chicas no me maten, pero necesito publicarla o se me va a ir la idea
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capítulo 17
En el restaurante de Vivían, los trabajadores ya habían comenzado con las refacciones, gracias a que Nikolai se encargó de inmediato de contratar al personal necesario para iniciar los preparativos.
Mientras tanto, Vivían se encontraba en el centro comercial comprando algunos muebles cuando sintió un leve mareo que la obligó a sujetarse de uno de los aparadores cercanos. Antes de perder la conciencia, escuchó la voz de alguien familiar a sus espaldas.
—¿Señorita, se encuentra bien?
Giró en su dirección, y apenas alcanzó a pronunciar un nombre antes de desmayarse.
—¿Andrei...?
Él logró sujetarla antes de que cayera al suelo y, cargándola en brazos, comenzó a caminar con ella hacia la salida. Los hombres de seguridad de Vivían se acercaron rápidamente, pero la voz de Iván detuvo cualquier intervención.
—¿Señor, qué sucedió?
—No lo sé, simplemente se desmayó. Vamos al hospital... ¡Ahora!
La voz firme y autoritaria de Andrei bastó para que todos subieran a sus autos y se dirigieran al hospital más cercano.
Al llegar, volvió a cargar a Vivían e ingresó a la guardia.
—¡Un médico! ¡Rápido!
Un doctor se acercó con una camilla y, llevándosela hacia la sala de observación, preguntó:
—¿Qué le pasó?
—No lo sé, se desmayó frente a mis ojos. Revísela...
—Primero necesito hacerle algunas preguntas. ¿Es usted familiar de la paciente?
Frunciendo el ceño y mirando a Vivían, respondió:
—Soy amigo de la familia...
—Necesito que contacte a algún familiar. Debo saber si la señorita está embarazada o si tiene alguna enfermedad preexistente...
—Ella no está embarazada.
Iván, al ver la molestia de su jefe, se adelantó:
—Doctor, soy el guardaespaldas de la señorita Vitale. Ya contacté a su familia. Además, le puedo asegurar que no está embarazada ni tiene ninguna enfermedad de la que su familia tenga conocimiento. Por favor, deje de perder el tiempo y revísela.
El médico asintió y, al ingresar con Vivían a la sala de revisión, Andrei murmuró:
—¿Estás seguro de que no hay posibilidad de que...?
—Señor, la señorita Vivían no sale con nadie. En los años que llevo a su lado, jamás le he conocido pareja. Apenas sale, probablemente solo esté cansada. Últimamente no ha estado comiendo bien.
Andrei guardó silencio y se quedó esperando, observando con preocupación.
En la sala de observación, Vivían despertó lentamente. Al notar dónde estaba, intentó incorporarse, pero una enfermera intervino.
—Señorita, por favor, despacio. Aún puede sentirse algo mareada. El médico ya viene a atenderla.
—No, tengo que irme de aquí...
—No hay que tomar tan a la ligera un desmayo. Le haremos algunos exámenes para saber si fue por cansancio o si hay otra causa...
La enfermera le tocó el hombro para ayudarla a recostarse, pero Vivían apartó su mano.
—Sé perfectamente lo que tengo. Agradezco su atención, pero debo irme. No necesito otro diagnóstico.
Se levantó de la camilla, se puso los zapatos y se dirigió a la salida, mientras la enfermera aún intentaba detenerla.
—Señor, dígale a la señorita que aún debemos hacerle exámenes. No puede irse así...
Vivían se giró furiosa.
—Ya le dije que no tengo nada. Ahora, si me disculpa, tengo asuntos que atender.
Buscó a Iván con la mirada.
—Iván, vámonos de aquí.
Él abrió los ojos sorprendido, pues jamás la había visto tan enojada, y simplemente asintió.
Andrei se acercó.
—¿Vivían, qué sucede?
—¿Tú me trajiste aquí?
Ante su mirada de reproche, él asintió. Ella añadió:
—No debiste hacerlo. Que seas amigo de mi hermano no te hace mi amigo. La próxima vez, no te acerques a mí.
