Una tarde como cualquiera, Andi escuchó el grito de una niña que le decía "papá" a su esposo. En ese momento, ella sintió que el amor era egoísta y cruel. Pero nadie sabia que ese encuentro cambiaría sus destinos.
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Nieta
Intentando contener la respiración, Kevin contemplaba los ojos de Andi. En ese brillo pálido, dibujo miles de sueños. Sabía que no sería fácil, pero estaba dispuesto a cruzar cualquier puente y barrera que se interpusiera en ese viaje que estaba decidido a realizar.
Las noticias de que Kevin tenía una hija se dispararon de inmediato, llegando a los oídos de su madre. Una mujer muy elegante y adinerada, que creía tener el control de todo con una manera vil de manipular a la gente. Mientras ella y su hijo estén llenos de poder y riqueza, lo demás no importaba. Kevin nunca tuvo el coraje de contradecir a su madre, siempre hizo lo que ella quería.
Esta mujer tuvo el atrevimiento de presentarse en el velatorio del esposo de Andi, para cerciorarse de que los comentarios eran ciertos o una simple mentira de calumniadores para sacar provecho de la situación.
Cuando entró al salón, reconoció a Diego y se acercó a él. La niña estaba sentada a su lado. La señora se detuvo a pocos pasos y la observo con mucha atención. Le recordaba a su hijo cuando tenía la misma edad. No era necesario un examen de ADN para saber que esa niña era su nieta biológica. Por un instante, se le cortó la respiración. Su mal impulso le llevó a actuar mal. A una mujer preguntó quién era la madre de la niña, y ella le señaló a Andi.
La señora, con sus tacones bulliciosos y su mirada furiosa, se dirigió hacia donde estaba Andi. Andi sintió su presencia, dio la vuelta para saber de quién se trataba, y entonces sintió un gran golpe en la cara, no le dio tiempo a defenderse.
—¡Sos una puta zorra! ¿Cuánto tiempo ibas a esconder a mi nieta de su verdadera familia?— gritó la mujer.
Andi se tocó la cara con la mano para calmar el impacto del golpe y miró a la señora que el agredía.
—¡Habla hija de puta!.. ¡No te quedes mirándome!— la mujer descargaba su mal genio con Andi.
—No tiene ningún derecho a interrumpir mi dolor, señora. ¡Así que haga el favor de largarse de aquí!— Andi respondió serenamente.
—¡Claro que me voy! Pero me voy con mi nieta.
La mujer fue donde la niña y le tomó de la mano arrastrándola hacia la salida.
—¡Andi! ¡Andi!— la niña gritaba sin cesar.
Andi corrió donde ella, la niña como pudo se soltó de la señora y corrió a los brazos de Andi.
—¡Andi, no dejes que me lleven por favor!— dijo la niña llorando.
—No te preocupes mi amor, nadie te va a alejar de mí, te lo prometo— dijo Andi a la niña abrazándola muy fuerte.
Kevin al escuchar los gritos, se asomó al salón, Kevin estaba en el jardín, plateándose los nuevos desafíos a los cuales debia afrontarse. Al ver a su madre, sintió pena por Andi; su madre no tenía ningún derecho a estar ahi.
—¿Qué haces aquí, mamá?— preguntó Kevin con mucha rabia.
—¡Observando la cagada que te mandaste y viendo como arreglarlo!
—No tienes que meterte en este asunto mamá.
—Esa niña es mi nieta, y crees que no es mi asunto. ¿Cuándo pensabas decirme que tuviste una hija con esta mujerzuela?
—Andi no es ninguna mujerzuela, cuida tus palabras mamá.
—¿Cómo te atreves a contradecirme? Si yo quiero en estos momentos tomó a esa niña a la fuerza y me la llevo.
—Si te atreves a tocar a la niña te juro que nunca más sabrás más de mi, mamá.
—Kevin, mi amor, no digas tonterías. Esta mujer solo quiere sacar provecho de la situación. ¿No te das cuenta? Anda, toma a tu hija y vámonos.
—Mamá, no alarguemos la conversación, la que se va, sos vos.
—¡Kevin, no hagas que me enoje. Toma a la niña y vámonos!
—¡Es suficiente mamá!. No te das cuenta de que estás interrumpiendo un momento difícil.
—No vas a obtener ningún centavo, aunque tengas diez hijos.— dijo la señora, girando la vista hacia Andi.
—Si todo se tratara de dinero el mundo sería más ingrato de lo que es. Si no sabe de compasión no es mi problema, pero con mucho respeto le voy a pedir que se retire del lugar donde no fue invitada.
—¿No sabes con quién estás tratando, mujerzuela de mierda?
—Sé perfectamente quién es usted y créame que no la tengo miedo. Y ni se le ocurra quitarme a mi hija, que no la voy a dejar.
Los ojos de la señora se dilataron por la irritación; se mordía los dientes, intentando tomar la calma, pero esto la ponía peor. Muy furiosa, abandonó el salón.
Andi llevó a la niña a un pequeño cuarto para qué descansará, después del gran alboroto. La acostó en la cama y acarició sus cabellos ondulados y rubios.
—¿Te asustaste, mi amor?— Andi preguntó a la niña.
—No quiero que me alejen de ti, Andi.
—Nadie te alejará de mi lado hermosa mía.
—¿Quién era esa mujer?
—La mamá de Kevin.
—¿Entonces era mi abuela?
—Si, amor.
—Perece una mujer mala.
—No es mala, amor, solo estaba enojada. No tienes que preocuparte de nada, yo estaré para cuidarte.
—Eres muy linda Andi, ahora entiendo por qué mi papá se casó contigo y no con mi mamá.
—Tu papá era alguien muy bueno, siempre quiso ser padre, pero no pude darle hijos. Así que cuando llegaste a su vida, fuiste su mayor tesoro.
—Me hubiese gustado que vos fueras mi madre.
A Andi se le escaparon un par de lágrimas. Su deseo siempre fue tener una familia con su esposo, a quien amaba con todo su ser. Aún sus recuerdos estaban vivos en su mente. Deseaba volver el tiempo atrás y reparar todo lo que se había movido de su lugar, pero era algo imposible. Deseaba partir de este mundo para reencontrarse con Dennis, pero veía los ojos de la niña y no tenía el coraje para dejarla en manos de extraños; ella ya era extraña para la niña.