Nico y Massimo Messina son los herederos del Cártel de Sinaloa y todos los ojos están sobre ellos; los de su familia, sus socios comerciales y sus enemigos. No pueden cometer errores, menos ahora que de ellos depende el negocio familiar.
¿Qué pasaría si dejaran que sus corazones nublen su razón? ¿Qué pasaría si cedieran su control por alguien a quien aman?
Acompáñame a descubrirlos juntos.
NovelToon tiene autorización de Yesenia Stefany Bello González para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Un final mejor
Nico
–Tendremos que ampliar las fábricas del norte.
Pongo los ojos en blanco antes de secarme el sudor de la frente. –Si sabes que estoy de vacaciones, ¿no, hermanito?
Massimo suspira al otro lado de la línea. –Lo sé. Es solo que… Bro, no tengo cabeza para el trabajo y supongo que te estoy usando de caja de resonancia. Lo siento.
–Tenemos terrenos disponibles, pero tendrías que enviar a una cuadrilla a limpiar el lugar y enviar las maquinarias necesarias para emparejar el terreno si quieres construir las cocinerías y las bodegas que necesitamos. El lugar es un desastre. Al menos lo era la última vez que fui, cuando matamos al imbécil ese de Jalisco.
–Lo recuerdo. Mierda. Voy a tener que viajar a México, pero no quiero irme ahora. No con Eva a punto de casarse con ese idiota.
–¿Ya fijaron la fecha?
–Mierda. No lo sé. Solo sé que mi tío Stefano no ha parado de hablar del matrimonio de su hija y de lo contenta que está –masculla–. ¿Qué puedo hacer?
–Hacer tu puto trabajo e inspeccionar los terrenos.
–Lo sé, pero tú estás a unos kilómetros.
Suspiro cansado. –A doscientos kilómetros –digo antes de posicionar otro ladrillo en su sitio.
–Pero estás más cerca que yo.
–Estoy de vacaciones –le recuerdo–. Estuve años rompiéndome el lomo mientras tú estuviste encerrado llorando por nuestra prima –agrego molesto–. Merezco estas vacaciones más que nadie.
–No la llames así –sisea–. Eva no es mi prima.
–Lo es, idiota. Eva es nuestra prima te guste o no.
–Me haces sentir como un enfermo.
–No lo hago, tú lo haces –corrijo–. Eva fue nuestra prima y lo seguirá siendo. El ADN no cambiará eso. Así como tampoco debería cambiar la forma en que la ves.
–Papá no pensará lo mismo.
–¿A quién le importa lo que piense papá?
–¡A mí! –sisea–. A mí, porque sé que sigo estando a prueba.
Niego con mi cabeza. –No lo estás. Papá y mamá ya dieron un paso al costado, Massimo, la única persona que sigue sin poder verlo eres tú.
–Mira… Solo ve a revisar los terrenos, por favor –pide.
Miro el sol sobre mi cabeza y maldigo. –Lo haré, pero me debes.
–Gracias, Bro –dice antes de cortar la comunicación.
La madre que lo parió…detengo ese pensamiento cuando recuerdo que su mamá es mi mamá. Ni siquiera puedo insultarlo con tranquilidad.
Tomo la toalla y seco el sudor de mi cuello y hombros antes de seguir con el muro.
Un plato, con un enorme sándwich de pollo, aparece frente a mis ojos.
–Tienes que comer –dice Vanity.
–¿El pequeño demonio?
–Durmiendo en su cuna. Le encantó. Gracias de nuevo.
Le enseño mis manos llenas de cemento. –Eres muy amable, pero…–Vanity levanta el sándwich y lo pone frente a mi boca.
–Tienes que comer. Hace mucho calor hoy.
Obedezco porque tengo hambre. Me pasa una botella de agua. La abro, sin importarme si ensucio la botella, es el contenido lo que importa, y bebo del agua helada y deliciosa.
–Mañana tendré que viajar –digo malhumorado al recordar al irresponsable de mi hermano.
–Oh –susurra y luego muerde su labio en señal de preocupación–. Estaremos solos Georgie y yo.
–No. Vendrán conmigo. No los dejaré sin supervisión y no quiero a más gente husmeando en mi hacienda –digo antes de volver a morder el apetitoso sándwich.
Sonríe. –Eso suena bien. A Georgie le gusta viajar –dice con entusiasmo. Sus ojos miran la piel de mi pecho y cuello, y luego arruga su ceño–. Te insolarás –agrega–. Por suerte traje bloqueador solar.
Le vuelvo a enseñar mis manos sucias antes de darle otro mordisco a mi almuerzo.
–Para eso estoy yo aquí –dice antes de bajar mi plato ya casi vacío–. Gírate –ordena y obedezco de inmediato.
Sus dedos pasan el bloqueador por mi espalda y cuello, sintiéndose ligeros y frescos contra mi piel caliente.
