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El Silencio De Velmont

El Silencio De Velmont

Status: En proceso
Genre:Terror / Doctor
Popularitas:403
Nilai: 5
nombre de autor: Tapiao

Nadie recuerda cuándo se fundó Velmont.
Nadie recuerda por qué cerraron el hospital.
Y nadie parece recordar a Elías Medina... ni siquiera él mismo.

Lo único más espeso que la niebla que cubre este pueblo es el silencio que lo envuelve.
Pero algo aún respira entre esas paredes abandonadas. Algo que espera.

Elías llegó buscando cumplir con su servicio médico.
Lo que encontró fue un lugar sin salida.
Y cuanto más intenta entenderlo… más se olvida de quién era.

Porque hay lugares que no se dejan atrás.
Y hay llamados que nunca deberían responderse.

NovelToon tiene autorización de Tapiao para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

¿Dónde termina la caída?

Oscuridad.

Un zumbido largo, profundo, como el de una televisión sin señal, golpea el oído izquierdo de Elías. No hay impacto, no hay suelo. Solo la sensación de flotar y caer al mismo tiempo, como si la gravedad estuviera suspendida por el capricho de una voluntad ajena.

—Elías...

Una voz lo llama, suave como la de una madre al borde del delirio.

—Elías... despierta...

Su cuerpo no responde. Parpadea, pero sus ojos no se adaptan. La oscuridad tiene una densidad, como un líquido espeso. Cuando finalmente puede enfocar, no hay techo, ni paredes, ni cielo. Está tendido sobre una superficie de mármol negro, pulido al punto de reflejar su rostro. Pero el rostro no es suyo.

—¿Qué demonios…?

El reflejo lo mira, pero no parpadea cuando él lo hace. Tiene los ojos completamente blancos.

—Velmont vive en el reflejo —susurra la voz—. Tú lo dejaste entrar.

—¡¿Quién eres?! —grita Elías, levantándose bruscamente.

La voz no responde, pero la superficie comienza a temblar. De la oscuridad emergen figuras vestidas con trajes de hospital. Mascarillas oxidadas. Guantes ensangrentados. Todos con un solo ojo, justo en la frente.

—Bienvenido a la antesala, paciente cero.

—No... esto no es real. Esto es un sueño.

—Todo lo es, cuando se quiebra la conciencia.

Una figura da un paso al frente. Es alta, delgada, con una bata médica desgarrada. Su rostro está cubierto por una máscara quirúrgica, pero los ojos —dos esta vez, no uno— brillan con una intensidad antinatural.

—Elías Guzmán. Fecha de ingreso: 14 de marzo. Diagnóstico: Fisura perceptiva dimensional. Estado: Inestable.

—¿Qué estás diciendo?

—Tus síntomas empezaron con Velmont. Pero el germen ya existía antes. Tú abriste la puerta.

Elías retrocede.

—¡¿Qué puerta?!

—La que nunca debió abrirse.

Las figuras avanzan. En sus manos llevan instrumentos quirúrgicos oxidados. Tijeras, sierras, pinzas. Comienzan a rodearlo.

—¡No! ¡Esto no es real!

Intenta correr, pero el suelo se inclina. Cae de nuevo, esta vez por un túnel de carne, como un esófago gigantesco. Las paredes palpitantes lo aprietan, lo asfixian. Grita, pero su voz es tragada por la carne.

Corte a negro.

INT. CUARTO BLANCO – TIEMPO INDEFINIDO

Elías abre los ojos. Está sentado en una silla de metal, en una habitación completamente blanca. La luz lo baña desde todas partes. Frente a él, una figura femenina. Soledad.

Pero no es la misma.

Tiene la cabeza inclinada, el cabello cubriéndole el rostro. No se mueve.

—¿Soledad?

Ella alza el rostro.

Sus ojos están cosidos con hilo quirúrgico. De su boca, cuando intenta hablar, solo salen sonidos burbujeantes.

—¡No! ¡No, no, no!

Se levanta de golpe, volcando la silla. Corre hacia la pared más cercana y comienza a golpearla.

