Esther destinada a vivir una vida difícil, en una sociedad carente, es obligada a casarme debido a las deudas de su padre, un hombre egoista y cobarde, vivir atravesando el fuego una y otra vez, sin embargo, el final, no fue el final si no el principio de otra vida donde solo ella recordaba, que habia vivido dos veces atrapada por el mismo maldito hombre.... ¿quien será el ganador?, ¿el que olvida o el que se va?
NovelToon tiene autorización de Hada Celestial para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capitulo 9
Desde que me soltó me aleje de él, di varios pasos hacia atrás, hasta quedar a unos buenos distancia de él, no quería ni que se me acercara.
— ¿Está bien?, me pregunto con una voz suave.
«¿Es enserió?, está fingiendo que le importa lo que me pase, pero cuando su madre me quería hacer pasar el ridículo de mi vida, no hizo nada, que farsante, madre e hijo se merecen, una es una acomplejada que quiere borrar su origen humilde, y el otro un inútil fingidor, sin personalidad y con muy mala actitud»
— Mi señor, quiero retirarme porque estoy cansada, si me disculpa.
Hice una reverencia y seguí mi camino, subí rápidamente las escaleras y cruce el pasillo como una bala, abrí la puerta de la habitación y la cerré al entrar, Penélope estaba ahí, de inmediato me ayudó a quitar el vestido, se dio cuenta de que estaba manchado, y suspiro.
— Mi señora le tiraron té otra vez, ya solo quedan dos vestidos buenos, que deberíamos hacer, ¿pedir dinero para comprar ropa?
Me quede unos segundos pensando, en realidad no podía vivir con solo dos vestidos simples, y no puedo gastar el fondo de emergencia, así qué es razonable que me den dinero para comprar ropa.
— Penélope, ayúdame a ponerme la bata y ve a buscar al mayordomo tengo algo que preguntarle.
— Si, mi señora.
Penélope me ayudo a ponerme mi bata, trago agua para que me lavara la cara y me quito los adornos del pelo, además de peinarme para dormir, luego salió para hacer lo que yo le pedí.
Me senté en la cama, en lo que Penélope volvía, estaba sentada con dirección a la ventana, podía ver la niebla en el lago y las luciérnagas revoloteando por todos es lugar dando luz a un lugar tan oscuro y frío.
Tocaron la puerta, y yo no me moví, ya que esperaba que Penélope entrada con el mayordomo, espere un rato, pero nadie entro, así qué me pare de la cama y fui a la puerta, iba a abrirla, pero algo en mi interior, me decía qué no lo hiciera, así qué me aleje de la puerta y me volví a sentar en la cama.
Volvieron a tocar la puerta, entonces escuche unas voces, que decían algo, unos pasos que se alejaban, y la puerta abrirse.
Penélope entró y rápidamente, me agarro de las manos y me pregunto.
— Mi señora, ¿está bien?, me pregunto preocupada.
— Si, ¿por qué preguntas?
Hubo un silencio incómodo, que no entendía. El mayordomo entró y dijo.
— Un invitado estaba frente a su puerta, parecía un poco bebido, su doncella debe estar preocupada, por si estaba asustada, pero ya lo acompañe al lugar correcto.
Un mal presentimiento me paso por la cabeza, debo tener mucho cuidado, o cosas horribles me pueden pasar en esta casa.
— Mi señora, no tiene que pensar demasiado solo fue que se perdió en el camino a su habitación, esto no volverá a pasar, mándame doncellas para que guíen a los invitados el tiempo que vaya a estar aquí.
«Él quiso decir, que esa tal Irene, y los demás qué me miraban raro, estarán aquí un tiempo como invitados, lo que me hace pensar que ese hombre no sé predio, y lo mandaron a mi habitación para marchar mi honor»
— ¿Para qué me necesitaba?, me pregunto el mayordomo sacándome así de mis pensamientos.
— Quería preguntar, si tengo una asignación de dinero en esta casa.
— Claro que si mi señora, su asignación es de doscientas monedas de oro mensuales, puede disponer de ellas a su antojo y si necesita más, solo necesita hablar con el señor.
«Esa es una gran suma, si pudiera llevarme ese dinero e irme de esta casa sería muy feliz, podría alquilar una pequeña casa en el campo y vivir en paz, eso sería perfecto, pero imposible, ese hombre no creo que me deje ir»
— Me gustaría recibir cien monedas, ya que casi no tengo ropa y la Duquesa me a bañando dos veces de té, es posible que lo siga haciendo en el futuro, así qué necesito comprar ropa nueva.
El mayordomo comprendió todo lo que dije, y solo asentía con la cabeza mientras yo hablaba, y después me dijo.
— Mañana le entregaré el dinero a su doncella y ella puede ir a comprarle la ropa con su otro empleado. En ese momento lo interrumpí.
— ¿No puedo ir yo misma a comprar la ropa?
Él se quedó pensativo, y después me contesto.
— Debería pedirle permiso al señor.
«Es algo deprimente tener que pedir permiso para algo tan simple como ir a comprar ropa, antes no tenía nada, pero tenía la libertad de salir, pasear por las calles, ir a la iglesia y hasta comprar postres cuando había ahorrado unas monedas, ahora tengo monedas de sobra y cero libertad»
— ¿Dónde está tu señor ahora?, le pregunté al mayordomo.
— Mi señor está en el despacho.
Le indiqué a Penélope que me pusiera una capa sobre la bata de dormir, y le hice una señal al mayordomo para que me guiara, él entendió, salimos de mi habitación, caminamos por el pasillo, bajamos la escalera, todo estaba muy pacífico, para que todos se había ido a dormir, entonces, llegamos a despacho, el mayordomo tocó, y él con voz grave dijo.
— ¡¿Qué pasa a esta hora?!
— Mi señor, la señora quiere consulta algo con usted.
No hubo una respuesta, todo estaba en silencio, después se escuchó el ruido de la puerta al abrirse, me miro y me hizo una señal para que entrara, el mayordomo sé que quedo afuera, y cuando yo entre, cerro la puerta.
El despacho era muy grande tenía una mesa central, unos muebles y una amplia estantería con muchos libros, todo era elegante, había pinturas en una pared y adornos en pequeñas mesas repartida por todo el lugar.
— ¿Qué te trae por aquí a esta hora?, me pregunto mientras se tomaba un trago del vaso qué tenía sobre la mesa.
— Le pedí al mayordomo dinero de mi asignación para comprar ropa, también le pregunté si podía yo ir en persona a la modista, él me explicó que tenía que venir a pedir permiso.
Alzó su vaso a la luz de una vela, quedaba solo un trago de líquido ámbar en el fondo, mientras él miraba a través, sus ojos se veían más azules que nunca.
— Tengo dos condiciones, si lo haces, te dejaré ir.
...****************...
(Ayuda al crecimiento del autor, por favor dejar sus like, en cada capítulo y sus comentarios, asi saber, que le gusta y que no de la historia, muchas gracias por el apoyo)
y porque tanto odio para ella porque no tuvo la culpa de nacer y para sufrir y luego morir hay no por favor ..