuera de la puerta a cuidar...

Kael encendió el motor de su moto y se perdió en la oscuridad de la ciudad, conduciendo con precisión hacia su destino. Las luces parpadeaban a su alrededor mientras la velocidad lo envolvía en un letargo casi hipnótico. Pero su mente estaba despierta.

Al llegar al edificio donde se reunía con su gente, estacionó la motocicleta y entró sin dudarlo. Dentro, el aire era denso, cargado con el olor a tabaco y gasolina. Un par de hombres lo saludaron con un leve movimiento de cabeza, pero nadie se atrevió a interrumpirlo.

Ermes lo esperaba dentro, apoyado contra la mesa con un sobre grueso en la mano. Sin decir una palabra, se lo extendió. Kael lo tomó y comenzó a sacar las fotografías una por una.

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Primero, Grace. Ermes la había capturado en una calle iluminada con luces de neón, riendo con un cigarrillo entre los dedos. Su expresión de superioridad era evidente, ajena a la sombra que la observaba desde la distancia.

Luego, Amaris. La cámara la había atrapado en el baño de un club, con la mirada perdida y las pupilas dilatadas. Una chica ruda, envuelta en el caos de sus propios vicios.

Después, Aron y Carlos. Eran inseparables, como dos depredadores acechando a su siguiente presa. Se encontraban en la terraza de un restaurante caro, riendo con arrogancia, ignorantes del lente que los vigilaba.

Luego, Ángel. Su imagen mostraba a un joven rubio y atractivo, con una sonrisa que escondía algo oscuro. Estaba rodeado de mujeres, disfrutando de la atención como si el mundo le perteneciera.

Por último, Nicolle. Ermes la había capturado en un callejón, en una conversación con un par de hombres que no pertenecían a su círculo habitual. Se veía confiada, pero había algo en su postura que delataba que estaba haciendo movimientos peligrosos.

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Kael dejó caer las fotos sobre la mesa y exhaló lentamente. Su mirada se oscureció mientras repasaba la información.

— Empezaremos con unas presas sencillas.— Dijo con voz firme. Alrededor, todo su grupo comenzó a reunirse, esperando la orden.

Kael tomo las fotos de Aron y Carlos y la levantó para que todos la vieran. El primero tomo la foto y comenzaron a pasarse la foto para memorizar a quienes debían de casar. — Capturen a estas dos escorias, encarguense de mantenerlos. . . Felices, hasta que yo venga a verlos.— Dijo con sarcasmo, una clara ironía a lo que de verdad les harían.

— Traigamos a las princesas, jaja.— Dijo Nathan junto a algunos de ellos.

— Deberíamos prepararles la mesa para la fiesta del té, JAJA.— Mencionó otro de ellos.

Kael sonrió al oir esos comentarios, se puso de pie y tomó su chaqueta para salir del edificio. Condujo de regreso a casa sin prisa, dejando que el rugido del motor llenara el silencio de la noche.

Miraba la hora, era justo a tiempo para atender a Laebe con sus dosis de la noche.

Al llegar, apagó la motocicleta y entró en el departamento con cuidado.

Laebe seguía en el sillón donde él la había dejado, acurrucada en su propio mundo. Su respiración era tranquila, y su rostro reflejaba una paz que no había sentido en mucho tiempo.

Kael se acercó y, con una suavidad que contrastaba con su naturaleza, la levantó en brazos. Su cuerpo era liviano, frágil en comparación con el suyo, pero ella era su fuerza, su razón.

La llevó hasta la cama, la acomodó con cuidado y levantó su blusón hasta revelar la piel de su muslo. Fue rápidamente a lavarse las manos y al volver saco la caja con medicina.

Saco de allí un frasco y las inyecciones y con cuidado de no despertarla, la inyectó con cuidado. Laebe soltó un quejido ahogado y se movió un poco, pero Kael la sostuvo con firmeza para evitar que eso la lastime.

Una vez la inyectó, tomo un gotero y se acercó a su rostro. Con sumo cuidado la tomo del mentón y le abrió la boca, lo suficiente para que unas gotas de la medicina caigan sobre su lengua. Ella se noto disgustada por el sabor de la medicina, e inconscientemente trato de cerrar la boca, pero él la mantuvo abierta.

Una vez le dió la dosis, cuido que no escupiera y después la acomodo de nuevo. La arropó con las mantas y soltando un suspiro se sentó a su lado, observándola por unos segundos antes de inclinarse para acariciar su rostro con la yema de los dedos.

—Descansa, pequeña — Susurró, besando su cabello con ternura.

Se quedó allí, velando su sueño, mientras la ciudad seguía su curso en la distancia...

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Dira Alina
¡Necesito saber qué pasa después! Por favor, no tardes en actualizar. 🙏
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