 
                            Después de perderlo todo Isabela decide reconstruir su vida.
Entre lágrimas y aprendizajes, descubre que el destino puede sorprender con un nuevo amor y una nueva vida…
Uno capaz de sanar su corazón y enseñarle que siempre es posible volver a soñar y a vivir.
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Capitulo:09
ISABELA:
Reviso los documentos en mi asiento de trabajo y mi celular suena.
—Vaya, ya había olvidado como sonaba.
Murmuro mirando el número en pantalla y observo mamá.
Con un suspiro tomo el celular.
—Isabela ¿Dónde estás?
Escucho su voz detrás del celular y cierro los ojos por unos segundos.
—Estoy trabajando mamá ¿Qué deseas?
—¿Trabajando? Esto es increíble... Mándame tu dirección, iré a tu trabajo, tenemos que hablar.
Arrugo el ceño y pienso que si mamá viene a esta empresa solo hará en escándalo con sus cosas.
—Espera mamá, no me faltan muchas horas para terminar de trabajar, te enviaré la dirección de mi nuevo departamento, abajo hay un hermoso parque, puedes esperarme ahí.
—¿Tu nuevo departamento? Está bien, no tardes mucho.
Dice y cuelga el celular mientras yo me dedico a mandarle mi ubicación y ruego para que de nuevo no venga con sus cosas de querer controlarme la vida.
Al cabo de un buen rato la señora Tatiana sale y me mira con una sonrisa amable.
—Adiós querida, nos veremos muy pronto.
—Adiós señora Tatiana.
La mujer asiente y se retira con una sonrisa amable.
Vuelve a la oficina de mi jefe y este levanta la mirada para luego volver a bajarla.
—¿Ya terminaste?
—Si señor.
—¿Cuál es tu opinión?
Con un suspiro miro a mi jefe.
— La ubicación es excelente, nadie puede negarlo. Sin embargo, pienso en la logística de la construcción en esa área, o tal vez en la competencia que ya existe. Tendríamos que asegurarnos de que el proyecto tenga un elemento distintivo muy fuerte para sobresalir. Es una gran oportunidad, pero debe ser abordada con cuidado y mucha preocupación para no salir perdiendo.
El señor Romanov me mira fijamente por varios segundos.
—Me gusta tu punto, por eso digo que siempre es bueno pedir una opinión a terceros, gracias por tu observación señorita Torres.
Asiento con una sonrisa feliz de que me hayan felicitado por algo que hice por mi misma.
—Hoy tengo una importante reunión y ya debo irme, creo que también debería irse y descansar señorita Torres, después pensarán que exploto a mis trabajadores... Mire esas enormes ojeras que tiene usted.
Siento mi rostro volverse completamente rojo.
—¿Se me notan mucho las ojeras? Las tapé con maquillaje.
Hablo sin pensar y el jefe me mira con una sonrisa colocándose en pies.
—A veces el maquillaje no lo cubre todo, creo que es mejor que descanse bien ¿Se acuerdo?
—Si señor, lo tomaré en cuenta.
—Perfecto, como usted se va ahora, lo mejor será que la lleve a su casa y así me aseguro que no se queda en ningún lado y descanse bien.
Niego varias veces.
—No se preocupe señor, yo tomaré el bus.
—Insisto, para mí no será un problema llevarla, y además no está en discusión.
Dice poniéndose su chaqueta y yo solo me quedo observándolo.
—¿Qué hace ahí parada? Recoja sus cosas que ya nos vamos.
—Si señor.
Respondo dándome la vuelta y salgo a organizar todo y recoger mis cosas.
Cuándo ya ordené todo el jefe sale.
—¿Estás lista?
—Si señor.
—Entonces vamos.
Tomo mi bulto y lo sigo a pasos rápidos hasta llegar al ascensor.
—De verdad señor Romanov, no es necesario que me lleve a mi casa, no quiero retrasarlo.
—Mi reunión es en dos horas, tengo el tiempo suficiente.
Dice y las puertas del ascensor se abren.
Al salir fuera, observo que hay mucho movimiento y un coro “que diga que si” "que diga que sí.”
Cómo buena chismosa me acerco para ver que pasa y observo a Amelia con una sonrisa de oreja a oreja y cuándo dirijo mi vista al que está arrodillado... Mi corazón golpea tan fuerte mi pecho que siento como me falta el aire por algunos segundos.
—Jhon...
Murmuro mirando como se pone de pies, le coloca un anillo a la que se supone que era mi mejor amiga, se dan un fuerte abrazo y un apasionado beso.
—Señorita Torres ¿Estás bien?
La voz de mi jefe me trae de vuelta a la realidad y lo miro por unos segundos.
—Sí, estoy bien.
Murmuro dejando de mirar a la feliz pareja y continúo con mi camino hacia la salida.
—¿Segura que está bien? Está totalmente pálida, es mejor que la vea un médico.
—Jefe, le agradezco que se preocupe, pero no es necesario que me vea un médico.
Hablo tratando de respirar bien, mientras una punzada en el vientre hace que cierre los ojos por unos segundos.
—Señorita Torres, insisto en que vea un médico, no sea terca y hágame caso.
Dice con voz más suave y vuelvo a negar sintiendo otra punzada.
—Estoy bien ¿sí? Solo necesito calmarme.
Camino hacia una esquina y comienzo a respirar profundamente para mantener la calma y cierro los ojos para concentrarme mientras acaricio mi vientre.
Tranquilo bebé, todo estará bien, mamá se va a tranquilizar.
Abro los ojos lentamente y miro a mi jefe observarme de brazos cruzados.
—¿Puede explicarme que está haciendo? ¿Por qué es tan terca?
—Por favor, necesito mantener la calma, mejor dígame palabras tranquilizadoras.
Murmuro sin dejar de acariciar mi vientre para que mi bebé se calme.
—¿Por qué no me dijo que le duele el estómago? La habría dejado ir al baño, no soy tan malo.
Dice con una cara completamente ofendido y siento como mi rostro se vuelve rojo de la vergüenza... ¿Acaso piensa que tengo diarrea?
Miro como mi mano acaricia mi vientre y dejo de hacerlo... ¿Será que le digo que estoy embarazada? ¿Y si me despide?
 
                     
                     
                     
                     
                     
                     
                     
                     
                    