Tras perder a su padre y su madre terminar con graves lesiones, Violeta se ve obligada a conseguir mucho dinero para salvarla. Es entonces que logra un trato con el CEO para ser su esposa por un año. Las cosas parecen sencillas hasta que él empieza a preguntarse por qué debe dejarla ir ahora que tiene lo que deseó por tanto tiempo. Sin embargo, el pasado regresa para poner a prueba su matrimonio.
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Puedo más de lo que crees
Capítulo Diez
José Ignacio se había pasado de listo. No podía ser que me dejara en la boca del lobo y solo se sentara a desayunar. Su madre se había dado cuenta de que algo me pasaba cuando entré al comedor. No intentaba avergonzarme al mirarlo, pero había tenido su cosa en mi mano. Era normal que no pudiera hacerlo aún. ¿Verdad? Aun así, tuve que pensar en una excusa vergonzosa que no hiciera sospechar a la madre de Ignacio. En ese momento recordé a mi padre contar una anécdota en casa, algo que hacía que mamá se avergonzara mucho.
—Hija, te diré como saber que estás en confianza con una mujer. Cuando estás liberan los gases delante de ti —decía mi padre e inmediatamente mi madre se iba de esa habitación.
Si bien era algo muy vergonzoso, no se comparaba con lo otro, ya que revelaba la falta de confianza que ambos teníamos actualmente. Si él y yo tuviéramos relaciones íntimas, supongo que yo no me avergonzaría por tocarlo ahí. Así que usé esa excusa con la madre de Ignacio. La mujer me miró por un momento y luego sonrió.
—Tranquila querida. Eso es lo más normal del mundo. Debe ser la comida de anoche, ya que a mí me pasó lo mismo —dijo como si nada mientras que Ignacio nos miraba—. Hijo, debería darte vergüenza por reírte de tu esposa.
Ignacio pareció sorprendido, no tenía idea de lo que yo le había dicho a su madre. Lo miré y sonreí como lo haría el Grinch tras maquinar un plan que consideraba malvado. Por un instante se me fue la vergüenza. Me sentí feliz al saber que yo había sido capaz de superarme a mí misma, en esto de ser una falsa esposa y que los demás no lo notaran.
—¿Qué te parece si te olvidas de eso y salimos de compras hoy? —dijo mi suegra de manera orgullosa.
—Madre, deja de acaparar a mi esposa. Recuerda que mi padre vino esta semana a hacerse cargo de la empresa para que ella y yo podamos tener tiempo a solas —dijo Ignacio con cierto resentimiento.
—A veces te olvidas que soy tu madre y me tratas como a uno de tus empleados —la mujer no se quedaba atrás cuando hablaba con él.
—Y tú te olvidas que elegiste a esta mujer para que sea mi esposa y no tu amiga —dijo él, sosteniendo mi brazo y obligándome a ponerme de pie—. Ahora si nos permiten; Violeta y yo vamos a salir juntos por un rato.
Después de decir eso me obligó a seguirlo hasta fuera de la mansión. No hice nada hasta que nos alejamos un poco y cuando no había nadie cerca le pregunté qué era lo que le ocurría.
—Debemos ir al hospital para el parte médico de tu madre y tenemos una cita con el ginecólogo para hablar sobre el embarazo —me recordó.
—Entiendo —ahora que estábamos solos no me sentía tan poderosa. Me daba miedo que me preguntara que fue lo que le dije a su madre. Ya que no quería tener que decírselo, pero era mi obligación hacerlo.
Aun así, no lo hizo y solo se dedicó a responder mensajes como siempre. Miré por la ventanilla todo el camino. Esperaba que mamá estuviera mejor. Aunque no había pasado mucho de su cirugía.
De pronto mi estómago empezó a hacer ruido, era ridículo, tenía tanta hambre que ya hasta este se quejaba. Ignacio me preguntó por qué no había comido algo.
—Porque tú me sacaste corriendo de la casa —le aseguré con algo de hostilidad. ¿No se había dado cuenta que casi tuve que salir con la cuchara en la boca?
—Entonces lo mejor será que Mario nos lleves a un café, no quiero que mi esposa me devore en el coche —dijo él burlándose de mí con el chofer.
—Tranquilo —dije para luego susurrar mirando en dirección a la ventanilla—. No te comería, aunque fueras el último pedazo de carne sobre la faz de la tierra.
—Tal vez no me comas, pero disfrutaste tocándome —me susurró él a mí en la oreja.
—¿Por qué debes decir esas cosas? —le pregunté avergonzada y abatida, mientras golpeaba su pecho; él me abrazó y sonrió.
—Es la única manera en la que consigo que te acerques a mí. Se supone que eres mi esposa. Deberías ser más cariñosa conmigo —dijo como si me estuviera haciendo un reclamo.
—Busca otro método —dije escéptica mientras seguía siendo abrazada por él. Su perfume olía rico al igual que su piel. Nunca había estado tanto tiempo en los brazos de alguien para poder apreciar eso. Esta mañana también lo había sentido al despertar.
—Prefiero ir a ver a mi madre primero. No quiero que se pase el horario del informe médico —le aseguré y me aparté de él.
—Está bien, haremos lo que mi esposa pide, Mario —dijo él al conductor.
—Sí, señor, cómo usted diga —respondió.
Mario era un hombre joven y según me había dicho su padre fue el chofer del padre de Ignacio por muchos años. Era como una tradición familiar. Aunque la paga era buena, él parecía querer seguir estudiando, pero no conseguía otro empleo de menos horas que lo ayudara a mantener a su familia. Por un instante me pregunté si debería interceder con Ignacio por él. Sin embargo, ahora que era su esposa, yo también había tenido que dejar mis estudios.
Llegamos y no había nadie, Ignacio fue a buscar a una enfermera y ella misma llamó al médico para que nos recibiera. El parte de mi madre fue igual que el del día anterior. Lo que me dejó algo triste. Esperaba que ella despertara, pero al parecer era mejor que estuviera así para que no sintiera dolor.
Al salir del sector de terapia pasamos por la sala de parto y logré escuchar a una mujer gritar. ¿Tan doloroso era dar a luz? Ignacio empezó a hablar de trivialidades y supe que él solo buscaba distraerme para que yo no pensara en eso, debo reconocer que me pareció algo tierno de su parte.
Autora: Osaku
Pero que a caso el señor De La Torre no se a dado cuenta que la chica no es su anterior esposa? O se niega hacerlo? 🤔🤔