Ten cuidado, ya que en la penumbra, donde apenas ilumina el camino con unas pocas luces, podría estar el diablo con cara de Ángel observándote y preparado para llevarte a sus dominios.
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Capítulo 9 Una noche inolvidables 1/3
Almass Vannecelli
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Mi cumpleaños fue extraordinario, celebrándolo en compañía de mi familia y, más tarde, con mis primos, disfrutando de la música y las bebidas. Al día siguiente, muy temprano, Esmeralda y yo estábamos en un jet rumbo a China; todo estaba planificado. Primero estaríamos allí, luego en Japón y, al final, en Corea. Serían dos semanas espectaculares. Después de muchas horas de viaje, al llegar, nos sentimos cansadas pero muy felices. Arribamos al hotel, donde debíamos descansar, y nuestros escoltas se quedarían en la habitación contigua.
El siguiente día, exploramos varios sitios en China; su cultura era impresionante y la gastronomía, inigualable. Había platillos curiosos y tomamos muchas fotos. Mi padre, en horarios regulares, me hacía videollamadas para saber cómo estábamos, así que siempre le mostraba todo. Día a día, viajamos a diferentes lugares en China durante cinco días, hasta que decidimos que era momento de salir del país y viajar a Japón.
Al llegar a Japón, la cultura y la actitud de las personas eran bastante distintas; parecían más serias. Sus miradas hacia nosotras eran como si viesen a un extraterrestre, pero no les presté atención, solo quería disfrutar el momento con Esmeralda. Visitamos un centro comercial donde compramos muchos regalos para la familia y recorrimos varias ciudades y restaurantes. Así estuvimos durante cuatro días, hasta que emprendimos nuestra travesía hacia Corea. Si soy sincera, este era el país que más ilusión me generaba conocer, pues su cultura es fascinante. Los días transcurrieron rápidamente y nos quedaba poco tiempo.
—Dicen que las discotecas de aquí son increíbles, no podemos irnos sin visitar una —me comentó Esmeralda.
—Lo sé, pero si vamos, los escoltas le contarán a mi padre. Conoces las condiciones que estableció: nada de fiestas —respondí, recostada en la cama.
—Podemos escaparnos un rato —me propuso.
—¿Qué? ¿Estás loca? No conocemos bien la ciudad y, además, no hablo bien el idioma; sería arriesgado. Lo mejor es quedarnos aquí —le respondí.
—Vamos, sería una aventura ir juntas. Podemos pedir un taxi al hotel que nos lleve, y el mismo taxi puede recogernos a la vuelta; así no correremos peligro.
—No, mejor hablaré con José, que es el encargado de nuestra seguridad. No quiero arriesgarme —le dije, levantándome de la cama.
Caminamos hacia la puerta y, al salir, nos encontramos con los escoltas afuera. Me acerqué a José, encargado de nuestra seguridad por 10 años.
—José, Esmeralda y yo queremos ir a una discoteca; quiero que nos lleves.
—Señorita, sabe que su padre lo prohibió, así que no puedo llevarla.
—José, llevas diez años trabajando para mi familia en el área de seguridad. Sería una pena que perdieras tu trabajo por no poder cuidarme como se te ordenó. Sabes que con solo mencionar esto, podrías perder tu empleo e incluso tu vida, ¿verdad? —dije en un tono suave pero amenazante.
Él me observó con gran sorpresa, y su rostro se tornó pálido.
—Pero, señorita Almass…
Lo interrumpí, acercándome un poco más y hablando con firmeza.
—Solo necesitas llevarme a la discoteca y luego, cuando te llame, recogernos. Mi padre no se enterará, es tan fácil. Tú ganas, yo gano.
Él guardó silencio durante unos segundos, con un tono resignado.
—Está bien, señorita —accedió, aunque con cierta preocupación.
—Gracias.
Entré en la habitación para encontrar a Esmeralda, que estaba ocupada con su celular.
—José nos llevará, así que prepárate.
Ella sonrió levemente, preguntando cómo lo hice y solo le comenté que nadie podía decirme que no. Tomé mi collar y, al revisarlo, noté que estaba activado; sabía que mi padre no podría resistir la tentación de saber dónde estábamos. Así que registré la ubicación del hotel, de forma que pudiera ir a la discoteca sin que él se diera cuenta. Una hora después, ya estábamos listas y, al salir del hotel, José nos dirigió a la mejor discoteca de la capital. Le dije que lo llamaría para que regresara por nosotras, y nos advirtió que tuviésemos cuidado de no aceptar bebidas de desconocidos. Asentí y entramos.
El ambiente era espectacular; éramos el centro de atención. Un mesero se acercó y me saludó, utilicé lo que había aprendido en coreano para solicitar una botella de licor, y él se retiró a traerla. A los minutos regresó con la bebida; comenzamos a tomar. Yo consumía poco, ya que debía cuidar de Esmeralda, que sí estaba bebiendo más. Nos dirigimos al centro de la pista a bailar juntas y, tras un tiempo, algunos chicos se acercaron a invitarnos a bailar, pero nos negamos y continuamos disfrutando de la música. Después de unas dos horas, pedimos otra botella; Esmeralda ya había bebido bastante y yo empecé a sentirme igual, así que decidí que era momento de dejar de beber y simplemente bailar para controlar un poco la embriaguez. Algunos hombres se acercaron a presentarse y a invitarme a bailar; al mirarlos, noté que eran muy atractivos. Miré a Esmeralda y, como ella aceptó, decidí que no había nada de malo en bailar un poco con un hombre. Empecé a moverme con uno de ellos, que colocó su mano sobre mi cadera mientras bailábamos al ritmo de la música. Se acercó a mi oído y me habló en coreano; me dijo que era muy hermosa y que deseaba pasar la noche conmigo. Rodé los ojos, pensando que ni en sus sueños más lejanos estaría con un hombre tan vulgar y corriente como él.Aunque la idea de compartir una experiencia con un desconocido podría resultar fascinante e inolvidable en este viaje, tenía claro que no sería así con él. Después de finalizar el baile, nos invitaron a unirse a su mesa para beber, pero Esmeralda y yo declinamos la invitación y nos dirigimos a nuestra propia mesa. Tras un rato de observar la hora en mi reloj, pensé que era el momento de marcharnos; debía regresar al día siguiente.
—Esmeralda, es hora de irnos —le comenté mientras ella disfrutaba de su bebida.
—¿Tan temprano? Quedémonos un poco más. Solo tres canciones y nos vamos —me sugirió.
—Está bien, solo tres y después nos marchamos.
Ella se levantó, tomó mi mano y comenzamos a bailar juntas de forma seductora, riendo y compartiendo nuestras copas. Esmeralda se acercó a mi oído y me dijo que iría un momento al baño, y yo lo acepté. Ella se fue y yo continué bailando sola hasta que un hombre alto se interpuso frente a mí. Al levantar la vista, su rostro me resultó familiar, y al abrir los ojos me di cuenta de que era él. ¿Era el hombre que me había robado un beso? ¿O el efecto de la bebida comenzaba a hacerse notar? Se acercó a mi oído y susurró:
—Qué placer volver a verte, mi adorada Minsuk.
ya la familia se entero
ay k ver como se pone la trama 😱
gracias autora y enespera de próximo capítulo
Llegó el momento de enfrentar las consecuencias de tus actos , pero sobre todo llegó el momento para sacar la casta de que eres una Vanicelli y demostrar cuánto amas a tu amore coreanito.
pero queremos más capítulos