Jalil Hazbun fue el príncipe más codiciado del desierto: un heredero mujeriego, arrogante y acostumbrado a obtenerlo todo sin esfuerzo. Su vida transcurría entre lujos y modelos europeas… hasta que conoció a Zahra Hawthorne, una hermosa modelo británica marcada por un linaje. Hija de una ex–princesa de Marambit que renunció al trono por amor, Zahra creció lejos de palacios, observando cómo su tía Aziza e Isra, su prima, ocupaban el lugar que podría haber sido suyo. Entre cariño y celos silenciosos, ansió siempre recuperar ese poder perdido.
Cuando descubre que Jalil es heredero de Raleigh, decide seducirlo. Lo consigue… pero también termina enamorándose. Forzado por la situación en su país, la corona presiona y el príncipe se casa con ella contra su voluntad. Jalil la desprecia, la acusa de manipularlo y, tras la pérdida de su embarazo, la abandona.
Cinco años después, degradado y exiliado en Argentina, Jalil vuelve a encontrarla. Zahra...
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El pecado de Zahra
Zahra se metió a la cama, habia sido un día largo y agotador, los fantasmas del pasado tampoco ayudaban. Lo peor era que estaban entrando en temporada alta y el trabajo se triplicaría, lo cual era una bendición y una maldición, ya que sería menos tiempo con Andy. Zahra se giró y vio el rostro de su hijo.
Andrew St Clar, su bebe su milagro. Él representaba lo bueno y lo malo de su vida, malo porque era producto de sus malas decisiones.
Bueno porque la había rescatado cuando sentía que no podía más qué todo había terminado y era su final.
Jalil la había destruido por completo, no solo sicologicamente, también económicamente había destruido su carrera.
En cierta forma creía que era un castigo que ella merecía, ¿ quién no se equivocó alguna vez?.
Tal vez no imagino las consecuencias de sus errores.
Zahra acarició el rostro de su hijo.
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Ella habia provocado la situación, jamás lo nego, ciega por un deseo de algo que creía queria jugo con Jalil.
Pero lo cierto es que si bien era lo que quería, en su ceguera no supo como retirarse, Jalil tampoco le dio tiempo y su tío mucho menos.
Una empleada del palacio, que había escuchado el grito ahogado de ella tras la primera penetración, corrió a buscar ayuda, convencida de que ella estaba siendo dañada o que algo indebido ocurría. Antes de que Jalil pudiera reaccionar, la puerta se abrió de golpe.
Akram, se quedó congelado en el umbral.
La escena era imposible de malinterpretar.
Después de lo ocurrido en Marambit, su madre estaba furiosa, su padre indignado y su tío Akram presionó a la familia de jalil para que él respondiera.
Ella asumió que fue su decisión, pero Akram se sentía insultado y lo que era peor, culpaba a Jalil por ser mayor que ella y por saber que aunque ella era occidental era su sobrina y estaba en su casa.
Ella regreso a Londres, Isra la había ayudado.
Siete días después de lo ocurrido, ella ingresó a Esparta acompañada de Sofía, para sorpresa de ella, Jalil estaba ahí rodeado de mujeres en un reservado.
Ella se acercó a la mesa , desde el momento que encaro hacia la mesa sintió la mirada hostil de Jalil.
— Ya puedes irte por donde viniste exclamó él.
— Necesito hablar contigo.
Jalil hizo señas y un guardia del local , le pidió regresará al sector público, ya que ese era el sector exclusivo y solo era para invitados.
Kendra y las otras modelos sonrieron al ver que la corrían. Zahra se dirigió al baño, Sofía que había visto la escena fue detrás de ella.
Cuando Sofía entro al baño, Zahra estaba llorando.
— ¿Dime que no te has metido con el idiota de Jalil?, pregunto Sofía.
Ella comenzó a llorar más fuerte, Sofía intento que se calmara.
Dos dias después ellos volvieron a coincidir en un restaurante.
Zahra volvió acercarse.
—No te cansas de que te corran— exclamó él.— Lárgate, no pierdas tu tiempo no me interesa. Puedes irte olvidando de que complazca a tu tío.