–Al otro lado –indica y vuelvo a girarme.
Tengo que contener un gruñido cuando sus dedos tocan mis pectorales. Ha pasado mucho tiempo desde que me he follado a una mujer, demasiado como yo lo veo. Entre el trabajo y la compra de mi hacienda no he tenido tiempo para salir de fiesta y encontrar a la indicada para pasar un buen rato.
Mis ojos se pasean por la belleza frente a mis ojos y tengo que contener otro gruñido cuando su palma hace algo delicioso en el nacimiento de mi cuello. Vanity es la mujer más preciosa que he visto en mi vida. Tiene un rostro hermoso y un cuerpo delicioso. Mis ojos bajan a esas largas y torneadas piernas, que puedo apreciar gracias a que solo lleva un pantalón corto, que estratégicamente compré para ella.
Esas piernas hacen que un hombre desee hundir su cabeza entre ellas y probar el dulce néctar que esconde.
Miro sus labios llenos y sonrío, está nerviosa. La forma en que sus dedos tiemblan contra los músculos de mi estómago me lo dice.
Sería fácil llevármela a la cama, pero sé que eso es lo último que debo hacer. Esta mujer está en un estado de vulnerabilidad y tomar ventaja de ello me haría un completo idiota.
Y, por otro lado, sigue casada. No quiero tener pesadillas con mi nona María siguiéndome con una cuchara de palo por toda la hacienda por follarme a una mujer casada. Juro que casi puedo escucharla decir que es un pecado.
Sus ojos oscuros miran los míos. –Creo… creo que estás protegido ahora –susurra con voz ronca mientras sus mejillas se colorean de un adorable tono rosa.
–¿Por qué te casaste con él?
Sus ojos se abren sorprendidos, casi tanto como me siento yo por haberle hecho esa pregunta.
Muerde su labio inferior y tengo que retroceder un paso cuando las ganas de probar esa voluptuosa boca son más fuertes que mi control.
–Es una pregunta que sigo haciéndome a diario…–susurra–. Al principio fue bueno y divertido. Pensé que lo quería… Pero todo cambió cuando se enteró que fui la novia de Mauro –agrega–, imagino que los celos fueron más fuertes que él.
–Eso es una excusa patética.
Suspira. –Lo sé, pero no puedo pensar en algo más. No me gusta pensar que hay maldad en las personas, pero si puedo aceptar que hay situaciones que definen el carácter, para bien o para mal.
–Podrías haber tenido al hombre que quisieras.
Sonríe. –Es gracioso que digas eso, porque el único hombre que quise de verdad me fue arrebatado… –dice y puedo escuchar un lamento silencioso en su voz.
–Mauro –digo.
Vuelve a suspirar. –Sí. Lo amé, Nico, de verdad que lo amé. Solía pensar que me había enamorado antes, pero cuando estuve con él me di cuenta que nunca lo había hecho. Por Mauro caí como nunca lo hice antes. Estaba dispuesta a dejar todo por estar con él, por ser la mujer que lo acompañara en esta vida, por ser la merecedora de su afecto –susurra con el dolor goteando de cada una de sus palabras–. Pensé que me amaba también, pensé que lo que teníamos era especial, pero no fue así. Supongo que Venecia lo llenó de una forma que yo nunca pude hacerlo… y está bien –agrega y vuelve a sonreír, pero puedo ver el sufrimiento en esos profundos ojos oscuros.
–Sigues amándolo –afirmo.
–No. Supongo que sigo amando lo que alguna vez tuvimos, o lo que creí que teníamos. Pero él encontró a la mujer que lo hace feliz y eso me da paz, porque entendí que lo nuestro no estaba destinado a suceder, no con la mujer de sus sueños esperándolo.
–Tu esposo fue un premio de consolación.
–Fue mi forma de seguir adelante y olvidarme de lo que no podía tener. Creo que George sabía que no podía amarlo, no de la forma que amé a Mauro.
–Merecías un final mejor –digo tomando su mejilla en mi mano, sin preocuparme de ensuciar su piel, solo necesitando sentirla más cerca.
Encoge sus hombros, viéndose tan lastimada, que quisiera tomarla en brazos y ser su final feliz, pero no puedo hacerlo, no cuando otro hombre sigue en su corazón. No seré otro George en su vida.
–A lo mejor llegará el momento en que pueda decir que todo fue para mejor, ¿no lo crees? –pregunta esperanzada.
–Ese día llegará.
Sonríe. –Gracias. Tengo que volver. Estoy preparando carne asada para la cena.
Sus palabras quedan flotando mientras corre hacia la casa, y cuando desaparece de mi vista, el mundo se contrae hasta dejarme en un silencio absoluto.
migajera jamás... ahora solo reciba lo q se merece, xq vos vales mucho ...
se cree la última coca del desierto...
es al revés contigo jamás sería feliz...