Dos mundos, dos almas, un destino entrelazado a través de los siglos. En esta historia de fantasía atemporal, un eco del pasado resuena en el presente, uniendo realidades paralelas. Nuestros personajes principales se encontrarán atrapados en un círculo lleno de romance prohibido, misterio, rivalidades familiares y secretos milenarios que convergen en una trama donde sus vidas se conectan de forma inesperada e inquebrantable. Encuentros emotivos, contrastes entre inocencia y sorpresa, darán intesidad, capturando la magía de cada momento. Mientras una profecía ancestral juega alterando el curso de la historia, viejos lazos, nuevos misterios, deberán navegar entre el amor y la sed de venganza que amenaza con consumirlos para decidir si su conexión perdurará por siempre o se desvanecerá en el tiempo
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Capítulo 13… La confusión entre Épocas
El parque de la ciudad era un oasis en medio del bullicio. El lago, con su agua cristalina, y el pequeño bosque a su alrededor le ofrecían la calma que tanto anhelaba. Valentina se sentó en un banco de madera, cerró los ojos e inhaló el aire fresco, tratando de ahuyentar el dolor de cabeza. Por un momento, sintió una paz que no experimentaba desde hace días.
Mientras estaba allí, un sentimiento familiar la invadió. Era el mismo que sentía en sus sueños, esa conexión con la naturaleza que le daba tranquilidad. Abrió los ojos y observó su reflejo en el agua. Por un instante, su rostro parecía transformarse. El cabello negro se le hizo rubio, y sus ojos, en lugar de ser marrones, se volvieron de un brillante color ámbar. El reflejo de la niña del sueño la miró por un momento, sonriendo, antes de que su imagen volviera a la normalidad.
Un escalofrío le recorrió la espalda. Ya no era una simple pesadilla. Valentina se levantó, asustada, y se alejó del lago, sin entender lo que había visto. Corrió sin mirar atrás, buscando el refugio de su apartamento, pero un pensamiento la asaltó:
_"¿Y si no estoy soñando?"_
Valentina corría de regreso a su apartamento, el miedo y el agotamiento invadiendo su corazón. Al llegar a su edificio presionó el botón del ascensor. Miró a su alrededor, tratando de calmarse.
Ya más tranquila, esperó a su amiga Estefany para cenar. Decidió no mencionar lo ocurrido en el parque, su mente aún estaba confundida. Deseaba que llegara un nuevo día y esperaba que el sueño nocturno la ayudara a calmarse.
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Mientras tanto, en el mundo antiguo, en Sargón, dos personas se encontraban en un lugar oculto de las sombras. El medallón que Alexander le había dado a Theodor brillaba con una luz ambarina, y un portal se abrió frente a ellos, mostrando una imagen de un lago, que se interponía al lugar desolado donde estaban ellos. Habían estado siguiendo la luz del medallón por años, buscando a la princesa. Con la guerra consumiendo su reino, su única esperanza era cumplir la promesa de Alexander y traerla de vuelta. Sin embargo alguien estaba decidido a vengarse por la muerte de Alexander y la destrucción de su reino. Theodor, por su parte, solo quería proteger a la princesa, tal como le había prometido a su amigo.
Cuando el portal se abrió, el medallón en manos de Theodor se iluminó, y ambos lo cruzaron. Aparecieron en el bosque, dentro del lago que no eran tan profundo. El portal se cerró detrás de ellos, dejando solo una sutil bruma. Miraron a su alrededor, sorprendidos por el extraño mundo en el que se encontraban. Los árboles y las plantas eran distintos, y el aire olía diferente. ¿A donde habían llegado?, ¿Que era este lugar tan diferente? El agua cubría la mitad de sus cuerpos, sus ropa y calzados estaban mojados.
De pronto, vieron a una persona acercándose, luego a varias más. Los dos hombres se miraron, confundidos. Había muchas personas que vestían de forma extraña. El rubio y alto que acompañaba a Theodor frunció el ceño, pensando que el medallón había fallado. Theodor, sin embargo, sintió una punzada de esperanza.
Dieron unos pasos hasta llegar a un lugar seco, el frío estaba calando y la humedad de sus ropas no les beneficiaba en absoluto. Por sus ropas diferentes la vista de las personas se desviaba con curiosidad hacía ellos, haciéndolos sentir extraños con cada paso que daban.
El rubio fulminó con la mirada a algunos transeúntes que los observaban con demasiada atención, pensando para sí: _¿Acaso nunca han visto a un hombre?_