—¡Sáquenme de aquí! ¡BASTA!

La pared responde con un eco sordo.

—¿Aún no entiendes, Elías? —dice una voz desde todas partes—. Esto no es un castigo. Es una cita médica. Tú aceptaste venir.

Elías cae de rodillas, cubriéndose el rostro.

—¿Qué quieren de mí?

—Nada. Solo que recuerdes.

—¿Recordar qué?

—Tu verdadera historia.

FLASHBACK – HOSPITAL VIEJO DE VELMONT – CINCO AÑOS ATRÁS

La imagen cambia. Elías está en un quirófano abandonado. Más joven. La luz parpadea. Su bata médica está manchada de sangre. En la mesa de operaciones, un niño.

Muerto.

—No… esto no puede ser…

—Lo es —susurra la voz—. Tú eras interno. El experimento salió mal. Velmont nació ese día.

—¡No fui yo! ¡No sabía qué hacían!

—Pero estuviste ahí. Lo viste todo. Cerraste los ojos. Y cuando abriste… viste el ojo.

La imagen del ojo gigante, palpitante, aparece de nuevo. Se abre lentamente, como una herida.

—¡Cállate!

—Tu silencio fue el primer pacto.

REGRESO – DIMENSIÓN DEL REFLEJO

Elías cae de rodillas frente al espejo oscuro otra vez.

—¡Ya basta! ¡Díganme cómo salir!

—Debes elegir: recordar o olvidar.

—¿Qué pasa si olvido?

—Velmont se quedará contigo. Dormirá, pero crecerá.

—¿Y si recuerdo?

—Sentirás todo. El dolor. La verdad. La culpa. Elías... no hay redención. Solo claridad.

Elías respira hondo. La voz cambia. Ahora es la de su madre.

—Hijo… vuelve a casa.

—¿Mamá…?

—No dejes que el ojo te consuma. Abre los tuyos.

INT. CUARTO DE HOSPITAL – TIEMPO REAL

Elías se despierta gritando. Está en una camilla, conectado a sueros, sondas, con una venda en la cabeza. A su lado, Soledad.

—¡Tranquilo, tranquilo! ¡Elías, estás a salvo!

—¿Dónde…?

—Estabas inconsciente. Te encontraron en medio del bosque. No había casa. No había nada.

—¿Qué?

—Dijiste que ibas a entrar a la casa de tu infancia, pero cuando llegué, solo te vi desmayado en la tierra.

—No… no puede ser…

—Tu corazón se había detenido por dos minutos.

—¿Y entonces…? ¿Todo eso… fue un sueño?

Soledad lo mira. Su expresión se tensa. Lentamente, se quita la bufanda del cuello.

Tiene una cicatriz. Profunda. Fresca.

—¿Soledad…?

—Tú me dijiste que saltara. Lo hice. Pero la ventana estaba sellada.

—¡No puede ser…!

—Lo que sea que viste, yo también lo sentí. No fue solo un sueño.

Elías intenta levantarse. Mira su reflejo en el vidrio de la lámpara del techo. Un ojo lo observa.

—Sigue ahí.

—¿Quién?

—Él.

Soledad se sienta en la cama.

—Entonces... ¿qué hacemos?

Elías baja la mirada. Su voz es apenas un susurro.

—Buscar el corazón de Velmont. Y extirparlo.

INT. OFICINA DE ARCHIVOS – NOCHE

Elías y Soledad, ahora vestidos de civil, están en una habitación repleta de documentos. Expedientes médicos, planos antiguos del hospital, carpetas con sellos oficiales.

—Aquí está —dice Elías, extendiendo un plano amarillento—. Velmont tenía un nivel más bajo del que muestran los planos actuales. Sellado por orden municipal en 1987.

—¿Por qué?

—Una fuga de gas... eso dijeron. Pero en realidad… enterraron algo.

Soledad frunce el ceño.

—¿Y tú crees que eso sigue ahí?

—No lo creo. Lo sé.

Ella le toma la mano.

—Entonces vamos a desenterrarlo.

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