Estaba por irse cuando vio a Vladímir acercarse. Miró a Iván con enojo y, sin decir nada, se dirigió hacia su hermano.
—Hermana... ¿Qué sucedió? ¿Por qué estás aquí? ¿Estás bien?
Vladímir notó la presencia de Andrei detrás de ella.
—¿Qué hace este aquí?
Andrei lo miró con desdén, pero Vivían intervino:
—No es nada, solo fue un mareo. Estoy bien. Solo me salté el desayuno...
Andrei la observó con atención, notando que mentía. Vladímir, preocupado, insistió:
—Debes cuidar más tu alimentación. Vamos, te llevaré a desayunar algo.
Vivían asintió, pero la voz de Andrei la interrumpió.
—Señorita Vitale, ¿podemos hablar? Solo tomará un minuto.
Ella suspiró, se giró hacia su hermano y dijo:
—Espérame un minuto. El señor Ivanov fue amable al ver que me sentía mal y se preocupó. Ya regreso.
Vladímir los observó con desconfianza, pero esperó.
Al asegurarse de que su hermano no pudiera escucharlos, preguntó:
—¿Qué quieres?
Andrei respondió con sarcasmo:
—Creí que hacer algo bueno por alguien merecía recompensa. Pero este trato no se parece a un premio. ¿Le hice algo?
—No me hizo nada, pero me gustaría que no se metiera en mis asuntos. Agradezco su preocupación, pero no es necesaria.
Estaba por irse, cuando escuchó:
—Entiendo. Pero como dijo antes, soy el mejor amigo de su hermano, y como no soy su amigo, no tengo por qué guardar secretos. Me pregunto qué pensará Nikolai si se entera de que su hermanita estuvo en el hospital y se fue antes de ser atendida...
Al ver su expresión, sonrió con malicia.
—Y no solo eso, también le mintió descaradamente a su otro hermano... ¿Qué está escondiendo, señorita Vitale?
—¿Me está amenazando?
—Por supuesto que no. Solo me pregunto por qué parece tener tanto miedo de que su familia se entere de que estuvo aquí.
—Es suficiente. ¿Qué es lo que quiere? ¿Por qué se mete donde no lo llaman?
—Solo me preocupo por mi amigo. Odiaría verlo mal por su culpa. Pero bueno, dejaré que usted hable de esto directamente con él.
Tomó su celular y simuló marcar. Vivían se lo arrebató.
—¿Qué haces? No tienes por qué decirle nada a mi hermano.
—Eso lo decidiré después. La espero esta noche en mi mansión, a las nueve. No llegue tarde, o lo tomaré como una señal de que prefiere contarle usted misma.
Ella lo miró con rabia y, devolviéndole el celular, asintió.
—Bien. Iré. Ahora me tengo que ir.
Vladímir, impaciente, se acercó.
—¿Está todo bien? ¿Qué tanto hablan?
Andrei sonrió.
—Nada, solo le preguntaba sobre...
—Mi restaurante —interrumpió ella—. Aún está en reforma. Cuando sea la inauguración, le enviaré una invitación.
—Por supuesto. Muchas gracias. No la retengo más, señorita Vitale. Que tenga un lindo día y espero que se mejore.
Ella le sonrió con falsedad, tomó a su hermano del brazo y se marchó sin mirar atrás.
Andrei sonrió y comentó a Iván:
—Llévala esta noche a mi mansión.
—Sí, señor.
—Procura que nadie se entere. Está ocultándole algo a su familia y quiero saber qué es.
—Entendido.
Ambos se marcharon. Y aunque el primer encuentro que Andrei había imaginado con Vivían era muy distinto, no pudo evitar sonreír al recordar la mirada desafiante que ella le había dirigido. Nadie, aparte de su familia, se había atrevido a mirarlo así. Ni siquiera Nikolai.
Es el famoso libre albedrío, del que todos ante una disyuntiva echamos manos ✋ y optamos por algo en entredicho 👍🏻🙌
Y tampoco ha habido acción 🤷 de él hacia Camila, para que descubran la joyita que es 🤨😵🤯