— Ni siquiera te he dicho lo que quiero.
— Será que no me interesa, ¿por qué no captas el mensaje?, ahora si me disculpa estoy esperando a mi cita exclamó él.
Jalil miro al maître qué le trajo una botella de champaña, Zahra dio la vuelta y entonces la vio Danielle Saracco, era prima de Sharif esposo de su prima.
Danielle frunció el ceño al verla, Zahra le sonrió.— Es todo tuyo le dijo al pasar por su lado.
Los días pasaron y ella no supo más nada de Jalil, estaba en una sesión fotográfica cuando comenzó con malestares, mareos.
Keira la envío a su casa, esa noche Sofía paso q verla.
— ¿ Dime que te cuidaste con Jalil?, le pregunto ella.
Avergonzada Zahra le contó lo ocurrido.
— Pues deberías considerar hacerte la prueba, tranquilamente podrías estar embarazada.
—No, no puede ser. Debe ser por lo mal que la estoy pasando.
— Debiste tomar precauciones, independientemente de un embarazo, Jalil no es precisamente un monje.
Sus malestares continuaron y alguien comenzó a decir que ella estaba embarazada de Jalil y comenzó a perder posibilidades de trabajo, porque obviamente ya no era elegible.
Semanas después ellos se casaron, en una ceremonia sencilla. De la familia de Jalil solo asistió su hermano Malek. Apenas termino la ceremonia volaron a Raleigh.
La ceremonia en Jaddara había sido un trámite; fría y silenciosa.
Su padre, el rey Khalil, agonizaba.
Zahra miro el palacio Amira, los recibió con un abrazo cálido.
—Pedí que les prepararan una habitación más espaciosa —dijo con una sonrisa suave. Deben estar cansados del viaje.
Pero Jalil ni siquiera la escuchó.
—Nos instalaremos en el palacio de Al-Rimah. Solo pasamos a ver cómo está papá.
El brillo de confusión en los ojos de Amira fue evidente. No entendía por qué Jalil quería aislarse en la residencia de Al–Rimah, se encontraba ubicado a metros de la base militar…
Zahra sí lo entendió cuando llegaron.
El palacio era hermoso, sí, pero estaba vacío. Silencioso. Sin calor. Sin servidumbre estable.
Un lugar perfecto para ocultar algo.
O a alguien.
La noche cayó sin ceremonia. Los guardias los dejaron en la gran suite del ala sur.
Jalil entró primero y cerró la puerta de un golpe seco que hizo vibrar la madera.
Zahra dio un paso hacia atrás.
Ni siquiera la miró.
—Querías ser princesa —dijo él, sin inflexión—. Ahora lo eres . Y algún día… —sonrió con crueldad— serás reina.
Jalil lanzó algo al suelo. Zahra lo reconoció enseguida.
Una agenda negra de cuero con su nombre grabado.
Su diario, el que llevaba semanas buscando.
Zahra sintió que el aire le faltaba pero se obligó a hablar.
—Jalil, yo… quiero que esto funcione. Sé que todo empezó mal, pero…
Él levantó la mano para silenciarla.
—No te confundas, Zahra.
Ella sintió el golpe antes de escucharlo.
— Tu jamás vas a importarme. Nunca.
Zahra retrocedió, como si la hubiera empujado físicamente.
Él avanzó, implacable, sin levantar la voz.
—Tu puesto es decorativo. Eso es lo que eres un bonito adorno. —La miró como quien mira un objeto barato—. No espero nada de ti… y tu no esperes nada de mí.
El silencio se volvió insoportable.
Zahra tragó, conteniendo el temblor.
Quiso pedirle apenas una oportunidad.
Pero él ya había dado la espalda.
—Mañana te asignarán tus horarios —informó, sin emoción—. Y tu lugar.
Jalil comenzó a quitarse la ropa.— Ahora quítate la ropa, que es para lo único que sirves...
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Andy abrió sus ojos y su madre lo beso.— Te amo dijo Zahra.
— Te amo mamá murmuro...