ATRAPADA POR EL CEO QUE CAYÓ DEL CIELO
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Una noche de tormenta, la cabaña solitaria de Aiyana Tsosie en las montañas de Arizona, territorio ancestral Navajo, se convierte en el lugar de un accidente inimaginable. Un jet privado explota en el aire, cayendo un hombre herido y amnésico en un paracaídas dañando su cabaña. Lo que Aiyana no sabe es que ha rescatado a Cristopher Livingston, un CEO multimillonario que intentaron asesinar.
Aiyana, una mujer Diné en armonía con el bosque, se ve obligada a sanar al poderoso hombre de la ciudad. En la paz del aislamiento, el contraste de sus mundos desata una pasión ineludible. Pero cuando Cristopher recupera su memoria ve su vida de imperio y lujo en peligro, huye sin mirar atrás, dejando a Aiyana con un secreto que solo pertenece al linaje de su pueblo.
Tres años después, la aparición inesperada de Cristopher creara en Aiyana miedo a que le quiten su mas grande tesoro
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Capítulo 9: TE DESEO
Tomados de las manos salieron de la cascada y fueron a revisar las trampas, hallando dos conejos y a lo lejos divisaron un alce, Aiyana quiso practicar su tiro, agarro la escopeta en silencio y disparó, dandole un certero tiro.
Entre los dos llevaron al alce a casa y lo prepararon tal como sus abuelos le enseñaron a Aiyana.
Cristopher: "Amor con esto tenemos carne para todo el invierno pero como lo guardaremos".
Aiyana: "La ahumaremos, no te preocupes".
Cristopher entendia algunas tradiciones De esa gran cultura, los meses que estuvo ahí comió carne ahumada o carne seca pero ante la inminente llegada del invierno lo mejor seria ahumarla.
Dejarían ahumando la carne por toda la noche en la antigua cocina y pelaron los conejos, que dejaron en la flamante nueva cocina que hizo Cristopher anexada totalmente a la casa, ya no había que salir.
Con cemento y algunas piedras que escogió especialmente hizo un fogón, que tenía una parrilla moderna con horno de pan, o para hornear cualquier cosa, con buenas chimeneas y una puerta que la separaba de la sala, pero allí estaba el pequeño juego de comedor.
Esa misma noche cenaron conejo, con vegetales de la huerta, Aiyana estaba feliz por su cocina terminada, por poder disfrutar del amor de Cristopher que no dudaba en demostrarle su amor.
Cristopher: "Mi amor, no sabes como quería poder besarte sin miedo y que no temas besarme soy el hombre más feliz del mundo".
Aiyana: "Tenía miedo lo acepto, pero dormí tantos días en tu pecho, nadie me hubiese oído si me hacías algo, pero me diste confianza, me enamoraste cada día con tus detalles, quitaste mis miedos, soy feliz, y como eres un caballero dejaras que me bañe primero".
Así se bañaron primero Aiyana, para después echarse juntos en la cama de ella, a ver la luna por aquella ventana para quedar dormidos en medio de besos y caricias.
Las mañanas desde ese día no serían las mismas, el despertar para Cristopher y tener a Aiyana en sus brazos, pero saber que era su novia lo hacía desearla, pero sabía que tenía que ir lento.
Le beso la frente como otros días y se pensaba parar a darse un baño y quitar la tensión en su entrepierna, pero Aiyana lo tomo del rostro y le dio un beso.
Aiyana: "¡Pensabas pararte sin darme un beso!".
Cristopher: "Quisiera darte todos los besos del mundo, los más apasionados, pero me da miedo lastimarte o que pierdas esa confianza que tienes en mí por dejarme llevar y yo estoy enamorado de ti no te quiero perder".
Aiyana: "No sabes como cada caricia tuya a sanado mi alma, cada que secabas una lágrima y tus manos tocaban mi piel sentía no solo esa paz interior que se debe buscar sentía muchas cosas más".
Cristopher: "Avanzaremos a tu ritmo mi amor, ven déjame darte el beso que quiero darte".
Cristopher tomó a Aiyana le dio un beso casto que poco a poco lo fue intensificando por insistencia de la pasión de ambos volviéndose un beso apasionado donde él jugaba algo temeroso con sus lenguas y ella respondía a aquel juego, se separaban para tomar aire y retomaban el beso, Cristopher estaba casi sobre ella en la cama y ella tomada del cuello de él en un momento tan bonito, tan real.
Cristopher: "Mi amor me hace tan feliz poder besarte así, gracias mi vida".
Aiyana: "Aún es muy temprano, quedémonos en la cama no huyas de mí, como cada que dormimos juntos".
Cristopher: "No huyo de ti, huyo de mí mismo, amor yo estoy enamorado de ti, y se nos hizo una costumbre dormir juntos para que me cuentes historias, y poder abrazarte, pero soy hombre y cada mañana amanecemos con la hombría despierta sobre todo si dormimos con la mujer que amamos, huía de mí para que no te dieras cuenta".
Aiyana: "Quiero preguntarte algo que temo desde que me paso aquello, pienso que nadie sentirá nada real por mi por lo que me hizo ese hombre y que no soy pura ya".
Cristopher: "Mi amor te dije eso no lo hiciste tu, tu no eres la culpable y así hubieras tenido mil novios y te hubieran tocado mil manos, yo te amo, no me importaría, solo quiero ser feliz a tu lado, déjame quitarte tus miedos, si supieras las ganas que tenía cada mañana de demostrarte lo que es el amor de verdad".
Aiyana: "Amor dame otro beso, que solo tú me haces feliz, pensé que no me ibas a querer o a desear como mujer tú sabes a qué me refiero".
Cristopher la tomo y la beso con pasión desenfrenada, echándose sobre ella en medio de sus piernas y ella solo respondía al beso y hacia paso a su cuerpo en medio del suyo mientras sentía en su centro la masculinidad despierta que se sobaba por lo intenso del beso.
Cristopher sintió que estaba tocando el cuerpo de ella aun estando con ropa podía sentirla, y no pudo evitar sobar más fuerte y apretar su masculinidad en ese centro, mientras besaba su cuello y su rostro, regresaba a sus labios besándola con pasión.
Cristopher: "Mi amor esto no está bien, perdóname me dejé llevar".
Levantándose del cuerpo de Aiyana, pero una lágrima corrió por el rostro de Aiyana, ella se sintió rechazada y el lo vio en sus ojos que transmitían todo.
Cristopher: "Solo no quiero que creas que quiero aprovecharme, te amo y te deseo mi amor, no es eso que esa cabecita tuya está pensando, quiero todo de ti".
Cristopher se odio en ese momento por hacer sentir mal a Aiyana, y la beso también entre lágrimas, volviéndose ese beso más que apasionado, ese beso tenía un fuego especial del deseo reprimido de ambos, Aiyana con cada beso y cada caricia recuperaba la confianza en que era una mujer deseada y hermosa.